«No es otra cosa, oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (V 8,5).
Una «definición» sugestiva y sugeridora. Abierta, creativa y dúctil.
Un acierto genial y fecundo. Hoy vamos a sugerir las líneas que parecen más sustanciales y determinantes de la interpretación que hace Teresa de la oración como amistad.
La oración es una forma de ser, un modo de vida, antes que un ejercicio, sea cual fuera su contenido y su praxis concreta. La oración, forma de ser. Vida, por tanto. Y, por ello, no reducible ni prioritariamente expresable en unos actos que llamamos «oración».
La oración-amistad, según Teresa se abre a la vida. Y la abraza en su totalidad.
1. La oración, «trato de amistad»
Oración, modo de vida
Exigencia de la amistad
Conciencia de relación
Compromiso ineludible
Dinámica vital
2. Oración, fuerza transformadora
«Siervos del amor»
Camino humilde y paciente
Hasta la presencia vivida y activa
Criterio de discernimiento
3. Oración, encuentro dinámico
Formas» de regar el huerto
Grados y Moradas
MOMENTO DE ORACIÓN
Invocación al Espíritu. Espíritu divino: ábrenos a la Presencia del Misterio que nos habita, nos sostiene, nos rodea, nos constituye. Ora en nosotros. Recuérdanos las Palabras y los gestos de Jesús. Reaviva la Llama del Amor. Silenciosos/as acogemos tu Palabra.
Palabra de Jesús: El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto;porque separados de mí no podéis hacer nada. (Jn 15,5).
Audición: DE DÓNDE ME VIENEN TODOS LOS BIENES, DE TI, DE TI, SEÑOR, Y VERTE EN MÍ, SON TODOS LOS BIENES. EN MÍ, EN MÍ, SEÑOR. EN MÍ, EN MÍ, SEÑOR(Vida 22) (Rogelio Cabado)
La pregunta de Santa Teresa nos encara con el verdadero bien que sostiene nuestra vida. Pregunta que lleva a la raíz en la que reside la grandeza de la persona. Ninguna herencia, ningún premio, ningún bien material se compara a la alegría de saber a Dios cabe sí, dentro de ella, incluso cautivo por amor nuestro, dice la Santa.
Sólo quienes han experimentado en primera persona esta simple y profunda alegría saborean la riqueza de los santos.
Teresa, que valora tanto la amistad y la compañía de las personas, sabe que nada tiene sabor comparado con la alegría de esta presencia que ella ve (experimenta) dentro de sí, y que la fascina y deslumbra, precisamente porque ella se siente ruin y nada, y, a pesar de ello, el Señor se le regala de esa manera desbordante que colma la vida y da sentido a todo lo demás.
Momento de silencio
Testimonio: «El místico no ofrece respuestas, sino que revela la presencia de Alguien que nos acompaña en esta peregrinación que cada día nos recrea y nos renueva. Es un amigo de Dios que en su entorno sabe crear lugares de reposo y de compromiso fraterno. Intercesión y humildad son la base de esta mística» (José Rodier).