LLUVIA DE ROSAS. UNA MAÑANA CON SANTA TERESITA

Con el recuerdo agradecido de Manuel Ordóñez, hermano de nuestra comunidad, que tradujo los escritos de Sante Teresita y fue llamado por el Señor a su gloria.
Con el dolor ante el sufrimiento de todas las víctimas, provocado por las dictaduras y dictadores, con el llanto por las guerras de las que se habla y de las que apenas se sabe nada, con los que sufren la violencia doméstica, social, laboral, con los que viven las catástrofes naturales como el terremoto o las provocadas por la insolidaridad humana, como el hambre, la trata…

Nos acercamos a una santa, queremos convivir con ella.  

 Porque mediante el testimonio admirable de tus santos
fecundas sin cesar a tu Iglesia con vitalidad siempre nueva,
y nos das así pruebas evidentes de tu amor.
Su insigne ejemplo nos anima,
y a su permanente intercesión nos confiamos
para que se cumplan tus designios de salvación
(Prefacio de los santos).

Dios nos hace grandes regalos en los santos, los del cielo y los de la puerta de al lado. Esta mañana queremos tomar posesión de la gracia que nos regala en Teresita del Niño Jesús: No me quitarás, Dios mío, lo que un día nos diste… Queridísima entre los ortodoxos, y musulmanes, leída con gozo por muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida, hoy siguen siendo muchas las personas que se sienten tocadas por el encanto de esta joven, que nació hace 150 años. ¿De dónde viene esta fecundidad tan amplia, esta maternidad misionera, esta capacidad de entrecruzarse en nuestros caminos y de dialogar con nosotros? (Encuentro de los presos de Mansilla de las Mulas con sus reliquias). La respuesta está en que, al igual que Jesús, se sentó a la mesa de los pecadores y confió en la misericordia de nuestro Padre Dios.

El Caminito, como nueva forma de espiritualidad junto con esa presencia de permanencia en la Iglesia con su lluvia de rosas después de su muerte, le han abierto camino a la universalidad. Probablemente es la santa más conocida de la Iglesia.

En su tumba de Lisieux se puede leer, como epitafio, una de las últimas frases que le escucharon poco antes de su muerte: Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra. Yo siento que mi misión va a comenzar, mi misión de hacer amar a Dios como yo lo amo, de ofrecer mi pequeño camino a las almas. Si Dios escucha mis deseos, mi cielo se pasará sobre la tierra hasta el fin del mundo. Sí, yo quiero pasar mi cielo haciendo bien sobre la tierra (UC 17.7. Recogido también por el Catecismo de la Iglesia Católica, 956).

A la luz de la Palabra de Dios se va conociendo y sintiéndose amada por un Dios que tiene rostro misericordioso, y recrea en ella, la confianza sin límites en su bondad y ternura.

Teresita nos regala un porqué para vivir este día. Dice en una de sus poesías:
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
No tengo más que un día:
¡solo el día de hoy! (PN 5,1)

Para amar al Señor solo tenemos este momento, el aquí y ahora. El silencio en las actividades nos llevará también a escuchar la voz de los que no tienen voz (En Turquía y Siria los que buscaban a supervivientes del terremoto hacían silencio para oír la voz de los que estaban sepultados). Este momento vivido con atención amorosa nos invitará a cruzar las fronteras que nos impiden vivir la sinodalidad: ¡Juntos andemos! El aquí y ahora será ocasión de percibir el gozo, y a veces el llanto de la madre tierra. Ahora nos podemos al aire del Espíritu, como José y María, para estrenar la amistad con él, porque en dejarnos alentar por su aliento está el mayor potencial humanizador de la historia.

1.- LO QUE AGRADA A DIOS ES LA CONFIANZA

Oímos la canción que compuso Luis Alfredo Díaz para las palabras de Teresita. Primera rosa.

