Año nuevo, deseos de felicidad, tareas pendientes, buenas causas nos están esperando. Es hora de comenzar con ánimo y alegría. La pereza es contraria a la acción del Espíritu Santo. No esperemos a mañana, comencemos hoy. Teresa de Jesús nos contagia su ánimo. «Ahora comenzamos, dice, y procuremos ir comenzando siempre de bien en mejor» (F 29,32).
«Determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare» (C 21,2). Es una de las expresiones más conocidas de Teresa de Jesús. La hacemos nuestra para comenzar el camino con alegría, dejando fuera todas las excusas que ralentizan los pasos. Frente a la tentación, siempre posible, de quedarnos con los brazos cruzados, el Espíritu nos propone nuevos caminos para recorrer.
«Hacer eso poquito» (C 1,2). El pensar en las grandes cosas puede retrasar que comencemos, ahora mismo, a realizar las cosas pequeñitas de cada día. Teresa de Jesús nos invita a salir de este engaño. «No hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen… aunque sean pequeñas las obras» (7M 4,15). La fidelidad de los pequeños gestos de cada uno prepara un futuro esperanzador para muchos.
«Mil vidas pondría yo para remedio» (C 1,1). Así se implica Teresa de Jesús. No solucionamos nada esperando que otros den el primer paso. Nunca cambian tanto las cosas como cuando cambia uno mismo. Hay tareas que esperan que nos impliquemos. En estos primeros días de enero nos sale al paso, por ejemplo, la situación de los inmigrantes. Es urgente crear para ellos espacios sanadores de acogida, donde se curen tantas heridas marcadas a fuego en sus entrañas. No nos quedemos al margen de la movida del Espíritu. Todos somos familia y la Iglesia no tiene fronteras, es madre de todos. Derribemos las fronteras del corazón.
«Juntos andemos, Señor» (C 26,6). No vamos solos por el camino. Jesús viene con nosotros. Con nosotros va la comunidad cristiana. No tengamos miedo de que nos falten las fuerzas. Juntos, podemos hacer algo sólido, solidario, para los más afectados por la crisis.
«Es tiempo de caminar». Estas palabras, pronunciadas por Teresa de Jesús en los finales de su vida, manifiestan su pasión de caminar para «hallarle (a Jesús) más presto» (C 4,4). ¿Por qué no las hacemos nuestras? Que ninguna dificultad se nos ponga delante, cuando se trata de cumplir los deseos de Jesús o de servir y hacer el bien a los más pobres.
Pedro Tomás Navajas, carmelita