¿Cómo acercarnos?
En los grupos de oración, en la asamblea litúrgica, y en los pequeños o grandes acontecimientos de nuestra vida diaria, hemos experimentado, frecuentemente, la presencia cercana de Dios, en medio de nosotros, alegrando nuestro corazón, llenándolo de confianza; si estamos con el Señor, si nos acogemos a su casa, no debemos temer nada, ni la mayor catástrofe cósmica imaginable. Aunque todo vacile y se hunda bajo nuestros pies, permaneceremos firmemente anclados en Dios. Esta seguridad es la que proclama el salmista en su oración.
Leerlo
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor; las maravillas que hace en la tierra.
¿Cómo orarlo?
- Proclama que «Dios es para nosotros refugio y fortaleza, poderoso defensor en el peligro» ¿De qué peligros te tiene que liberar, hoy día, Dios?, ¿a ti?, ¿al grupo orante?, ¿a tu familia?, ¿a la Iglesia?, ¿al mundo?
- Presenta al Señor estas realidades Pídele que la alegría de su presencia llene de esperanza el corazón de los creyentes.
¿Cómo vivirlo?
- El estribillo del salmo: «El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob» se puede convertir en la jaculatoria, que te acompañe a lo largo de la jornada.
- Cada vez que te acuerdes repite este estribillo verás, cómo tu corazón, demasiado agitado por otras muchas circunstancias de la vida, se sosiega con la confianza. «Danos, Señor, la novedad de tu presencia viva, la que invita a nacer de nuevo, a mirar con ojos diferentes el rostro del que camina a nuestro lado, a estrenar la sonrisa que mueve las montañas.
- Danos la confianza en tu palabra de vida, saciar el corazón en tu costado abierto y andar calles y plazas sirviendo el pan para el hambriento».