Beato Francisco Palau

1. TEXTO:

Mis Relaciones 20, 9-12:

Santa Teresa en el libro de la Vida 8,8 nos define la oración como una relación entre amigos; es “estar muchas veces a solas con quien sabemos nos ama”. Francisco Palau llevará hasta el límite la vivencia de esta definición de su “Seráfica Madre y ángel humanado”, como él la llama y con cuya doctrina se siente plenamente identificado. Pero así como en el caso de Santa Teresa el interlocutor es claramente Dios en la persona del Hijo, para Palau será una tarea ardua y un camino largo descubrir quién era su Amada en esa relación de amistad. Esperas generosas, encuentros fugaces, heridas de amor… que nos recuerdan al Cántico Espiritual de S. Juan de la Cruz, irán configurando lo que para Palau es el objeto de un amor sin fronteras, la Iglesia. Su diario íntimo al que da el título significativo de “Mis Relaciones con la Iglesia” son una muestra de esta búsqueda constante y sin tregua. En el texto citado a continuación pone en boca de la Iglesia su experiencia y convencimiento profundo de cómo la vivencia eclesial es fruto de intensa vida teologal y cómo a través de ella se verifica una transformación espiritual en la que se logra la unidad de ideales y de sentimientos con la Iglesia entendida como misterio de comunión: Dios y los prójimos.

“OBRAS SON AMORES”

ERMITA DE SAN HONORATO 13, Marzo 1867

Yo soy Dios y los prójimos, objeto de amor designado por la Ley de gracia. El que no me ve, es difícil me ame; el que no me ama, falta a la ley, y estas faltas son capas que indisponen el cristal de su alma para que yo imprima en él mi forma, y la impureza y las tinieblas me separan del hombre. Vengamos al caso: yo estoy día y noche presente a ti, porque ni tú puedes huir de mí presencia ni yo de ti, si crees. Yo me he revelado y descubierto a ti, y por esto me conoces; crees en mí, y porque crees en mí, con mi presencia he robado todos los afectos de tu corazón: en tal manera eres esclavo de mi belleza, que por mí y para mí sacrificas tu ser, tu existencia, tu vida, cuanto eres y cuanto tienes. Y este amor une en tal manera la figura mía en tu ser y en tus potencias y sentidos, que te mueves al moverme yo y me sigues como una sombra, resultando que la realidad que soy yo, la figura o especie, el espejo que la recibe, que eres tú, las potencias activas que miran mi figura y en mi figura a mí, la luz que descubre mi belleza, todo esto es una sola cosa en mí. Cree en mí y no me olvidarás, y no olvidándome me amarás, y amándome me conocerás, y conociéndome me amarás; y si crees en mí, me tendrás presente y me amarás, y si me tienes a la vista y me amas, yo no podré ausentarme de ti. La ausencia, procede del olvido: si no me olvidas, yo no puedo ausentarme. ¿Entiendes ahora el misterio?. – Sí, quedamos entendidos. – Pues bien, no me olvides. – ¿Quieres? Déjame solitario en el desierto y salvo de la solicitud y cuidado de los otros; viviré sólo para ti. – Es un error. ¿Crees que es olvidarme tomar cuidado e interés en el ganado confiado a mi amor? «Obras son amores, y no buenas razones». Cuando tú para cuidarme a mí te olvidas de ti, estás seguro a mi cuidado: yo cuido de ti. A mí me hallarás solitaria en los claustros, desiertos y ermitas, y pastora en medio de los pueblos, peregrina en los caminos, y toda en todos y en todas partes donde la caridad ejerce sus actos y funciones. En estas locuciones pasé un rato, y al retirarme para tomar el reposo de la noche en el interior de mi celda, sentí que la sombra me seguía, y esa sombra era yo mismo; y advertí que la sombra tenía figura, y esa figura era yo mismo; y esa figura figuraba a una realidad, y esa realidad era mi Amada. Y recogido en mí mismo, miré la especie y figura, y mi espíritu fue elevado a Dios en el cielo. Y vi la Iglesia santa, y sintiéndome unido a ella, mi alma, abatida por los combates y por su lucha con Dios a favor de la Iglesia, tomó aliento, vida y vigor. Desde esta visión veo ahora en mí mismo a mi Amada sin necesidad de ir fuera de mí a mendigar noticia, ni de peregrinar buscándola fuera de mí mismo. ¡Qué consuelo!. (Mis Relaciones 20,9-12)

