Fiesta de San Juan de Ávila
Como clero de la Diócesis de Burgos abrís hoy las puertas a Teresa de Jesús para dialogar con ella en el V Centenario de su Nacimiento. Por unos momentos detenéis vuestro caminar cotidiano para pedirle a una mujer mística, aparentemente alejada de nuestros estilos de vida, que nos diga lo que sabe de Dios por experiencia. Acostumbrados a oír y decir tantas palabras de Dios que se secan apenas salen de la boca, intuimos en Teresa de Jesús una palabra distinta, esperanzada, sorprendente. Con ella caminamos hacia lo que el Espíritu nos impulsa para seguir haciendo en nosotros grandes cosas.
Lo hacemos en el día en que celebramos a vuestro patrono, san Juan de Ávila. Contemporáneo de Teresa de Jesús, tuvo la suerte de leer, aquejado ya por penosas enfermedades, en los últimos meses de su vida, el libro de la Vida de la Madre Teresa. Dejó de él un precioso testimonio, una auténtica filigrana, que luego comentaremos más detenidamente. Baste ahora quedarnos con el detalle de un hombre de gran experiencia de Dios dispuesto a aprender y recibir consuelo de la experiencia que cuenta Teresa de Jesús: “Cuando acepté el leer el libro que se me envió, no fue tanto por pensar que yo era suficiente para juzgar las cosas de él, como por pensar que podría yo, con el favor de nuestro Señor, aprovecharme algo con la doctrina de él; y gracias a Cristo, que, aunque lo he leído no con el reposo que era menester, mas heme consolado, y podría sacar edificación, si por mí no queda” (Carta 158).
Como Juan de Ávila, hoy tenemos la suerte de dejar que esta mujer universal, la primera doctora de la Iglesia, se siente en su taburete de tres patas sin respaldo -ésa era la cátedra que utilizaba para conversar con sus monjas en el convento de san José de Ávila-, y nos hable de Dios. “¡Qué bien hablaba de Dios!”, dice Teresa de María Briceño, monja de las agustinas de Gracia. Que nos hable de Dios con ese amor a la verdad y esa alegría, con esa “determinada determinación”, que fueron siempre su distintivo. Teresa de Jesús no se presenta como maestra, pero ¡cuánto enseña! No posee nada, no quiere ser “en nada, nada”, pero da lo que necesitamos para el camino. Dice que es ignorante – se ríe de las comparaciones que le vienen a la mente para hablar de lo que casi nadie habla-, pero abre sendas nuevas. Es débil, pero pasan los siglos y sigue viva su memoria. Lucha, pero a todo el que se acerca a ella le regala la paz y lo cura de la tristeza.
Teresa de Jesús, que ha sido una mujer moderna porque ha estado siempre buscando la verdad de sí misma, de su experiencia de Dios y del mundo -“no diré cosa que no haya visto por experiencia” (Camino, Prólogo 3)-, no tendrá dificultad en conectar con nosotros, que también buscamos respuesta a las preguntas hondas que nos hacemos y que son la señal de que estamos vivos y que hay en nosotros sed y hambre de verdad, de justicia, de santidad.
Teresa de Jesús se ha tomado en serio la inquietud radical del ser humano de encontrarse con Dios y de dejarse encontrar por Él. En ella comprobamos que la pasión del hombre por Dios no es inútil. Esta búsqueda la ha hecho más humana. Es conocida por todos su sentencia: “Entre los pucheros anda el Señor” (F 5,8), y su confidencia de mujer regateadora en los rastrillos donde adquiere cuadros para sus conventos: “Estoy tan baratona y negociadora que ya sé de todo” (Ct 24,5)-. Por otra parte, las aproximadamente quince mil cartas que escribió en los últimos veinte años de su vida, con tantos asuntos y nombres dentro de su corazón, la hacen cercana a la vida. Y finalmente su grito teologal, comprometido, ante lo que ve en la iglesia y el mundo: «Estase ardiendo el mundo, quieren volver a sentenciar a Cristo, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por los suelos… No es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia» (C 1,5). Quizás por esto pueda ayudarnos a entender este misterio de la vida que nos traemos entre manos. Su palabra, tan antigua y tan nueva, tan lejana y cercana, agita las aguas tranquilas, cuestiona, sugiere, abre horizontes, invita a no renunciar a los sueños, es inspiradora para ir más allá de nuestras expectativas.
Teresa de Jesús viene de su viaje místico con abundante sabiduría acerca de las cosas de Dios y del hombre. Purifica de gangas el concepto de Dios –“de devociones a bobas nos libre Dios” (V 13,16)-. Descubre asombrada la belleza y dignidad del ser humano, nunca lo ve como un símbolo destruido, sino como una interioridad habitada, un palacio de cristal, un huerto regado, un camino, una morada habitada por Dios. Invita a «Considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas» (1M 1,1).
Vamos a espiar sus pasos hacia el manantial, vamos a escuchar cómo habla de Dios.Agradezco a Jesús Yusta el haberme invitado a compartir con todos vosotros esta fiesta. Os deseo a todos los celebráis las bodas sacerdotales un feliz día en nombre de todos mis hermanos carmelitas. Feliz día para todos vosotros, hermanos sacerdotes de la Diócesis de Burgos. Feliz día para nuestros hermanos obispos Ramón del Hoyo y Francisco Gil Hellín, aquí presente. Feliz día para el grupo de mujeres que os habéis acercado para dejaros engolosinar por Teresa. Gracias a todos por querer escuchar a Teresa de Jesús.
1.- TERESA DE JESÚS, UNA MUJER QUE VIVE, PIENSA Y COMUNICA EXPERIENCIAS
2.- TERESA DE JESÚS TRATA DE ENTENDER ESTE TESORO Y BUSCA QUIEN LE AYUDE A ENTENDERSE
3.- TERESA DE JESÚS NARRA, COMUNICA LO QUE HA ENCONTRADO
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SANTA TERESA DE JESÚS: Narradora de la alegría de Dios. Fiesta de San Juan de Ávila