Así pudo ser la habitación donde nació Santa Teresa

El Convento-Casa Natal de Santa Teresa, en Ávila, ha abierto un nuevo espacio visitable, donde ha sido recreada la habitación donde nació Santa Teresa de Jesús.

Adosada a la Capilla del Nacimiento, la «habitación de Teresa», ocupa el espacio de una antigua capilla que hasta ahora permanecía cerrada al público. Sobre el suelo desgastado, de una antigüedad de 150 años, se han ubicado una cama con pilares de madera, un baúl, un escritorio, una jofaina y un brasero dorado, entre otros elementos del siglo XVI procedentes de conventos de Ávila, Toledo y Medina del Campo.

Los visitantes podrán contemplar este rincón en el que en su día estuvo ubicada la habitación donde nació Teresa, en el palacio donde habitaron sus padres Alonso de Cepeda y su segunda esposa, Beatriz de Ahumada, ya que el convento se construyó sobre el solar que ocupó ese inmueble.

En este espacio lucirá una llama sobre un candelabro, bendecida y que, denominada Luz de Teresa o Llama del Centenario, arderá durante todo el año de la conmemoración. La bendición de esta luz se enmarca en los actos que ha organizado la Orden del Carmelo Descalzo para abrir el V Centenario del Nacimiento de la santa (1515-2015).


Así relata Teresa sus recuerdos familiares, en su autobiografía:

«El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos.

Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años… Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados…» (Vida 1,1).

Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento…. (Vida 1,2).

Eramos tres hermanas y nueve hermanos. Todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque era la más querida de mi padre… (Vida 1,3) …No me parece os quedó a Vos nada por hacer para que desde esta edad no fuera toda vuestra. (Vida 1,8)

Noticia publicada en el Blog del Centenario:Teresa, de la rueca a la pluma

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