  • ‘Yo soy Dios y los prójimos’
  • ‘Yo me he revelado y descubierto a ti, y por eso me conoces’.
  • ‘Cree en mí y no me olvidarás, y no olvidándome me amarás, y amándome me conocerás, y conociéndome me amarás.’
  • ‘Yo estoy día y noche presente a ti’
  • ‘¿Quieres? Déjame solitario en el desierto y salvo de la solicitud y cuidado de los otros; viviré sólo para ti’.solitario en el desierto y salvo de la solicitud y cuidado de los otros; viviré sólo para ti’.
  • ‘Es un error. ¿Crees que es olvidarme tomar cuidado e interés en el ganado confiado a mi amor? «Obras son amores, y no buenas razones». Cuando tú para cuidarme a mí te olvidas de ti, estás seguro a mi cuidado: yo cuido de ti. A mí me hallarás solitaria en los claustros, desiertos y ermitas, y pastora en medio de los pueblos, peregrina en los caminos, y toda en todos y en todas partes donde la caridad ejerce sus actos y funciones’

¿Qué experiencia tienes de Iglesia? ¿Cómo aplicarías a tu vida estas afirmaciones, puestas por Francisco P. en bova de la Iglesia?

2. CELEBRACIÓN: UN DÍA DE SOLEDAD CON FRANCISCO PALAU

Qué pautas nos ofrece:

* Con su experiencia personal

«Viendo que fuerzas humanas no bastan para atajar los males gravísimos que afligen a la Iglesia, en ciertas estaciones me retiro a un islote, de una hora de circuito y de una elevación prodigiosa, que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo. Vase la barca y yo me quedo allí solo por unos días, para unirme con Dios y su Iglesia, en fe, en esperanza y amor. Mi objeto era unirme con ella en fe, en esperanza y amor y ejecutar sus órdenes… Hechos a mi modo y en aplicación a mis necesidades los actos de fe, esperanza y caridad, me retiré al interior de mi cueva para pasar allí la noche. El sueño se aleja, el terror aumenta, las carnes se horripilan. ¡Solo y de noche en aquel sepulcro! Se abren los cielos y se presenta a mi vista intelectual la que yo buscaba; vino atraída por sus inseparables compañeras, la fe, la esperanza y la caridad. Traía en sus manos un licor muy amargo y me lo presenta: – ¿Me amas? – Tú sabes que te amo. Y ya que me haces, Hija mía, esta pregunta, recibe de nuevo un acto de amor: Sí, te amo, y te amo porque tú has robado mi corazón… Si he de juzgar de mi amor para contigo por lo que peno y sufro por ti, mucho debo amarte, porque sufro mucho por ti. – Si me amas, cuida de mí; mis intereses sean tus intereses, mi gloria sea tu gloria. – Así es. Yo por ti me olvido de mí, por ti me echo al mar, me lanzo al peligro. ¡Oh, Iglesia santa! ¡Cuida de mí, cuida de mis intereses individuales espirituales! – Lo crees, lo fías a mí, todo lo esperas de mí; yo cuidaré de ti, tu causa es mi causa, la causa de tu alma corre por mi cuenta… (Mis Relaciones, p. 723)

Estoy, Amada mía, solo, y seguro de que ni durante la noche ni en el curso del día, mortal alguno interrumpirá nuestra conversación: puedes hablarme, estoy atento a tu voz. Habla, paloma mía, habla, tu amante te escucha. (P. 961)

Abre tu corazón y déjame allí escribir. -Mi corazón está abierto, es tuyo; haz allí lo que gustes. (p.764)