Dos textos. Escuchamos dos textos para entrar en el tema. El primero es de Charles Péguy. Pone en boca de Dios estas palabras sorprendentes:

Y hasta me han dicho que hay hombres que trabajan bien y duermen mal,
que no duermen nada. ¡Qué falta de confianza en mí!
Esto es casi más que si trabajasen mal y durmiesen bien,
porque la pereza es un pecado más pequeño que la inquietud,
que la desesperación y la falta de confianza en mí.
Gobiernan muy bien durante el día los asuntos del día
y luego no se atreven a confiármelos a mí durante la noche.
El que no duerme de preocupación es infiel a la Esperanza,
y esta es la peor infidelidad. 

El segundo texto es de Celina, hermana de Teresita:

Cuando en el proceso de canonización el promotor de la fe me preguntó: “Por qué desea usted la beatificación de la hermana Teresa del Niño Jesús?” Yo le contesté que era solamente para que su Caminito pudiera ser conocido por el mundo….
Sin embargo, el promotor de la fe me advirtió: “Una vez que usted comience a hablar de un Camino especial, la causa será infaliblemente condenada a ser destruida; muchos casos registrados son testigos de ello.”
Yo le respondí: “Efectivamente esto es muy malo, pero el temor de detener la beatificación de la hermana Teresa nunca me impedirá recalcar el único asunto importante que me interesa- que su Caminito pueda ser, a manera de decirlo, elevado junto a ella a los honores del altar.”

Lo que agrada a Dios es la confianza; mi camino es todo de confianza y de amor, dice Teresita.

Su manera de pensar. La confianza impregna la manera de pensar de Teresita. Citamos uno de sus textos más originales, vividos en la infancia: Un día, una de las profesoras de la Abadía me preguntó qué hacía los días libres cuando estaba sola. Yo le contesté que me metía en un espacio vacío que había detrás de mi cama y que podía cerrar fácilmente con la cortina, y que allí «pensaba». – ¿Y en qué piensas?, me dijo. -Pienso, en Dios, en la vida…, en la ETERNIDAD, bueno, pienso (33vº). En esta misma línea va la verdad de cuando niña de no alejar nunca mi alma de la mirada de Jesús” (21vº).

Teresita es consciente de que le ha caído en gracia a Dios, como le caen en gracia todos sus hijos de adopción, todos los pequeños. Esta aceptación de la gratuidad de Dios en cada situación ha sido la base para atreverse a vivir en confianza. Para esto podemos desarrollar la atención amorosa a lo que nos rodea, permanecer en el presente como kairós de Dios, acoger la Palabra de Dios siempre viva y dadora de vida. A mayor dificultad, mayor oportunidad se nos regala para confiar, creer, y ser fieles a ese Padre de las misericordias que nos llamó desde el seno materno.  

¿Qué es eso del Caminito de la confianza? Así nos responde Teresita:

Es reconocer la propia nada y esperarlo todo de Dios, como un niño lo espera todo de su padre; es no preocuparse por nada… Yo no he querido hacerme mayor… Así que seguí siendo pequeñita, sin otra ocupación que la de recoger flores y ofrecérselas a Dios para su recreo.
Ser pequeño es también no atribuirse a uno mismo las virtudes que se practican, creyéndose capaz de algo, sino reconocer que Dios pone ese tesoro en la mano de su hijito para que se sirva de él cuando lo necesite; pero es siempre el tesoro de Dios. 
Es no desanimarse por las propias faltas, pues los niños se caen a menudo, pero son demasiados pequeños para hacerse mucho daño.

Mi camino, sigue diciendo, es todo el de confianza y amor, y no comprendo a las almas que tienen miedo de tan tierno amigo.  A veces, cuando leo ciertos tratados espirituales en los que la perfección se presenta rodeada de mil estorbos y mil trabas, y circundada de una multitud de ilusiones, mi pobre espíritu se fatiga muy pronto, cierro el docto libro que me quiebra la cabeza y me diseca el corazón y tomo en mis manos la Sagrada Escritura. Entonces todo me parece luminoso, una sola palabra abre a mi alma horizontes infinitos, la perfección me parece fácil: veo que basta con reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios.

