SANTA TERESA DE JESÚS (1515- 1582)

¿Quién fue realmente Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada conocida popularmente como Teresa de Ávila o Teresa de Jesús? ¿Qué hizo? ¿Cuál fue su verdadera personalidad? ¿Qué la movió a escribir y a viajar constantemente a pesar de ser monja de clausura? ¿Por qué tuvo tantas resistencias, contratiempos, enfrentamientos como mujer emprendedora de su época? ¿Cómo llegó a ser escritora si nunca fue «letrada», es decir, sin haber ido nunca a la universidad y, sin embargo, ello no le impidió hablar ni escribir ni discutir con letrados y demás autoridades civiles o eclesiásticas de la época?

Está inserta en la lista de los doctores de la Iglesia siendo la primera mujer que en 1970 fue incluida en ella. Reformó una orden religiosa, la orden carmelitana; en 20 años fundó veinte monasterios de monjas y 16 de frailes…  Fue beatificada en 1614 (a poco más de treinta años de su muerte) y canonizada en 1622.  En 2015 se celebró la conmemoración del V centenario de su nacimiento.

            Pero empecemos por conocer sus orígenes…

Su padre,  Alonso Sánchez de Cepeda, perteneciente a una familia noble  abulense, fue hijo de Juan Sánchez de Toledo, de origen judío converso, un rico comerciante de paños y sederías. Alonso Sánchez de Cepeda, el padre de Teresa, se casó dos veces. En 1505, con Catalina del Peso y Henao. Con ella tuvo dos hijos: María, y Juan.​ Su esposa falleció de peste en 1507. Tras quedarse viudo, se casó con Beatriz de Ahumada en  1509, y tuvo  diez hijos: Hernando, Rodrigo, Teresa, Juan (de Ahumada), Lorenzo, Antonio, Pedro, Jerónimo, Agustín, y Juana. ​Todos los hermanos varones de Teresa fueron militares al servicio del emperador Carlos I. Su hermano Hernando fue el primero que se fue a América y detrás de él todos los demás.

Según relata ella misma en su libro Vida, desde sus primeros años mostró una gran imaginación. Su padre, aficionado a la lectura, tenía libros escritos en lengua romance (castellano) en casa. A Teresa le entusiasmaban los  libros de caballerías tan de moda en su época. También le gustaban las vidas de santos: le impresionaba mucho el heroísmo de los que preferían morir antes que renegar de su fe. En su biografía dice que, cuando era niña, siempre estaba leyendo algún libro, sin embargo, Teresa no fue a la universidad ni estudió latín. Nunca pasó por una escuela infantil ni juvenil. Todo lo aprendió en casa; se supone que pudiera haber tenido algún maestro en casa. No debemos olvidar que entonces la enseñanza estaba reservada a los varones. Pero todo ello no le impidió hablar, escribir cartas y relacionarse con personas de todos los niveles sociales.

Dos acontecimientos marcaron su juventud: la muerte de su madre cuando tan solo tenía doce años y la grave enfermedad que sufrió al poco tiempo de ingresar en el convento de las carmelitas de La Encarnación en Ávila en 1535 que la obligo a salir de él durante cuatro años y que la llevó a sufrir una crisis tan grave que la sumergió en un coma profundo hasta el punto de darla por muerta. Llegaron incluso a cavar su tumba, pero su padre decidió esperar antes de enterrarla y al cabo de unos días recuperó el conocimiento. Cuando despertó solamente podía mover un dedo. Esta última experiencia la marcaría para toda la vida; padeció continuamente de catarros, migrañas, fiebre, dolores garganta, de hígado, de estómago, de riñones y de corazón.

Regresó al convento en 1542. La vida de entonces en los conventos no era muy rigurosa en lo que respectaba a apartarse del mundo. Las monjas podían recibir visitas de familiares que a veces se hospedaban allí y también podía salir del convento con permiso de la superiora para pasar temporadas con la familia. Por todo ello, en septiembre de 1560, sintió la necesidad de fundar un nuevo convento reformado que observase las reglas originales de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo con la intención de volver a la austeridad, la pobreza y la clausura,  pero hasta 1562 no lo consiguió tras muchos avatares y dificultades. El convento de San José en Ávila sería el primero de los muchos que fundaría después, en total 17 monasterios en menos de 14 años: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582).

En estos conventos reformados las monjas se dedicaban a la oración, a la lectura de libros religiosos y al trabajo manual (labores domésticas, costura…). Una innovación que aportó Teresa fueron los periodos de recreo, uno después de comer y otro después de cenar porque consideraba de vital importancia dos cosas: que fueran pocas en cada convento, no más de 13, y que se relacionaran y conociesen entre ellas.  El 13 de julio de 1563 Teresa se «descalzó»: en lugar de los zapatos, que se usaban en el convento de la Encarnación, pasó a llevar unas alpargatas de cáñamo. Las demás religiosas hicieron lo mismo. Por eso pasaron a ser conocidas como carmelitas descalzas.