La montaña estaba vestida de fiesta… Y yo cual ave que huye del tiro del cazador, subía hacia ella en busca de mi amada… (p.754)

“¡Preciosa soledad!, tú has curado las llagas de mi corazón, pero has abierto otras que son incurables.” (p.906)

Se pasaron unos días, y en éstos crecieron muchísimo en mí los deseos de ser agradable a mi Amada. Y estos vivos y encendidos deseos de ser a sus ojos tal cual ella deseaba, me movían a buscar en mí mis defectos para corregirlos; y con este objeto vine a este monte. (p.751)

«Gracias os doy, oh mares que rodeáis este monte, pues que aseguráis mi soledad contra las conversaciones de los hombres. Gracias a ti, oh monte, que al levantar tus firmísimas columnas desde el fondo del Mediterráneo cortaste la subida al hombre que como la cabra montés no sepa escalar tus peñas. Ven, noche, y cubre con tus tinieblas el monte. ¡Feliz noche!, seguro estoy contigo de que nadie turbará el reposo de mi soledad» ( p. 977)

* Con sus consejos

“Le repito, mi amadísima hija, entre en el templo de su alma; póngase allí en silencio y escuche la voz de su rey Salomón, que desde el trono del altar que hay en el fondo de su corazón, le habla siempre. Con fidelidad, con cuidado, con toda perfección, esfuércese en poner en práctica sus consejos. Camine según la palabra que él le anuncia en el secreto de su corazón y vivirá eternamente.” (Carta 1, 2 )

“Pues bien, en la oración mira si en ti hay acuerdo entre Dios y tu alma. Visto este acuerdo, descuidada de ti misma y pasa a meditar las llagas del cuerpo moral de Jesús, y ofrécete como víctima para cuanto quiera y exija de ti, y en esos ejercicios pasa la oración. La forma exterior aunque pueda ayudar y ayuda maravillosamente al interior, pero el orden interior y espiritual no depende de la acción buena exterior. Esta déjala para [cuando la dé la providencia y quedará a mi cargo aprovechar las circunstancias que se ofrezcan].”(Carta 41, 2)

El solitario desde su peñasco rinde a la divinidad de la religión, sin ruido de palabras, un público testimonio no menos brillante que los predicadores del evangelio… La punta de un peñasco es para él un sillón mas precioso que el trono de un rey. Sentado sobre este sitio espera con anhelo que el tiempo de su destierro llegue a su término… Este género de vida, ¿no es acaso una lengua la más elocuente que anuncia los misterios de nuestra santa religión de un modo práctico?… (La Vida Solitaria, p.240-241)

“Al entrar en la oración, por preparación debe servirte un acto de unión. Este acto es cosa muy simple y sencilla. Es querer lo que Dios quiere y no querer lo que no quiere; es abrirle el corazón y ofrecerse a cuanto exija y disponga de ti. Esta unión supone e incluye los actos de fe, esperanza y caridad y como ya hace muchos años que te has estado ejercitando en ellos, estos actos quedan impresos y se renuevan habitual e implícitamente en el acto simple y sencillo de amor o de unión. Si esta unión es combatida, se renuevan estos actos, pero si no hay ataques directos, se hacen virtual e implícitamente en el acto referido de unión. Dije que es cosa muy simple y sencilla, porque como esta unión se hace sentir en cierta conformidad de semejanza entre el alma y Dios, basta el presentarse a Dios. Es, como ya he dicho, querer sencillamente lo que Dios quiere. Así dispuesta tu alma, pasarás al acto segundo del amor. Y para esto, si en el primero el alma miraba a Dios como esposa a Esposo, como amante a un objeto bello e infinitamente amable y amante, en el otro le mira como cabeza de un cuerpo moral. Mírale en este cuerpo que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano. Mírale además como a señor y dueño y rey del mundo, y como no reina en nosotros sin nosotros, sino con nosotros, en nosotros y por nosotros, bajo este punto de vista ofrécetele también a cuanto quiera de ti”.(Carta42, 1-2)

En estos textos de Francisco Palau encontramos todos los elementos necesarios para un día de soledad llena y fecunda:

1.- Escoger nuestro Vedrá, nuestra cueva, es decir, un lugar y un ambiente que nos ayuden al recogimiento.