Da gracias a Jesús que le mostró el caminito de abandono y la confianza de un niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre». Da gracias al Espíritu: El Espíritu me dijo también que a los pequeños se los trata con misericordia.

Teresita cultiva el sentido de providencia. He observado con frecuencia que Jesús no quiere darme provisiones. Me sustenta a cada instante con un alimento enteramente nuevo, recién hecho; lo encuentro en mí sin saber cómo ni de dónde viene… Creo, sencillamente, que es Jesús mismo, escondido en el fondo de mi pobrecito corazón, el que me concede la gracia de obrar en mí, dándome a entender lo que quiere que yo haga en el momento presente (VIII, 76r).

Creer de Dios más y más. Lo que ella ha descubierto lo pone gratuitamente en manos de los demás, de nosotros, hoy. De este modo es misionera del Evangelio. Así escribe a su hermana Leonia:

Te aseguro que Dios es mucho mejor de lo que piensas.  Él se conforma con una mirada, con un suspiro de amor…Y creo que la perfección es algo muy fácil de practicar,  pues he comprendido que lo único que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón… Fíjate en un niñito que acaba de disgustar a su madre montando en cólera o desobedeciéndola: si se mete en un rincón con aire enfurruñado y grita por miedo a ser castigado, lo más seguro es que su mamá no le perdonará su falta; pero si va a tenderle sus bracitos sonriendo y diciéndole: “Dame un beso, no lo volveré a hacer”,  ¿no lo estrechará su madre tiernamente contra su corazón, y olvidará sus travesuras infantiles…? Sin embargo, ella sabe muy bien que su pequeño volverá a las andadas en la primera ocasión; pero no importa.

¿Cómo puedes preguntarme si puedes tú amar a Dios como le amo yo…? Mis deseos de martirio no son nada, no son ellos los que me dan la confianza ilimitada que siento en mi corazón. No, yo sé muy bien que no es esto, en modo alguno, lo que le agrada a Dios en mi pobre alma.  Lo que le agrada es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia…

Con el solo deseo de ser víctima ya basta; pero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil… Mantengámonos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor… ¡Ay cómo quisiera hacerte comprender lo que yo siento…! La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor.

Dinámicas orantes para personalizar esta enseñanza

Lectura de un texto de Teresita.

1. Atención plena. Toma conciencia de ti y del momento presente. Mírate, acoge tu vida, tu cuerpo. Todo es fuente de sabiduría.
2. Establece vínculos sanadores con Teresita. Dile lo que te pasa.
3. En diálogo con Jesús, mira las situaciones difíciles de tu vida con su mirada misericordiosa. 
4. Confía en Dios. Cultiva el sentido de providencia.
5. Orar con fe a Jesús para que convierta tu miedo en confianza, tu angustia en esperanza, tus agobios en paz, tu división en atención solidaria, tu autoreferencialidad en fraternidad.  
6. Experimenta la cercanía del amor entrañable de la Trinidad.   

Recuerda: el secreto de Teresita es utilizar su fragilidad a través de una confianza que nunca se desanima…una mirada obstinadamente puesta en Dios a través de todas las nieblas, pues Dios está siempre presente. Lo cotidiano, lo más banal, toma entonces un maravilloso relieve: el amor que se pone en todas las cosas, alegra y agrada el corazón de Dios y construye la Iglesia.  Su autobiografía parece un cuento de hadas, pero embellece a la humanidad.  

2.- NO QUIERO SER SANTA A MEDIAS

Oímos la canción que compuso Luis Alfredo Díaz para las palabras de Teresita. Segunda rosa.

“Yo lo escojo todo”. Una anécdota en la vida de Teresita nos da la clave para iluminar esta propuesta, y para todo lo que encierra.  

