Entre los doctores de la Iglesia, Teresita está situada en la prolongación de la línea de Jesús Doctor. Él la enseñó sin ruido de palabras.
La vida de fe de María está ilustrada en el episodio del encuentro de Jesús en el Templo, representado en la miniatura.
Teresita descubre su corazón y nos muestra el Logos eterno hecho Palabra.
La llama que reposa sobre el Evangelio simboliza el fuego que brota de ésta palabra que la consume y transforma en el mismo fuego.
Sobre el pergamino se lee: «La ciencia del Amor… no deseo otra ciencia». En su percepción de Dios, Teresita ha comprendido como amarle y hacerle amar por su «caminito».
Su actitud dinámica muestra la energía de la esposa que corre con paso ligero y alegre hacia su Amado. En su rostro se adivina su participación a la Pasión del Salvador que la invita a la mesa de los pecadores, sus hermanos.
En segundo plano se aperciben dos edificios representando la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente, pues el misterio de Teresita se realiza en la Iglesia Una de Jesús. Acoge la Palabra en la pura Tradición y a partir de ella nos da su propio camino espiritual que es la vocación del hombre a la divinización.
La admiración de esta asamblea de Doctores es como una expresión de gratitud, por la aportación personal y la enseñanza de Teresita.
San Juan de la Cruz recogido, contempla en su interior a su hija.
Santa Teresa de Jesús la muestra complacida como un ejemplo de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. En ese apostolado infuso, los deseos del alma unida a su Señor como las llamas que de ella brotan, constituyen la raíz de toda acción, al ejemplo de la Madre de Dios.
Carmel de la Théotokos et de l’Unité – Harissa- Liban.