Teresa murió en Alba de Tormes a los 67 años de edad la noche del 4 de octubre de 1582. Con la reforma gregoriana del calendario ese día pasó a ser 15 de octubre, fecha en que se celebra su festividad. (El calendario gregoriano sustituyó al calendario juliano introducido por Julio César en el año 46 a. C.  El cambio a este nuevo calendario propiciado por el papa Gregorio XIII obligaba a eliminar 10 días para corregir un error de cálculo existente).

Desde el punto de vista literario…

Santa Teresa es una figura destacada de la literatura del siglo XVI. Escribió las siguientes obras:  El libro de la vida (1565), Camino de perfección (1566), Las moradas del castillo interior (1577), Las fundaciones (1582), Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares, Relaciones espirituales (1579), Exclamaciones del alma a Dios, Poesías y cartas.

La poesía de Teresa de Jesús nace de los metros populares, el arte menor y las redondillas o los versos asonantados y siempre con el efecto de los estribillos. La huella del cancionero tradicional y de la poesía castellana del siglo XV, que es fundamentalmente lo que ella pudo leer antes de entrar en el convento, es evidente. Su poesía es inferior a su obra en prosa, pero no deja de ser una poesía atractiva por su ternura como afirma el profesor Valbuena Prat [Historia de la Literatura, 1956]. Algunos de sus poemas más conocidos son: Vivo sin vivir en mí; Alma buscarte has en mí; Vuestra soy para vos nací; Nada te turbe….

Desde el punto de vista literario, Teresa es una escritora muy peculiar no solo por el contenido de sus escritos sino también por la forma en que lo hace. Ella escribe como habla por ello en sus libros nos encontramos con muchas digresiones que interrumpen el hilo argumental de lo que está escribiendo para decir lo que piensa e incluso, en muchas ocasiones, se dirige a «Su Majestad», es decir, se pone a rezar delante del lector. Pero todas estos “desvíos” de los que ella misma se da cuenta no restan a sus escritos la elegancia que elogiaba de ella el propio fray Luis de León, su primer editor, en  su famosa carta-prólogo a la edición príncipe saliendo al paso de quienes se habían atrevido a enmendar la sintaxis y el léxico teresiano: “El castellano de la Madre (Teresa) es la misma elegancia; que aunque en algunas partes de lo que escribe, antes que acabe la razón que comienza, la mezcla con otras razones y rompe el hilo comenzando muchas veces con cosas que ingiere, mas ingiérelas tan diestramente, y hace con tan buena gracia la mezcla, que ese mismo vicio le acarrea hermosura”. Su escritura -afirma el padre Tomás Álvarez- es, en realidad, un texto oral, por ello la mejor manera de leerla es en voz alta. En este sentido, se puede considerar a santa Teresa como el mayor testigo de la lengua oral del siglo XVI.  Por otra parte, con objeto de hacerse entender y llegar a un público tan sencillo como eran sus monjas, utilizó la alegoría, heredada de la literatura medieval, la metáfora y la comparación.

Algo importante que no hay que olvidar es que Teresa no escribe para sí misma ni por el mero hecho de escribir. La mayoría de los libros que escribe los escribe por obediencia a sus confesores que le indicaron lo valioso que sería que contase todo su proceso vital y espiritual a sus monjas (Libro de la vida, Las Moradas) o, incluso, por mandato del propio Jesús que llegó incluso a indicarle el título de su libro más importante, Castillo Interior, que luego será conocido por el título de Las Moradas, cima de la mística universal.  En otra ocasión, son sus propias monjas las que le piden que lo haga porque quieren que las enseñe a rezar (Camino de perfección).

A Teresa le costó mucho esfuerzo el hecho de sentarse a escribir por varias razones: por su mala salud, padecía sobre todo de continuos dolores de cabeza; por su falta de tiempo, realizó muchas fundaciones que implicaban muchos problemas y contratiempos que tenía que resolver y viajes que realizar; por las numerosas cartas que recibía y tenía que responder; y, sobre todo, por su fuerte deseo de llevar una vida sencilla de trabajo manual, silencio y oración.

Su experiencia espiritual….

Teresa es una persona que se hace preguntas, que quiere saber el sentido de su vida. En este sentido, lo más decisivo de su vida será su relación con Dios. Es entonces cuando Ella se pregunta cómo es posible que Dios se relacione con un ser tan pequeño como ella, cómo es posible que Dios se abaje para relacionarse con el ser humano porque comprueba, por propia experiencia, que sí es posible en esta vida comunicarse con Dios a través de la oración.

