San José, siempre presente en la Iglesia

Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella, una especial gratitud y reverencia (San Bernardo de Siena).

La presencia de San José en la fe de la Iglesia es abundante y fecunda, constantemente se ha recurrido confiadamente a su especial protección de múltiples formas.

En 1889 el Papa León XIII exhortó al mundo católico a orar y obtener la protección de San José proponiéndole como Patrono de la Iglesia Universal en virtud de’aquél sagrado vínculo que le une a la Inmaculada Virgen María’ (Cf. León XIII, Oratio ad Sanctorum Iosephum).

Pero no sólo la Iglesia Universal le ha consagrado como su protector, también ocho naciones enteras se han puesto bajo su especial cuidado invocándole como Patrono Oficial: Austria, Bélgica, Canadá, China, Corea, Croacia, Perú, Vietnam.

Juan Pablo II nos dice: ‘Además de la certeza en su segura protección, la Iglesia confía también en el ejemplo insigne de San José; un ejemplo que supera estados de vida particulares y se propone a toda la Comunidad Cristiana, cualesquiera que sean las condiciones y las funciones de cada fiel’ (Redemptoris Custos n.30).

Cristo quiso nacer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la familia de Dios (Catecismo de la Iglesia Católica, 1655).

Es así como surgen en la devoción del Pueblo de Dios multitud de personas, de múltiples condiciones, oficios y estados que se ponen bajo su especial protección.

San José es venerado, además como el Patrono de: los seminarios, los padres de familia, las mujeres en estado de buena esperanza, los niños no nacidos, las familias, los trabajadores, las personas vacilantes, la justicia social, los viajeros, los emigrantes, los moribundos, la buena muerte. “La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte, a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros en la hora de nuestra muerte, y a confiarnos a San José, patrono de la buena muerte” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1014).

Ora y comparte esta pequeña oración que muchas personas han rezado:

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.

San José bendito, Protector de la Iglesia.
Tú que trabajaste día y noche al lado del Dios hecho hombre
para ganarte el sustento diario, recabando de Él fuerzas para seguir trabajando…
Tú que experimentaste la incertidumbre que supone siempre el día de mañana
y la precariedad del empleo…
Tú que irradias hasta hoy el ejemplo de tu persona,
humilde a los ojos de la gente, pero gigantesca a los de Dios…
Mira a esta tu familia que te ha sido confiada.

Bendice a tu Iglesia; impúlsala por las sendas de la fidelidad evangélica…
Protege a los trabajadores en su duro bregar de cada día;
garantízalos su puesto laboral junto con un salario digno;
defiéndelos del desaliento y de la tentación de las protestas destructoras;
lo mismo que de la seducción del consumismo…
Ruega por los pobres que prolongan en la tierra la pobreza de Jesús
y suscita en su favor el apoyo y compañía de sus hermanos más dotados…

Custodia la paz del mundo,
esa Paz que es la única que puede garantizar el progreso de los pueblos
y el logro pleno de las esperanzas humanas…
Y todo por…el bien de la Humanidad,
la misión de la Iglesia
y la gloria de la Ssma. Trinidad. Amén (Pablo VI).

Himno a san José. Música católica

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