En la formación del orante es indispensable educar su sentido eucarístico, motivara fondo su oración, su piedad, su vivencia del Sacramento. Estamos ante una de las páginas más hermosas y densas del libro. Teresa siente la necesidad de testificar expresamente su fe viva en el Sacramento.
Evocación de experiencias eucarísticas vividas por Teresa. «¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina, aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores, como con la mano se le quitaban (al comulgar) y quedaba buena del todo» (C 34,6).
Teresa testifica su fe incondicional y total con que vivía el encuentro con el Señor, «ni más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor» (C 34,7). Las vivencias son generadoras de fuertes convicciones doctrinales.
Maná de la humanidad. «Si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre, que de todas cuantas maneras quisiere comer el alma hallará en este Santísimo Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad ni trabajo ni persecución que no sea fácil de pasar si comenzamos a gustar de los suyos» (C 34,2).
El Señor disfrazado. En la pedagogía teresiana de la oración como trato de amistad, es de suma importancia la presencia del amigo. Sin ella no sería posible el trato amistoso, y tanto menos la comunicación profunda. En la Eucaristía está disfrazado. «No habría sujeto que lo sufriese de nuestro flaco natural, ni habría mundo ni quien quisiera parar en él; porque en ver esta Verdad eterna se vería ser mentira y burla todas las cosas de que acá hacemos caso» (C 34,9). «No le trataron tan bien cuando se dejó veratodos al descubierto y les decía claro quién era, que muy pocos fueron los que le creyeron» (C 34,13).
Ahora está cercano y asequible. «Debajo de aquel pan está tratable, porque si el rey se disfraza, no parece se nos daría nada de conversar sin tantos miramientos y respetos con él: parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó» (C 34,9). «Si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar: que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz, o en otros pasos de la Pasión… Esto pasa ahora y es entera verdad y no hay para qué le ir a buscar en otra parte más lejos» (C 34,8).
Presente y comunicante. Cristo está ahí y está para entrar en comunión directa y personal con el creyente. El está ahí para que «nos lleguemos a El»