23. Determinada determinación (Camino 23)

El camino no dura si no lo comenzamos con determinación. Hay que determinarse a «ser siervos del amor». «Dios es amigo de ánimas animosas». «Importa el todo tener una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar» (Camino 21,2).

La consigna sirve para coronar el programa ascético del libro. Antes de entrar en el tema básico de la oración. No hay oración auténtica sin vida cristiana, y ésta se encarna y expresa en unas virtudes evangélicas netas, prácticas, claras. En lo más hondo de la persona es donde el hombre se juega las grandes bazas de la vida.

¿Qué es? Algo tan sencillo como el sí-sí del evangelio. No habrá camino que dure si no lo emprende con determinación. Pero Teresa sabe de fracasos y sabe que no hay en nosotros determinaciones sinceras de voluntad que logren penetrar las capas profundas de la persona. «No nos damos a Dios con la determinación con que El se da a nosotros» (C 16,9).

Para quien se decide propone dos objetivos concretos: «no tornar atrás» (C 23,1). Y decisión de reservar para la oración un tiempo de cada jornada. Dárselo «con toda determinación de nunca jamás tornárselo a tomar» (C 23,2).

Los tres porqués de la determinada determinación.

  • Ante todo, la exigencia del amor: a quien nos ama y nos da tanto y tan continuamente, no es razonable que nosotros le demos o nos demos a medias. Otra cosa sería burla (C 23,2).
  • La segunda razón es de estrategia defensiva. Un espíritu decidido en menos vulnerable. Vale contra la cobardía, contra los miedos. La determinación es una coraza contra la propia fragilidad. El denodado se crece. Y el demonio tiene «gran miedo de ánimas animosas» (C 23,4).
  • La tercera razón es la eficacia combativa. «Pelea con más ánimo» (C 23,5). «Nos va la vida en vencer» (C 23,5). La ascesis de la voluntad se convierte en fortaleza para la vida. Vencer el miedo cantando. En 1Sam 4,5-7: «Todo Israel lanzó a pleno pulmón el grito de guerra y la tierra retembló y los filisteos quedaron muertos de miedo».

Tener que determinarse con toda determinación fue, en su vida, un drama en muchos actos. Experimentó miedos y debilidades ante la llamada a «darse del todo a Dios». Nuestra determinación profunda tiene un componente de gracia. Dios no falla. El es fiel a la palabra dada. «Es gran cosa haber experimentado eso…» (C 23,5-6), haber experimentado cómo trata Dios a quienes se determinan. Alegato final: «Esto es sin falta. Yo lo sé. Y a las de vosotras que lo sabéis por experiencia, por la bondad de Dios, puedo presentar por testigos» (C 23,6).

¿Qué opinas de esta opinión?: «Se necesita mucha fe y mucho coraje par ser bueno, porque el mundo (y hasta a veces la propia iglesia) no premian la bondad y descalifican la ternura» (José Luis Cortés).

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