21. Oración sí, oración no (Camino 21)

En este capítulo Teresa va a seguir este itinerario: 1. Situación conflictiva. 2. Propia experiencia. 3. Mirada a Jesús. 4. Arranque. 5. Presencias alentadoras en el camino.

Conviene tener las ideas claras. Llegamos al corazón del libro. Hay una situación conflictiva. Los orantes deben tomar posiciones: tener ideas claras sobre el valor de la oración y determinarse a comenzarla, sin miedos, denodadamente. «No os espantéis, hijas» (C 21,1). «No os engañe nadie en mostraros otro camino que el de la oración» (C 21,6), «quien os dijere que esto es peligro, tenedlo a él por el mismo peligro y huid de él’ (C 21,7). Ojo con las opiniones: «No es para mujeres», «mejor será que hilen», «les basta el paternoster y el avemaría» (C 21,2).

Se trata de la tensión conflictiva entre acción y contemplación, o de la resistencia de la acción a la contemplación; pugna e incomprensión de los hombres de acción frente a los orantes contemplativos.

En torno a los 40 años Teresa desemboca en el océano de la contemplación. Se hace proselitista. Pero acaece esto en un contexto de antifeminismo y de ortodoxia. La Inquisición le impone la entrega de los libros de oración. Llegan a prohibirle la comunión y la oración. Quieren meterle miedo. Lo expresa todo con una sentencia llena de ironía: «Huyen del bien, para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto. ¡Bien parece del demonio!» (C 21,8).

Dialoga con sus hijas. Ante todo: ¡Fuera miedos! «Ningún caso hagáis de los miedos (C 21,5). No somos los primeros. Ha habido hermanos antes que nosotros que han vencido el miedo cantando. La oración es camino real, camino seguro, por él fue nuestro Rey (C 21,5), camino hacia el agua viva del Evangelio (C 21,1-2). Aconseja Teresa comenzar el camino de la oración fundadas ‘en las palabras del evangelio», especialmente en la oración del Padre nuestro. «Si sois estudiosas…, no necesitaréis otra cosa» (C 21,3).

No basta con quitar el miedo. Se necesita arranque. «Importa mucho -y el todo- comenzar con una grande y muy determinada determinación: la de no parar hasta llegar al agua viva, aunque se hunda el mundo, tanto si llego allá, como si muero a medio camino» (C 21,2). Cuando Teresa encuentra un teólogo que le dé luz respira hondo: «¡Qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o dos que digan verdad, que muchos juntos!» (C 21,9).

Lee este texto, interiorízalo, busca en él apoyo para tu práctica orante: «Es preciso aprender a orar, como aprendiendo de nuevo este arte de los labios mismos del divino Maestro, como los primeros discípulos: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). En la plegaria se desarrolla ese diálogo con Cristo que nos convierte en sus íntimos: «Permaneced en mí, como yo en vosotros» (Jn 15,4). Esta reciprocidad es el fundamento mismo, el alma de la vida cristiana y una condición para toda vida pastoral auténtica. Realizada en nosotros por el Espíritu Santo, nos abre, por Cristo y en Cristo, a la contemplación del rostro del Padre. Aprender esta lógica trinitaria de la oración cristiana, viviéndola plenamente ante todo en la liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial, pero también de la experiencia personal, es el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para temer el futuro, porque vuelve continuamente a las fuentes y se regenera en ellas…

Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas «escuelas de oración», donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el arrebato del corazón. Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios» (NMI 32,33).

DIFICULTADES EN LA ORACIÓN

  1. No motivarse suficientemente
  2. Despersonalizar la oración
  3. Secularizar la oración
  4. No entregarse profundamente
  5. No alimentar la fe
  6. Descuidar los momentos fuertes
  7. Separar la oración del bien de los otros
  8. El desánimo
  9. Medir la eficacia por la experiencia
  10. Buscar la calidad de la oración donde no está
  11. Sobrevalorar lo sensible
  12. Discernir mal el uso de los métodos

De todas estas dificultades para orar, ¿cuál crees que es la más dificultosa en el ambiente en que tú te mueves?

¿De dónde nos vienen hoy las dificultades para orar?

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