Experiencia de contemplación y discernimiento

MOTIVACIÓN:

¿Por qué Ejercicios en SILENCIO?… (cada una se interroga). Por conveniencia de fechas, por no escuchar “más materia”, por… Por auténtico deseo de encontrarme conmigo misma y con Dios… Sea cual sea el motivo: DIOS ME ESPERA AQUÍ.

Para retomar el pulso al amor primero AHORA que estoy en situación propicia de AMOR MADURO. Y en el amor maduro: un tú a tú esponsal que repercute en los “hijos”

Pasa el tiempo… las certezas del pasado un buen día se tornan interrogantes. La primera entrega incondicional se va vistiendo de “condiciones”. Y Dios, que desde el seno materno nos segregó para El, vuelve a hacerse PRESENCIA… LLAMADA… CERCANÍA…

Después de una vida larga, en la que la experiencia de ser creyente puede haber aclimatado a ritmos rutinarios y descomprometidos, a altibajos vitales, a fidelidades monótonas, Dios QUE NOS SIGUE QUERIENDO COMO EL PRIMER DIA, O MÁS SI ES POSIBLE, REAPARECE.

Cuando Abraham tenía 99 años… Al cabo de cuarenta años… (Moisés ante la zarza ardiente…)

A cualquier edad nos puede sorprender el Señor. Moisés, persona elegida desde siempre, que no descubrió su total vocación hasta la edad madura… De él podemos aprender dos actitudes fundamentales: Acercarse para ver: capacidad de hacerse preguntas todavía, de sorprenderse, de aceptar que Dios puede seguir manifestándose. Quitarse las sandalias: pararse-despojarse-respeto-disponibilidad para volver a calzarse y caminar en otra dirección.

SABOREAR en el desierto de la vida, en la monotonía de los días, en el cansancio de los años, en la madurez de la edad, que de nuevo ALGUIEN que te conoce y te quiere TE LLAMA OTRA VEZ POR TU NOMBRE. Aunque ese ALGUIEN se entrometa en tu vida… y te despoje.

HÁBLAME para escuchar y “entender” es imprescindible PACIFICARSE

  • En el SILENCIO: saborear despacio y profundamente la mirada de amor en la que Dios nos envuelve.
  • En la SOLEDAD: saborear el secreto de mi misterio personal sin otro testigo que Dios.
  • En la NATURALEZA: saborear la huella de Dios en su creación. Sentir el viento y el sol… Acariciar con la mirada las piedras, los árboles, las flores, los insectos, las aves, el cielo… Respirar y sentirse en comunión con ese cosmos que sin palabras canta y adora al Creador.

SABOREAR la vida y llevarla a una PACIFICACIÓN en su presencia para ESCUCHAR

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