Un día, Leonia, creyéndose ya demasiado mayor para jugar a las muñecas, vino a nuestro encuentro con una cesta llena de vestiditos y de preciosos retazos para hacer más. Encima de todo venía acostada su muñeca. «Tomad, hermanitas -nos dijo-, escoged, os lo doy todo para vosotras». Celina alargó la mano y cogió un mazo de orlas de colores que le gustaba.

Tras un momento de reflexión, yo alargué a mi vez la mano, diciendo: «¡Yo lo escojo todo!», y cogí la cesta sin más ceremonias. A los testigos de la escena la cosa les pereció muy justa, y ni a la misma Celina se le ocurrió quejarse (aunque la verdad es que juguetes no le faltaban, pues su padrino la colmaba de regalos, y Luisa encontraba la forma de agenciarle todo lo que deseaba).

Este insignificante episodio de mi infancia es el resumen de toda mi vida. Más tarde, cuando se ofreció ante mis ojos el horizonte de la perfección, comprendí que para ser santa había que sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de sí misma.

Comprendí que en la perfección había muchos grados, y que cada alma era libre de responder a las invitaciones del Señor y de hacer poco o mucho por él, en una palabra, de escoger entre los sacrificios que él nos pide. Entonces, como en los días de mi niñez, exclamé: «Dios mío, yo lo escojo todo. No quiero ser santa a medias, no me asusta sufrir por ti, solo me asusta una cosa: conservar mi voluntad. Tómala, ¡pues “yo escojo todo” lo que tú quieres…!». (Ms A 10 v.)Y todo será para él, todo (Cta 76).

La santidad es lo que Dios ha soñado para ella; es la forma original que tiene Dios de abrazar, en ella, a los pobres según el espíritu de las bienaventuranzas. Teresita muestra esa santidad con toda sencillez, transparencia y pureza posibles, para que la gloria sea para Dios y no para ella.  

La palabra todo tiene para Teresita un fuerte significado en su vida. Radicalidad y totalidad, vividas con la suavidad y dulzura de una sonrisa, esa es su vida. Apenas da los primeros pasos, cuando ya se da cuenta de que el encuentro con Jesús es un intercambio de totalidad: ofrecer su vida, como total nada, y recibir la de Dios, como total todo; no concibe otra manera de responder a quien la busca para entregarse a ella del todo, que la de entregarse a él por entero. En la mejor línea evangélica, el todo es igual a amor.

Reconocimiento de los papas. Es llamativo que todos los papas, a partir de León XIII con el que ella se entrevistó para pedirle la entrada en el Carmelo a los 15 años, han mostrado un afecto y cercanía especiales por Teresita, han reconocido su santidad, es decir, la obra de Dios en ella. León XIII: Nunca sentí un gozo mayor que cuando leí la Historia de un Alma. San Pío X: Teresita es la Santa más grande de los tiempos modernos. Benedicto XV: Hay que enseñar la doctrina de la infancia espiritual. Pío XI: Teresita es la estrella de mi pontificado. Pío XII: La doctrina de Teresa no es solo para novicias, es para personas de grandes responsabilidades. San Juan XXIII: Teresa es la barquilla que nos lleva al puerto. San Pablo VI: Yo todo se lo debo a santa Teresita. Beato Juan Pablo I, al leer Historia de un Alma sintió como si un rayo lo traspasara. Dedicó una carta a Teresita en su libro Ilustrísimos Señores. San Juan Pablo II la declaró doctora y pidió a los teólogos que la leyeran. El papa Francisco es devotísimo de ella. Este cariño se debe a que los papas contemplan en ella una figura ideal del cristiano y una figura bella de la Iglesia.  Emmanuel Mounier decía: Teresa es una filigrana del Espíritu Santo.

