la experiencia de la oración mística inicial. (Cap. 10)
Comienza el relato de la experiencia mística de Teresa. «Creo la llaman mística teología» -dice ella-, pero como ese nombre científico desborda su vocabulario, prefiere llamarla «mercedes del Señor». Lo anuncia en el título: «comienza a declarar las mercedes que el Señor le hacía».
Inicia el capítulo sin preámbulos: «Tenía yo algunas veces… comienzo de lo que ahora diré». Y, sin más, entra a relatar el «sentimiento nuevo de la presencia de Dios en ella»: una presencia que la traspasa por dentro y la envuelve por fuera: que «estaba (Él) dentro de mí o yo toda engolfada en Él». Y lo más novedoso: esa presencia se le produce sin que ella la cultive, le sobreviene cuando está leyendo, o irrumpe en ella cuando está en oración, o la asalta sencillamente «a deshora».
Pero al lector apenas se lo inicia en el tema. Teresa desvía enseguida la atención hacia el campo de la humildad y la gratitud. Y luego hacia el ámbito de la confidencialidad: exige secreto a los lectores, «que no digan quién es por quien pasó, ni quién lo escribió».
Los tres pasos aparecerán netos en la estructura del capítulo:
Esquema:
- Primero: abordaje del tema místico, en clave autobiográfica. Eran episodios que pasaban «con mucha brevedad» (nn. 1-2).
- Segundo: pausa para convencer a los posibles lectores místicos que acepten esas nuevas «mercedes de Dios». Criterios y consejos (nn. 3-6).
- Tercero: súbita postura literaria confidencial: el nuevo relato será secreto (nn. 7-8).
- Epílogo: se propone reanudar la narración, de momento apenas esbozada.(n. 9), cosa que de hecho retrasará hasta el capítulo 23.
Cronología: Le acontecen a partir de la conversión, año 1554. Entre los 39 y 40 de edad.
La inciación mística
Del precedente relato de luchas y resistencias, Teresa pasa ahora a historiar su experiencia mística. Total cambio de paisaje. En su alma ha surgido «un sentimiento de la presencia de Dios» del que «en ninguna manera podía dudar».
De momento, no se trata de una experiencia estable. Son episodios que «con mucha brevedad pasaban», pero que la introducen en un hábitat existencial nuevo, no trabajado ni preparado por ella, y que se despliega en dos planos, el externo y el interior. De suerte que se siente «toda engolfada» en Dios, y a la vez interiormente traspasada o habitada por Él.
Consignas prácticas de corte doctrinal
- Tomar conciencia de «las mercedes de Dios», para asumir, discernir, agradecer y «repartir», distribuir a los otros los frutos de la propia vivencia.
- Estado de alerta frente ala falsa humildad.
- El «ánimo animoso» lo necesitará continuamente en el proceso místico que ahora comienza.
ORACIÓN
Sea bendito por todo y sírvase de mí,
por quien Su Majestad es, que bien sabe mi Señor
que no pretendo otra cosa en esto,
sino que sea alabado y engrandecido un poquito
de ver que en un muladar tan sucio y de mal olor
hiciese huerto de tan suaves flores.
Plega a Su Majestad que por mi culpa
no las torne yo a arrancar y se torne a ser lo que era.
Esto pido yo por amor del Señor
le pida vuestra merced, pues sabe la que soy
con más claridad que aquí me lo ha dejado decir.
(Esquemas del Libro de la Vida, ed. de Tomás Álvarez. Monte Carmelo Burgos 2004)
Lección de oración para nosotros hoy
Teresa nos educa en dos virtudes necesarias para el camino de la oración: La gratitud y la humildad.
El que no se sabe favorecido de Dios no puede amar.
La experiencia mística narrada en este capítulo 10 no es experiencia estable, pero introduce en un mundo nuevo. Él vive en mi; yo vivo en Él.
Describe las repercusiones psicológicas de esta experiencia: el entendimiento no obra, pero entiende de manera que se sobrecoge. Toda filosofía nace del asombro. La oración brota del asombro. En el corazón le brota la ternura, las lágrimas.
Consignas prácticas ante este modo nuevo de oración: Agradecimiento. Satisfacción por acoger este don de Dios. Le preocupa el deseo de estar alerta ante las cosas que suceden. No pasar desapercibidas ante los dones de Dios. Tomar conciencia de ellos. Si no conocemos que recibimos no despertamos a amar. Es imposible devolver nada a Dios, no hay reciprocidad.
La oración es respuesta a quien sabemos nos ama; requiere conciencia de lo que se recibe y humildad, que es conciencia de la gracias; entender que nos lo da Dios, que tenemos Luz y hay que repartirla.
Ánimo animoso, deseo vivo, ánimas animosas. No dejar que la cobardía se apodere del interior y digas que no tienes nada. No tener vuelo de gallina, ni paso de sapo, sino lanzarse con mucho ánimo a comenzar y perseverar en la oración.
Pide secreto. No es para no saber su contenido sino deseo de que no se sepa a quién pasan estas gracias. La razón es que son gracias místicas y tienen apariencia de autoelogio; y la condición femenina. Por ser mujer no tiene espacio propio y tiene que respaldarla los teólogos. Ella utilizará estrategias para que su palabra y experiencia quede plasmada y comunicada.
¿Qué entendemos por experiencia mística?
El amor es oración y la oración es amor. La oración mística conduce a tocar el cielo, es un anticipo del mismo en el tiempo. El paraíso es amistad con Dios. El amor se actúa en la experiencia mística como si fuese el más allá. La oración es puente, apertura par que entre Dios, no por esfuerzo, sino por gracia. Se prepara y se recibe.
La pasividad: amor pasivo, don de Dios; reciprocidad, como característica del amor. Al tratar con Dios esperamos esta respuesta. Los místicos dicen que Dios viene y responde aquí. Recibimos a Dios mejor. Más fe y mejor fe actuada por el Espíritu Santo.
Recibir para devolver, para darse. Deseo de dar lo recibido. Tratar de devolver el amor a Dios, el espíritu Santo esto es lo que recibimos.
¿Cómo amar unificadamente? Dios no se da del Todo sino a quien se da del todo. Dios nos ama a todos y del TODO. Dios se da en amor y libertad. Puede saltarse nuestros ritmos. Lo recibimos cuando menos lo esperamos.
Esta oración mística tiene repercusiones psicológicas. Algo se puede procurar. Un regalo que algo se siente y algo sobrepasa. Sentido de la Presencia de Dios, Luz y Amor. Contento con la realidad de Dios. La eficacia fundamental no es la del sentir sino la que transforma la vida. Es una gracia para recibir; que trae consigo conciencia de la propia pobreza, fe viva, fortaleza y deseo de hablar de Dios.
Teresa escribe para que el Señor sea alabado y enriquecido.