2.- Hacer silencio.

3.- Con una finalidad: La unión con Dios y la Iglesia en fe, esperanza y amor.

4.- Escuchar al Amado/a, acoger su palabra, dejarnos transformar y responderle.

PREPARACIÓN:

En este día de desierto “por preparación debe servirte un acto de unión. Este acto es cosa muy simple y sencilla. Es querer lo que Dios quiere y no querer lo que no quiere; es abrirle el corazón y ofrecerse a cuanto exija y disponga de ti.” -Invoca al Espíritu.

TIEMPO PARA SILENCIARNOS Y ESCUCHAR

“Entre en el templo de su alma; póngase allí en silencio y escuche la voz de su rey , que desde el trono del altar que hay en el fondo de su corazón, le habla siempre.”

Canta con o sin palabras alguna antífona que te ayude a “descalzarte”, a recogerte, a ponerte en su presencia: Busca el silencio, ten alerta el corazón, calla y contempla

“Nuestro Señor Jesucristo nos dio un señalado ejemplo…; antes de comenzar su vida apostólica quiso ser solitario, y durante el tiempo de su predicación frecuentemente se retiraba por las noches a las montañas. Su precursor desde su infancia vivió en el desierto y los profetas habían dado antes este ejemplo en las montañas del Líbano, de Horeb y del Carmelo” (La Vida Solitaria, p.240-241).

Lectura bíblica: I Re 19, 9-17; Mc 1, 35-38.

TIEMPO PARA CONTEMPLAR

Si crees en mí, no mires jamás la Cabeza separada del Cuerpo, porque si en el mundo real esta separación existiera, habría divorcio entre Cristo y su Esposa, lo que es contra fe. Sí, sí, en verdad, no hay tal separación, divorcio ni división, donde está la Cabeza está moralmente todo el Cuerpo, y donde está el Cuerpo está toda la Cabeza” (Mis Relaciones, p.785).

“Así dispuesta tu alma, pasarás al acto segundo del amor. Y para esto, si en el primero el alma miraba a Dios como esposa a Esposo, como amante a un objeto bello e infinitamente amable y amante, en el otro le mira como cabeza de un cuerpo moral… Mírale en este cuerpo que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano” (Carta 42,2).

“¡Ay! cuanto más te miro, más nueva te veo, déjate ver” (Mis Relaciones, p.724). “Yo miraba a Cristo, sabiduría increada y cabeza de la Iglesia, le miraba con los ojos de la fe, miraba sus relaciones con la Iglesia, miraba su belleza, ella misma…” (Mis Relaciones, p.725).

“…Y como yo creo que esa inteligencia clarísima y purísima me mira y me ve hace una eternidad, era muy natural estuviese yo atento a sus ojos y deseara verlos abiertos y mirándome, pues que yo la miraba” (Mis Relaciones, p. 727). “Fuera de ti, querida mía, nada tengo… Fuera de ti nadie tiene mi corazón” (Mis Relaciones, p.749).

TIEMPO PARA SER CONTEMPLADO

“Me miró. ¡Ay, dulce me fuera la muerte entonces! Vi que me miraba, y creía que me miraba con ojos favorables y de amor. La Cabeza de la Iglesia es Cristo y sus pastores, y entendía quién era ésa que ponía sobre mí sus ojos llenos de afección” (Mis Relaciones, p.727)

“Soy toda tuya. ¿Lo crees?. – No puedo dudarlo. – Cada día me daré de nuevo a ti como si fuera el primer día de nuestra unión. – Contéstame, paloma mía: dime, ¿me amas? – Sí, yo te amo” (Mis Relaciones, p.238). –

“Siendo Dios y los prójimos, esto es, la Iglesia santa, la imagen viva y acabada de Dios trino y uno y el objeto esencial y accidental, o primario y secundario del amor del hombre viador, la presencia de la cosa amada por fe en él produce el amor perfecto entre los dos amantes; y los dos son el espejo donde mira Dios Trino y Uno su imagen y se complace en ella” (Mis Relaciones, p.976).

