VIGILIA DE ORACIÓN EN LA FIESTA DE SANTA TERESA
Palabras de acogida
Nos reunimos esta tarde para celebrar una vigilia de oración. Sentimos viva la presencia de santa Teresa, tan amiga de orar y de buscar amigos de orar. Nos unimos al pueblo de Ecuador en su dolor, al pueblo curdo expulsado de su tierra por las bombas, a los millones de personas expuestos a la pobreza radical según el informe de CARITAS, al Sínodo de la Amazonía.
«La vigilia es un espacio motivador y sanador, un lugar donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales» (Papa Francisco).
Momento de música.
1ª Escena: «ANDABA MI ALMA CANSADA»
Entra la madre Teresa caminando con un bastón. Se sienta. Y dice el momento que está viviendo.
«Andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía» (V 9,1).
«Deseaba vivir, que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte, y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole» (V 8,12).
«Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar –a lo que ahora me parece– de no poner en todo la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto de mí. Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios» (V 8,12).
Una persona se acerca a la madre Teresa y dialoga con ella.
A nosotros, también nos sucede como a ti, Teresa. Andamos cansados, vivimos una fe cansada, sin entusiasmo. Cuando nos hablan de implicarnos en alguna tarea pastoral tratamos de escaparnos por temor a que nos roben nuestro preciado tiempo libre.
No es que tengamos exceso de actividades, sino que las que tenemos las vivimos mal, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que nos anime.
Estamos cansados, como tú. Y no se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho. Poco a poco entramos en lo que el papa Francisco llama «el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad».
Llamados a iluminar y a comunicar vida, nos dejamos cautivar por cosas que solo generan oscuridad y cansancio interior.
A veces vivimos con la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo.
Teresa:
Ven, venid, pidamos al Espíritu que encienda en nuestros corazones el fuego de su amor. Estéis como estéis. A mí me gusta mucho la determinada determinación. Y a Dios le gustan los ánimos animosos. Los desafíos están para superarlos. Confiemos en nuestro amigo Jesús, que siempre camina con nosotros; él nos ayuda en este momento. No perdamos la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera! Es el momento de confiar en la misericordia inagotable de Dios.
CANTO:
VENGO AQUÍ, MI SEÑOR,
A OLVIDAR LAS PRISAS DE LA VIDA.
AHORA SOLO IMPORTAS TÚ,
DALE LA PAZ A MI ALMA.
2ª Escena: «NO QUERRÍA VIVIR SINO EN VOS» (V 16,5).
Habla Teresa:
«Pues, buen Maestro nuestro, dadnos algún remedio cómo vivir sin mucho sobresalto en guerra tan peligrosa» (C 40,1).
Dejemos que Jesús, con su palabra, se acerque a nuestras vidas. Sus palabras sosiegan, fortalecen, animan, renuevan. Sus palabras son obras, fortalecen la fe y aumentan el amor. Os propongo que escuchemos juntos el evangelio de la Samaritana.»Desde muy niña era muy aficionada a este Evangelio y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquella agua» (V 30,19).
Proclamación y escucha del Evangelio:
Se inicia la procesión con la Palabra y el Cirio. Los que participan en la vigilia se unen también a la procesión. En el camino se canta:
SÉ MI LUZ, ENCIENDE MI NOCHE (3),
MI NOCHE, SÉ MI LUZ.
(Recitado) El camino sin ti es tan largo
y tu llanto acoge mi dolor.
Tu Palabra acalla mi miedo
y tu grito se expresa en mi canto.
SÉ MI LUZ…
Proclamación de la Palabra: Jn 4,5-15.
«Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, Jesús le dice: «Dame de beber». Le dice la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ¿Dame de beber?, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed, Pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna». Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed»
Canto: Dame de beber, dame de beber, dame de tu agua y no tendré más sed. Momento de silencio.
Exposición y adoración del Santísimo.
El misterio no suprime nada a la cercanía que se da en el Santísimo Sacramento. «Danos hoy nuestro pan de cada día». Misteriosa presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento, momento para adorar, bendecir, dar gracias, alabar, reparar, pedir… Y de modo muy singular, para unirse a Cristo, y orar con Él y por Él al Padre, por la Iglesia (cfr. C 34). Misterio de presencia y de comunión: principio y semilla de unión. Él en nosotros, y nosotros en Él, «Mi Amado para mí y yo para mi Amado». Manifestación suma de Cristo y de su amor. El Señor tiene muchísimas formas de manifestarse; pero de hecho «se descubre» del todo, solo «a quien mucho lo desea» (C 34,10.12).
Canto:
MIRA, QUE TE MIRA, MIRA QUE TE MIRA
MIRA QUE TE MIRA, MÍRALE
Acompáñale y háblale y pídele
sé humilde y habla con Él
Momento de silencio adorador.
Modulaciones orantes de los hermanos y hermanas, de los santos de la puerta de al lado
Expresiones orantes
Reserva y bendición del Santísimo.
Canto: Oh Jesús, oh Jesús, amor mío.
3ª Escena: IMPULSO MISIONERO. «Y TAN ALTA VIDA ESPERO»
Habla Teresa:
«Y así me parece que nunca me vi en pena después que estoy determinada a servir con todas mis fuerzas a este Señor y consolador mío, … no me parece hay para qué vivir sino para esto, y lo que más de voluntad pido a Dios» (V 40,20).
«Por su amor quiero vivir» (Relaciones 3,10).
Canto. Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero (Rafael Mª León, CD Amigos de Orar, nº 10).
Ofrenda de la vida al Señor.
Gesto: Manos abiertas.
Diciendo todos juntos las palabras de Teresa:
«Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad;
todo os lo he dado, vuestra soy, disponed de mí conforme a la vuestra.
Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo;
mas llegada a Vos, subida en esta atalaya adonde se ven verdades,
no os apartando de mí, todo lo podré» (Vida 21, 5).
Testigos y misioneros del Evangelio.
Gesto: Nos damos la luz unos a otros.
Teresa: «Sea Dios alabado y entendido un poquito más, y gríteme todo el mundo; cuánto más que estaré yo quizá muerta cuando se viniere a ver. Sea bendito el que vive para siempre y vivirá, amén» (7M 1,2)
Cuidado de la casa común.
Teresa: «Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro» (Vida 9,5).
«En todas las [cosas] que crio tan gran Dios, tan sabio, debe haber hartos secretos de que nos podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo que en cada cosita que Dios crio hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita» (4 M 2,2).
Palabras desde el sínodo de la Amazonía: «El mundo creado nos invita a alabar la belleza y armonía de las creaturas y del Creador (cf. LS 12)… «El suelo, el agua […] todo es caricia de Dios» (LS 84), canto divino, cuyas letras están conformadas por «la multitud de las criaturas presentes en el universo», (San Juan Pablo II, Catequesis, 30/1/2002). Cuando cualquiera de esas creaturas es extinguida por causas humanas, ya no puede cantar más la alabanza al Creador (cf. LS 33)…
Gesto: Con las manos unidas.
Canto para el camino.
Caminemos, caminemos, caminemos para el cielo, hijos del Carmelo.
Caminemos, caminemos, caminemos para el cielo, hijos del Carmelo.
Todos: Gracias, Teresa de Jesús, por acercarnos a Dios.
VIGILIA DE ORACIÓN EN LA FIESTA DE SANTA TERESA. Y TAN ALTA VIDA ESPERO
CIPE, octubre 2019