En el V Centenario de Santa Teresa
El libro de Las Moradas o el castillo interior es una obra de madurez en la vida de su autora, por eso, desde los primeros estadios, sus propuestas de vida espiritual son abiertas y estimulantes. Habla desde la experiencia, transmite vida. Un repaso por las dos primeras moradas permite identificar algunos sabios avisos para el camino.
La puerta del castillo
La imagen que recrea Teresa en estos capítulos iniciales es la de considerar el alma humana como un castillo de muchas estancias y diferentes aposentos en cuyo centro habita Dios; de ahí la dignidad de cada persona; es éste un descubrimiento radical. Un castillo transparente que permite vislumbrar, aunque sea de lejos, la grandeza que hay en su interior, presentir el calor de quien lo habita e incluso oír su voz. Quien lo transita puede entrar o salir, moverse a su antojo (“Déjela andar por estas moradas…”), si bien sólo muy dentro “Pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma”.
Entrar dentro, esta es la cuestión
La autora de Las Moradas avisa de que hay quien se queda en la ronda del castillo y no llega a saber qué hay en su interior porque la puerta del castillo es la oración, una oración que ya sea mental o vocal,ha de ser con consideración, es decir, cayendo en la cuenta de con quién se está y de con quién se habla. A partir de esta experiencia son necesarias algunas cautelas, la primera es centrarse (“Procure dar de mano a las cosas y negocios no necesarios”), evitar la dispersión. Teresa invita a dejar que el Señor tome el protagonismo de la propia vida. Nada en este proceso se logra a fuerza de brazos: “No ha de ir a fuerza de brazos este empezarse a recoger”. La receptividad de Dios ha de provocar una donación cada vez más profunda por parte de la persona. Ahí entra el propio conocimiento, base de la humildad, que no consiste en una auto auscultación personal, sino que es consecuencia de la relación con Dios, lo que produce el contraste de “lo negro cabe lo blanco” que de este modo tan gráfico nos ofrece Teresa.
Andar con alegría y libertad
Desde el comienzo, el itinerario que presenta la santa en este libro es de una gran anchura de espíritu: “Porque las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza”. El hilo de la narración que lleva su autora no está hecho de normativas rígidas ni de escalones que hay que subir o bajar, sino de confianza y humildad porque la persona, desde el primer nivel, es invitada, enviada, llamada personalmente. Los esfuerzos que ha de hacer tienen que ver con su grado de determinación para seguir el camino que se le ha mostrado e ir procurando una coherencia de vida.
Berta Marco
Institución Teresiana