La oración en la enfermedad y en el límite San José, maestro de oración (Cap. 6)
Teresa joven y tullida, en la enfermería. Recurre a San José. Mejoría
El capítulo ofrece de nuevo un tríptico narrativo bien articulado. Primero, el penosísimo cuadro de Teresa en la enfermería conventual. Luego, su curación a pesar de «los médicos de la tierra» y gracias a «los del cielo».Y por fin, una instantánea de Teresa en el acto de escribir.
La unidad literaria del relato se articula en dos tiempos. El tiempo de Teresa en la enfermería: así estaba ella a los 24-26 años.
Luego, el tiempo de la escritora: así se emociona ella mientras recuerda y escribe, es decir, mientras revive el pasado lejano desde sus 50 años de edad.
Esquema:
- Teresa gravemente enferma: su vida en la enfermería: nn. 1-4.
- Recurso a san José y curación de cuerpo y alma: nn. 5-8
- Soliloquio de Teresa mientras recuerda y escribe (n. 9)
Cronología: fines del verano de 1539-1540
La enferma y la enfermería
Teresa ha superado los cuatro días de coma profunda. Se ha dado prisa a regresar de la casa paterna al monasterio de la Encarnación. Queda instalada en la enfermería conventual. Su estado de salud es gravísimo, en parálisis que la inmoviliza totalmente. No se la puede tocar. En la enfermería gusta de la soledad y la desea. Pero las visitas son tantas que no logra hacer oración de recogimiento «como venía mostrada», como acostumbraba desde su encuentro con el libro de Osuna.
Sigue «amiguísima de leer buenos libros». «Amiga de tratar y hablar en Dios». «Trataba mucho de Dios, de manera que edificaba a todas». «Aquel breve tiempo» que había practicado oración le hizo «entender qué cosa era amar a Dios».
El cambio de médico: san José
«Pues como me vi tan tullida… y cuál me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen».
«Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él…. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer»… «En especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas»
El momento emotivo de la escritora
«Escribiendo esto estoy y me parece que con vuestro favor… podría decir lo que San Pablo…, que no vivo yo ya, sino que Vos, Señor mío, vivís en mí…!
ORACIÓN
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
que muero porque no muero.
(Esquemas del Libro de la Vida, ed. de Tomás Álvarez. Monte Carmelo Burgos2004)
Lección De oración para nosotros hoy
Es más el resultado de su enfermedad. Qué experiencia sacó ella de aquella situación. Oración y conformidad con la voluntad de Dios. Paciencia. Tiene compañía para vivir. Hace desde su cama una cátedra: trataba mucho con Dios. Habla con Dios y de Dios. Es para ella una exigencia. Deriva y a la vez es condición para la oración. De lo que no se habla se olvida. Hablar de Dios alimenta la oración.
Tanto mal y tanto contento. La paciencia y la fortaleza: dos virtudes que se han cuajado en este espacio de la enfermedad. La transformación de la conducta es componente de la oración teresiana. La no murmuración es autenticidad de oración. La oración se valora por lo que sucede fuera.
El deseo de soledad le nace de ser amiga y de tratar con Dios. De ahí sale el deseo de tratar de Dios. La conversación es respiro de La fe y de la oración.
Comulgar y confesar muy a menudo y desearlo. Contacto sacramental.
Amiguísima de leer buenos libros, complemento de la oración. Provocadores del diálogo amoroso con Dios.
Arrepentimiento. Sentir pena de si misma ante Dios. Ya todo va envuelto en amor.
La devoción a San José. La otra oración de santa Teresa, la oración más popular. Devociones donde se pone en juego el afecto, la confianza, la veneración, la estima, una oración más exterior, de prácticas externas, distinta a la oración de recogimiento. Los rasgos de san José destacados por ella y que recomienda a toda persona de oración: San José es intercesor en el cielo; y San José el del evangelio, el que se fía de Dios. En éste aparece la intimidad, el servicio, el silencio, la participación y convivencia con María y con Jesús. Con todo ello sirve y se deja conducir. Destaca de él, el contacto físico de relación de intimidad familiar; por eso es maestro san José. Es invisible casi no habla. La mayoría de los cristianos pueden vivir el evangelio así, en la vida de cada día, con honradez y honestidad. Vivir acompañándose de él, para vivir la fe. San José enseñó a orar a Jesús. Es maestro por la manera de vivir y de convivir con Jesús. El que quiera aprender que lo pruebe. La experiencia encarnada, oscura, de los misterios es la vivencia de José.
La fidelidad de Dios. La oración es vocación, volver a escuchar la llamada a TRATAR CON ÉL.