¿Cómo acercarnos?
De la abundancia del corazón habla la boca. No cabe duda: en nuestro interior es donde nace el misterio que revitaliza nuestra vida. Como brota de una fuente el agua que riega y fertiliza la tierra, así al salmista le brota la alabanza de la amistad con Dios, un Dios de quien nos hace un magnífico retrato.
Leerlo
El Señor es clemente y misericordiosos, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.
¿Cómo orarlo?
- Deja que la imagen de Dios, que alaba el salmista, baje a tu interior y lo fecunde.
- Únete en fe, amor, esperanza a ese Dios que es clemente y misericordioso; bueno y cariñoso; fiel y bondadoso; sostiene y está cerca.
- Exprésale tu amor, tal como lo sientas, deja que brote lo mejor de ti mismo ante él.
- Canta y alaba a tu Dios. Dale gracias por la vida, por la creación, por la Iglesia.
¿Cómo vivirlo?
- Que tu vida exprese el gozo que llevas dentro, que ninguna contrariedad acaecida a lo largo de la jornada malogre ese júbilo que inunda tu ser.
- Alaba a Dios por las cosas buenas que veas, escuches, por los gestos de fraternidad, por tantas cosas bellas como acontecen en el mundo.
«Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio, ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio que ya sólo en amar es mi ejercicio» (Juan de la Cruz).