– “Yo soy, existo, vivo, entiendo, te veo, te miro, te hablo, y yo soy tu Amante y tu Amada. Después de siete años que en mil ocasiones me repite lo mismo, mi corazón, abatido y oprimido por las conversaciones con los hombres, cae en una especie de letargo; y al despertar, los asuntos relativos al amor le parecen tan nuevos como si aquella fuese la primera vez” (Mis Relaciones, p.910).

“Amada mía, Esposa mía, Hermana mía, has herido de muerte mi corazón; con una mirada me has revelado tus pensamientos, te has dado a conocer a este miserable mortal. Y viéndote, volviéndote mis vistas, al mirarte, he quedado preso, cautivo y esclavo de la presencia de tu indefinible hermosura; y manifestándome, con tu mirar dulce y afectuoso, gracioso y atractivo, tu inmensa amabilidad y las afecciones de tu corazón para conmigo, mi corazón ha quedado herido de muerte: tu mirada me ha muerto” (Mis Relaciones, p.756).

TIEMPO PARA SER TRANSFORMADO

“Apenas la llamé se hizo sentir su presencia al fondo de mi alma. Su presencia todo lo vivifica, todo lo lava, todo lo glorifica y salva” (Mis Relaciones, p. 753,7). “Quedé tan cambiado y tan nuevo que su presencia renovó alma y cuerpo” (Mis Relaciones, p.725). –

“La presencia de tu Amada en fe, amor, y en forma y figura en tu ser y potencialidad, en tu alma y cuerpo, en una palabra, en tu persona, te ha transformado a ti en ella. Tu ser, informe sin fe ni amor en ella, ha tomado con su presencia su figura, y has sido transformado en ser suyo” ( Mis Relaciones, p.915).

“…He venido a ti, te he llamado a la soledad, y allí yo, visible a ti por fe, te he revelado mi belleza y mi amor: me ves y me conoces, porque yo he corrido el velo que me esconde a la vista de los mortales, me hablas y te respondo. Sepas que cuando, presente yo en ti por fe, me miras y me llamas, robas todos los afectos de mi corazón y me haces esclava de tu amor, del mismo modo que cuando yo me presento a ti por fe robo los tuyos con mi belleza. Yo me complazco contigo y me deleito en tu conversación, porque me conoces; y me has conocido porque has creído en mí; has creído en mi porque yo con mi presencia en ti he disipado todas las tinieblas de tu alma” ( Mis Relaciones, p.958).

TIEMPO PARA RESPONDER

“Como no reina en nosotros sin nosotros, sino con nosotros, en nosotros y por nosotros, bajo este punto de vista ofrécetele también a cuanto quiera de ti. Con fidelidad, con cuidado, con toda perfección, esfuércese en poner en práctica sus consejos. Camine según la palabra que él le anuncia en el secreto de tu corazón y vivirás eternamente.” – “¡Feliz soledad! Yo renovaré mis juramentos de fidelidad y de amor para contigo, oh Iglesia santa” (Mis Relaciones, p.332).

“Yo ya no soy cosa mía, sino propiedad tuya; porque te amo dispón de mi vida, de mi salud y reposo y de cuanto soy y tengo” (Mis Relaciones, p.722). – «Marcha, predica el Evangelio. Esta es la ley: “Amarás a Dios por ser El quien es, bondad infinita; y a tus prójimos como a ti mismo”», y me entregó el libro. Luego, extendiendo otra vez su mano derecha, me dijo: «Marcha, anuncia al mundo el perdón y la remisión de sus pecados» (Mis Relaciones, p.740).

