Vigilia de oración, Burgos, 14 de octubre de 2023
Se invita a las personas que se coloquen en la entrada de la Iglesia.
Monición. Teresa fue amiga de caminar, la llamaron “inquiera y andariega”, y de hacerlo en compañía: Juntos andemos.
En el Sínodo también somos invitados a orar juntos, a caminar juntos. Sínodo es el camino por el que el pueblo avanza con entusiasmo.
Oramos al Espíritu, que es el protagonista de que seamos Sínodo para emprender, con la Iglesia, el camino de Jesús, para crecer en el amor al Señor.
Nos acogemos unos a otros. El Espíritu estrena caminos de fraternidad. Somos una Iglesia abierta, acogedora, sin fronteras, que abre a todos la puerta.
Hacemos el camino con Teresa de Jesús: JUNTOS ANDEMOS, SEÑOR. Teresa, mujer itinerante, vivió en salida. El amor no la dejó instalada, la abrió a horizontes más amplios, se sintió enviada a vivir y llevar el Evangelio a los caminos y llegar a las periferias humanas “para mirar a los ojos y escuchar, para acompañar al que se quedó al costado del camino” (Papa Francisco, EG 46).
Nos ponemos en camino EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Canto: Juntos andemos, Señor.
Se intercalan con el canto estas tres actitudes.
– Caminamos con el oído atento para escuchar y escucharnos.
– Caminamos participando con nuestros dones en la mesa común.
– Caminamos con el gozo de la comunión.
Llegados al lugar de la celebración, el grupo se coloca de tal forma que, a ser posible, puedan verse todos. “No parece que te escuchan si no te miran”. Es el momento de recordar nuestro bautismo.
Monición. Tomamos conciencia de que Iglesia sinodal se funda en el reconocimiento de la dignidad común que deriva del bautismo, que hace de quienes lo reciben hijos e hijas de Dios, miembros de su familia y, por tanto, hermanos y hermanas en Cristo, habitados por el único Espíritu y enviados a cumplir una misión común.
En el bautismo hemos recibido un don y un desafío: ser una Iglesia de hermanos, que se acogen y son transformados gradualmente por el Espíritu. Todas nuestras fuentes están en Dios.
Peticiones de liberación. Cada participante responde:
Líbrame, Jesús.
* Del apego a mi propia verdad… ¡Líbrame, Jesús!
* De mi ego, de sus jugadas… ¡Líbrame, Jesús!
* De ser esclavo de mi propio criterio… ¡Líbrame, Jesús!
* De creer que soy imprescindible… ¡Líbrame, Jesús!
* De vivir encerrado en la burbuja de mis ideas… ¡Líbrame, Jesús!
* De cerrarme al Espíritu que me habita en lo más profundo… ¡Líbrame, Jesús!
* Del deseo de imponer mi criterio, mis ideas… ¡Líbrame, Jesús!
* De la certeza íntima de creer que sólo yo llevo la razón… ¡Líbrame, Jesús!
*De hablar altivamente, de mirar a los otros por encima… ¡Líbrame, Jesús!
Se asperja a los presentes con agua, como recuerdo del bautismo.
ESCUCHA DE LA PALABRA
Monición: Hacemos espacio a Dios y a los otros por medio de la escucha, que es siempre humilde. Todo nuestro bien consiste en aprender a recibir de quien es tan amigo de dar y de darse por entero (VM 1,5).
Lectura de la Palabra: 1 Co 12, 4-7 y Jn 14,23.
Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor;
y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Momento de silencio
El que me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará,
y vendremos a él y haremos morada en él.
CONVERSACIÓN EN EL ESPÍRITU
Monición. La Iglesia es lugar de encuentro y de diálogo, sin temor a la variedad, al revés, valorándola.
Teresa, por su experiencia humana y su experiencia de Dios, es una gran comunicadora de las cosas de Dios: “Que lo diga la casa de Israel: Que es eterno su amor” (Sal 117). El amor es la forma más bella que encuentra de contar a Dios:
“Aquí todas han de ser amigas, todas se han de querer, todas se han de amar, todas se han de ayudar” (C 4,7).
“Estase ardiendo el mundo… No es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” (C 1,5).
Las perlas preciosas que encuentra en el camino nos las comunica a todos:
“Esta es la verdadera unión con su voluntad, y que si vieres loar mucho a una persona te alegres más mucho que si te loasen a ti. Esto, a la verdad, fácil es que, si hay humildad, antes tendrá pena de verse loar. Mas esta alegría de que se entiendan las virtudes de las hermanas es gran cosa, y cuando viéremos alguna falta en alguna, sentirla como si fuera en nosotras y encubrirla» (5M 3,11).
Teresa sabe lo importante que es compartir unos con otros para recorrer el camino con libertad y alegría:
“A los que veo más aprovechados y con estas determinaciones y desasidos y animosos, los amo mucho, y con tales querría yo tratar, y parece que me ayudan. Las personas que veo tímidas y que me parece a mí van atentando en las cosas que conforme a la razón acá se pueden hacer, parece que me congojan y me hacen llamar a Dios y a los santos que estas tales cosas, que ahora nos espantan, acometieron; no porque yo sea para nada, pero porque me parece ayuda Dios a los que por Él se ponen a mucho, y que nunca falta a quien en Él solo confía, y querría hallar quien me ayudase a creerlo ansí, y no tener cuidado de lo que he de comer y vestir, sino dejarlo a Dios” (Teresa de Jesús, Cuentas de conciencia, 21).
Como experiencia sinodal se juntan las personas, de tres en tres, para hablar de Dios y discernir cómo tendríamos que vivir para ser fieles al Señor en esta hora.
MOMENTO DE ALABANZA
Monición. Unidos a María, unidos a Teresa, entonamos nuestro magníficat glorificando a Dios:
“Sea Dios alabado y entendido un poquito más, y gríteme todo el mundo” (7M 1,2).
Los participantes en el encuentro de oración, espontáneamente, unidos a toda la Iglesia, alaban al Señor embarcados en la experiencia sinodal de comunión, participación y misión.
Se termina el momento orante con esta bendición:
DIOS, nuestro Padre,
que muchas veces y en diversos modos
habló a nuestros padres por medio de los profetas
os guíe siempre a vosotros
y a toda la Iglesia en la fidelidad a su palabra
y en el discernimiento de su voluntad.
R. Amén.
El Hijo, enviado en la plenitud de los tiempos
para manifestar a todos
las riquezas de la misericordia del Padre
os custodie en comunión con él
y con los hermanos y hermanas.
R. Amén.
Que el Espíritu Santo os guíe a todos vosotros,
y en particular a la Asamblea sinodal
a reconocer los signos de los tiempos
para que, adhiriéndose en todo a la voluntad de Dios
den abundantes frutos de unidad para la vida de la Iglesia
y para el anuncio del Evangelio.
R. Amén.
Y la bendición de Dios omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre vosotros y permanezca siempre.
R. Amén.
Canto:
ENSÉÑANOS EL AMOR
TERESA, MADRE TERESA.
DEVUÉLVENOS LA ALEGRÍA.
DESCÚBRENOS LA POBREZA.
Cuando el hombre tiene más
menos sabe de alegría.
¿De qué sirve la mesa llena
cuando el alma está vacía?
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