Recordemos solamente la parte esencial de la homilía san Juan Pablo II, el primer papa peregrino a Lisieux, el 2 de junio de 1980: De Teresa, podemos decir, convencidos, que el Espíritu de Dios permitió a su corazón revelar directamente a los hombres de este tiempo el misterio fundamental, la realidad fundamental del Evangelio: el hecho de que hemos recibido realmente «un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar ¡Abbá! ¡Padre!». El caminito es el camino de la «santa infancia».

La pequeñez y la pobreza que experimenta Teresita no justifica la mediocridad. Eso nos dice. Dios hace maravillas en los pequeños. Tiene manía en abrazar la pequeñez. Hoy más que nunca estamos necesitados de vivir una santidad auténtica, comenzando por nosotros mismos. Al acoger el amor de Dios, como don, adoptamos un tipo de vida espiritual, que trasciende hacia los otros.

Teresita no quiere ser santa a medias. No entiende la santidad para endulzar su humanidad, sino para vivirla con totalidad. Usted, Madre, sabe bien que yo siempre he deseado ser santa. Pero ¡ay!, cuando me comparo con los santos, siempre constato que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cumbre se pierde en el cielo y el oscuro grano que los caminantes pisan al andar. 

Anuncio misionero. La santidad es misionera. A la vez, cuando uno experimenta la bondad de Dios en su vida, se siente llamado a compartir con los demás ese don. La santidad está orientada a formar comunidad, a suscitar encuentros, a practicar la justicia y solidaridad con nuestros semejantes, con nuestros próximos. Cuando un alma se ha dejado fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas que ama se ven arrastradas tras de ella. Como un torrente que se lanza impetuosamente hacia el océano arrastrando tras de sí todo lo que encuentra a su paso, así, Jesús mío, el alma que se hunde en el océano sin riberas de tu amor atrae tras de sí todos los tesoros que posee (C 34r).

Dinámicas orantes para personalizar esta enseñanza

Lectura de un texto de Teresita.

1. Recuerda con agradecimiento la llamada que Dios te ha hecho a la santidad. Bendito sea Dios que nos ha elegido para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor (Ef 1,2-4).
2. Mira tu interioridad como un espacio donde Jesús ha dibujado el rostro de tu santidad.  para bien de muchos.
3. Ten en cuenta que las personas que te rodean, aun sin ser conscientes de ello, están esperando que se manifieste en ti la santidad de Dios.
4. Goza con la santidad de los que viven a tu lado.
5. Alaba a Dios, que es la fuente de toda santidad. Ser santos es ser amigos de Dios y llevar su alegría en las venas. Como declaró el escritor León Bloy en los últimos días de su vida: Solo hay una tristeza en la vida, la de no ser santos.
6. El arte de la santidad es la confianza en Dios.

Recuerda: Para Teresita todo es gracia. A ti, en el día de hoy, te toca la suerte de optar por la gracia para vivir en tu pequeña vida la santidad de Dios. Dios mío, no quiero ser santa/o a medias.

3. – ME PARECE QUE NUNCA HE BUSCADO MÁS QUE LA VERDAD

Oímos la canción que compuso Luis Alfredo Díaz para las palabras de Teresita. Tercera rosa.

Tienes más necesidad de ser dirigida tú misma que de dirigir a las demás (PO, p. 386), así le dijo una religiosa anciana en la recreación; no podía entender cómo, siendo tan joven, la habían nombrado ayudante de maestra de novicias. Postura distinta al testimonio que nos da su hermana Celina: Todas, a veces, sin confesarlo, gustaban de su dirección, y aunque esta no estaba hecha de melindres y blandenguerías, recurrían a ella por una natural necesidad de hallarse con la verdad. Algunas religiosas antiguas, deseosas de consejos para sí mismas, iban, como otros tantos Nicodemos, a buscarla en secreto (PO, p. 229).