TIEMPO PARA LA ALABANZA, LA PETICIÓN, LA ACCIÓN DE GRACIAS

“Eres tú, ¡oh Iglesia santa, mi cosa amada! ¡Eres tú el objeto único de mis amores! ¡Ah! puesto que tantos años hacía que yo penaba por ti, ¿por qué te cubrías y escondías a mi vista? ¡Oh, qué dicha la mía! Te he ya encontrado. Te amo, tú lo sabes: mi vida es lo menos que puedo ofrecerte en correspondencia a tu amor. La pasión del amor que me devora hallará en ti su pábulo, porque eres tan bella como Dios, eres infinitamente amable. Mi corazón fue creado para amarte, ahí le tienes, tuyo es, te ama. Yo te amo y tú sabes corresponder a mi amor: yo sé que me amas con amor puro y leal, firme e invariable. Yo ya no soy cosa mía, sino propiedad tuya; porque te amo, dispón de mi vida, de mi salud y reposo y de cuanto soy y tengo” (Mis Relaciones p.722).

“Yo te estoy muy agredecido. Infeliz de mí, yo estaba perdido, porque mi corazón rugía como un león buscando su Amada, no la conocía, y tú viniste a descubrírmela” ( Mis Relaciones, p.749).

“Eres toda perfecta. Y por lo mismo, infinitamente amable. Así como a la presencia del sol huyen las tinieblas y se desvanecen todas las sombras, a tu vista queda eclipsada toda la belleza, y afeada la hermosura de la más bella y hermosa de entre las hijas de los hombres; lo que se ve de agradable entre las hijas de Adán, no es más que un destello de tus glorias, riquezas y grandezas. ¡Qué seré feliz el día en que no haya en mí cosa que te desagrade!” (Mis Relaciones, p.756).

LA EUCARISTÍA COMO CENTRO Y CULMEN DEL ENCUENTRO EN SOLEDAD

“¿En el santo sacrificio del altar? -Sí, allí yo me daré a ti, allí reclinaré mi cabeza en tus brazos, allí te daré mis carnes y mi sangre, allí me daré hoy mismo toda a ti… “ (Mis Relaciones, p 236).

“Sí disponte. Entiende y atiende esta gran verdad: cada día en el santo sacrificio del altar yo renovaré contigo mi contrato matrimonial, y tú disponte para este acto; cada día allí me desposaré de nuevo contigo, no lo olvides. Y si lo olvidaras, allí a la consagración te haré sentir mi presencia” (Mis Relaciones, p.237).

MIS COMPAÑEROS EN LA SOLEDAD DEL MONTE

El mirlo solitario sobre la peña El mirlo solitario sobre las peñas, llegada la bella estación de la primavera, ha encontrado ya su consorte. Y ahora, satisfecho con tal compañera, se da a sí mismo la enhorabuena; y hallada la casa donde albergar sus hijuelos, preparan los dos su nido para colocarles. Este es uno de los testigos oculares de mis amores en la soledad, compañero fiel, que con su canto lúgubre pero melodioso celebra mi enlace con la Hija de Dios. Desde las cúspides elevadas del monte me ha llamado muchas veces la atención, no para estorbar mi conversación con mi Amada, sino para ensalzar con su dulce melodía las glorias de una ave solitaria.

El reyetón de las aves Este es el más pequeño de los volátiles, pero es en el concierto de voces un tiple muy subido y se hace sentir en todo el desierto; anda por la espesura de los matorrales, escondiendo su figura de la vista de sus compañeros; y el que juzga de él sin verle se equivoca, porque su corpulencia no corresponde al canto. Aunque éste no sea testigo ocular, por vivir siempre escondido, no obstante, fuera del tiempo de la cría no sólo ama la soledad como el mirlo, sino que vive solitario y escondido de la vista de los vivientes, y feliz en su vida retirada; desde el seno de sus escondrijos entre la maleza y enredaderas del bosque hace grandes elogios de su vida oculta.