Además, se da cuenta de que hay muchos tratados de oración que detallan cómo orar, pero muy pocos que expliquen los beneficios y las gracias que las almas alcanzan de Dios a través de la oración. En su libro Las moradas tratará de explicarlos y propone para ello el símbolo o la comparación del alma como un castillo con muchas moradas: “Considerar nuestra alma como un castillo todo de diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas” (1M 1,1). Las moradas simbolizan los distintos grados de intimidad de Dios con el alma. Y en la parte más profunda del castillo, la séptima morada, está viviendo un rey, que es Dios y que nos está continuamente llamando porque está deseando comunicarse con cada alma por puro amor hacia ellas.  La puerta para entrar en este castillo nos dirá que es la oración. Teresa define así la oración: tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida, 8). Ella escribe, por tanto, para engolosinar a las almas (Vida 18,8) de modo que quien lea sus escritos se decida a emprender el camino de la oración, una experiencia al alcance de todos.

Teresa, mujer en una sociedad patriarcal …

Teresa, en un pasaje de radical feminismo de su libro Camino de perfección, se queja de cómo son tratadas sus monjas y ella misma por su condición de mujer: ¿No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas e incapaces para que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habéis de oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia que sois un justo juez,y no como los jueces del mundo, y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa… (Pasaje tachado por el censor en la primera redacción de su libro Camino de perfección 3, 7.)

 Teresa supo desenvolverse en la sociedad patriarcal en que le tocó vivir salvando fuertes obstáculos y dificultades en todas las empresas que acometió.  El padre Tomás Álvarez, uno de los mayores especialistas en santa Teresa de Jesús, afirmó al respecto:  Es importante señalar la personalidad tan fuerte que tuvo. Fue capaz de no sucumbir en una sociedad y ambiente antifeminista.  Como mujer “no letrada”, como ella misma afirmaba, fue capaz de relacionarse poderosamente con hombres de todos los niveles: teólogos, obispos, tratantes, mercaderes, banqueros como Simón Ruiz y supo imponer sus convicciones innovadoras con respecto a la Orden del Carmelo Descalzo.  Esto le llevó en muchas ocasiones a ser incomprendida e incluso perseguida por algunos de sus superiores e incluso su libro Vida fue denunciado a la Inquisición, aunque ésta nunca se pronunció sobre él.

            Para concluir …

No se puede interpretar el mundo actual sin entender el hecho religioso. Un dato a tener en cuenta es que dos tercios de la población mundial tiene creencias transcendentales, por ello conocer bien el hecho religioso debería formar parte de la cultura de todo ciudadano y, sin embargo, en las sociedades occidentales actuales, se persigue silenciar e incluso negar a las nuevas generaciones esta realidad dando por sentado, con abrumadora seguridad, la no existencia de Dios.  En este sentido, -aseguró el padre Tomás Álvarez –el testimonio de santa Teresa es fundamental. Sus obras no son las obras de un teólogo que teoriza sobre la existencia de Dios sino las de un místico en las que nos cuenta con sinceridad y sencillez lo que ha vivido, sentido y experimentado en primera persona. Teresa habla con y de Dios con una naturalidad asombrosa y es algo que choca con la realidad contemporánea en la que hay tantos libros y pensadores que niegan su existencia.

Además, Teresa quiere que, a modo de guía, sus escritos sirvan para que cada persona haga su camino personal de relación y oración con Dios sin olvidar su gran descubrimiento personal: solo es posible llegar a Dios a través de la humanidad de Jesús; por ello siempre firmaba sus obras y se hacía llamar “Teresa de Jesús”.

Finalmente, recordaré la sentencia de don Miguel de Unamuno: La lengua española pensó y sintió a Dios en santa Teresa en consonancia con la respuesta que Víctor Hugo había dado con anterioridad a una pregunta que le fue hecha sobre las bondades de los idiomas: El inglés es ideal para hablar de negocios, el alemán se hizo para las ciencias, el francés es el lenguaje del amor y el español, ¡ah, el español!, es el idioma para hablar con Dios.

¡Ojalá que este pequeño apunte sobre la santa de Ávila sirva para plantear algunos interrogantes y la posibilidad, a los que todavía no lo han hecho, de abrirse a lo transcendente, a esa Otra Realidad que nuestra sociedad materialista, consumista, tecnológica y científica, basada en la razón y en el disfrute, trata de ahogar, afortunadamente, sin éxito completo porque la Verdad siempre permanece!

Julia López Lasala
Especialista en Espiritualidad Bíblica

Fuentes:

 https://www.youtube.com/watch?v=XYz6F7LbgSc  Primera parte de la entrevista al P. Tomás Álvarez

 https://www.youtube.com/watch?v=-WTa7B9L_Yo  Segunda parte de la entrevista al P. Tomás Álvarez

 https://www.youtube.com/watch?v=j7-8zZ2R2Ac Tercera parte de la entrevista al P. Tomás Álvarez.

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