El águila del mar sobre las elevadas crestas de este monte Esta ave pescadora, fuera del tiempo de la cría, es muy solitaria; vuela siempre a lo sublime, y desde lo alto de los cielos con su vista perspicaz ve en los mares su presa, baja con una velocidad sorprendente, la coge y se la traga. En tiempo de calma reposa sobre las aguas y, cuando viene la tormenta, viene anunciándola: «Vae, vae, vae navigantibus», y se apoya sobre las crestas más sublimes del monte. Es el emblema de un espíritu que, desprendido de las cosas terrenas, si por la acción se ofrece la ocasión, baja sobre las aguas para salvar almas; y no se detiene en el mundo sino cuando no ve peligro de tentación, y ésta la previene huyendo a la soledad del monte, colocándose en lo más sublime. Esta es una de las compañeras de soledad en este monte: me llama muchas veces la atención, no para distraerme sino para anunciarme las tormentas de esta vida en los mares del mundo y prevenirme para salvarme en ellas.(Mis Relaciones, p.978-979)

3. EXPERIENCIA: UN AMOR DE TODA LA VIDA

Aprendí a amar a Francisco Palau a los cuatro o cinco años con la Carmelitas Misioneras. Allí estaba su foto en las aulas y en el recibidor de aquel sencillo colegio de mi pueblo andaluz… Más que alguien importante, para mí era alguien entrañable porque captaba que para las Hermanas significaba mucho. Poco a poco me fui enterando que era “el Fundador”. Me sonaba a algo grande, pero no sabía muy bien de qué se trataba. Por aquel entonces para mí fundadora, lo que se dice fundadora, no había más que Santa Teresa, y para demostrarlo allí estaba ella en el retablo del altar mayor de la capilla del colegio con su libro y su pluma y su birrete de doctora. Y en el puesto de honor la Virgen del Carmen, a quien le contaba todas mis cosas y que me miraba siempre con aquellos grandes ojos tan dulces y tan llenos de ternura. Y San Elías, imponente, con su espada de fuego levantada en alto, siempre recordándonos el celo por la gloria de Dios… Pero aquel Carmelita serio de mirada profunda y lejana de los cuadros pequeños de las aulas y del cuadro grande del recibidor, no terminaba yo de ubicarlo, aunque mi cariño hacia él como algo cercano y familiar iba creciendo conforme subía de curso. Después se celebró su centenario de Fundador por todo lo alto y fue una gran ocasión para conocerlo mejor. Unos años más tarde, terminado el bachillerato elemental y a punto de dejar el colegio, como quien no quiere la cosa y aprovechando mi afición a la lectura, las Hermanas me regalaron “Carmelitas de cuerpo entero”, un libro que trataba del carisma palautiano; era todavía un libro de difícil lectura para mis catorce o quince años. Pero entendí de él todo lo que tenía que entender en aquel momento en que yo también buscaba como Palau el amor de mi vida y me preguntaba por qué camino encontrarlo: Que lo importante era amar a Dios y al prójimo. Las dos cosas a la vez. Misterio de comunión, lo llamamos ahora. Esa era la imagen de Iglesia que nos regalaba en un momento en que lo que se potenciaba era una Iglesia fuertemente jerárquica. Caí en la cuenta de que esa era la herencia que Francisco Palau había dejado a sus seguidores y me sentí identificada con ella. Más tarde, ya como Carmelita Misionera, he tenido la oportunidad de profundizar en la polifacética y fascinante figura de Francisco Palau, tan contrastante y tan unitaria. Y cuanto más le conozco más me parece una mina apenas sin explotar y sueño con que me dejé adentrarme en sus profundos pozos para poder extraer algo del metal precioso que esconde en sus entrañas. Gracias, Francisco, por esos ojos de profeta que supieron ir más allá del fenómeno externo desolador que te ofrecía la Iglesia de tu tiempo para ver en ella la belleza del mismo Dios. Gracias porque supiste actualizar, vivir y transmitir como nadie que la Iglesia es misterio de comunión: “Dios y los prójimos” en una indivisible unidad. Gracias porque no te acomodaste al proyecto del mundo en lo que tiene de deseo de poder, afán de tener, materialismo… sino al proyecto de Dios y no te importó jugarte la buena imagen y la misma vida para combatir el mal en todas sus formas. Lola Jara

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