Misionera de la verdad. A las nuevas generaciones, ávidas de autenticidad, no las llama a engaño el lenguaje de Teresita. ¿Qué puede importarles su lenguaje, si Teresita les brinda la exigencia de un amor único, el de Jesús, acrisolado en el fuego de la prueba de la fe y de la esperanza, y que produce un impacto decisivo en sus vidas cotidianas, absolutamente normales?

Teresa es misionera de la verdad porque descubre el misterio de Jesús, que es verdad. Quiere contar a todos este secreto. Tiene conciencia de haber vivido siempre buscando la verdad y viviendo delante de la misma verdad de Dios. Y esto, no solo con las palabras o sentimientos, sino con la coherencia de la vida. Se veía que ella hacía todo lo que nos decía a nosotras, y eso nos animaba (María Magdalena del Santísimo sacramento). En torno a ella crea un clima de confianza, exigencia, y alegría.

¿Cómo descubre la verdad y la transmite? ¿Cuál es su pedagogía? Lo podemos resumir en estos puntos:

Oración. Teresita ora antes de salir al encuentro del otro; sabe por experiencia que, de lejos, parece de color de rosa eso de hacer bien a las almas, hacerlas amar más a Dios, en una palabra, modelarlas según los propios puntos de vista y los criterios personales. De cerca ocurre todo lo contrario: el color rosa desaparece… y una ve por experiencia que hacer el bien es algo tan imposible sin la ayuda de Dios como hacer brillar el sol en plena noche… Se comprueba que hay que olvidarse por completo de los propios gustos y de las ideas personales, y guiar a las almas por los caminos que Jesús ha trazado para ellas, sin pretender hacerlas ir por el nuestro (C 22v). Siempre ora un instante antes de responder al otro. Un día está hablando con una novicia, suena la campana y le dice: Están tocando a la oración. Vamos a dejar nuestra conversación. Que te la continúe el Señor (HA. p. 236).

Diálogo humilde. En vez de indicar a la persona lo que tiene que hacer, la acompaña hasta su hondura para que sea ella la que inicie el camino. Esto supone un gran respeto. Antes de ir hacia adelante, acompaña a la persona hasta su verdad.

Amor. No sabe transmitir su vivencia más que amando. No se comunica lo que se quiere o lo que se sabe; se comunica lo que se es, lo que se ama. Los corderitos, las novicias, pueden decir lo que quieran. En el fondo saben que las amo con verdadero amor y que yo nunca imitaré al mercenario, que, al ver venir al lobo, abandona el rebaño y huye. Yo estoy dispuesta a dar mi vida por ellos. Pero mi afecto es tan puro, que no deseo que lo sepan. Nunca, por la gracia de Dios, he tratado de granjearme sus corazones (C 23r-24v).

Humor sano y alegre. Siempre tiene algo divertido que decir. Con especial talento para imitar gestos, voces, sonidos de las personas. Hace representaciones teatrales para las fiestas de la comunidad. Todas le van pidiendo que les haga una poesía o les escriba algo. Les dice a quienes viven con ella lo saludable que es saber reírse de sí mismas. Utiliza imágenes, comparaciones, parábolas. Da vida y lo hace con vida.

Ante las impaciencias. A ella muchas cosas la han impacientado. A veces le cogen los pinceles, o le desordenan su cuarto de pintura. Lo que más le duele es cuando le lanzan, puntadas en la recreación a propósito de su padre enfermo. Las hermanas que viven con ella también se impacientan a veces. Desde la experiencia aconseja:

– Pasar por debajo. A veces somos demasiado pequeños para vencer. ¿Por qué tener que vencer siempre? A su hermana Celina le recuerda: Aquel día que pasaron entre las patas de un caballo que impedía la entrada en un jardín, mientras las personas mayores no sabían qué hacer para entrar. Las almas grandes pueden pasar sobre los negocios, examinar las dificultades, llegar por el razonamiento a ponerse por encima de todo, pero nosotros, que somos pequeñas, hemos de guardarnos de intentarlo. ¡Pasemos por debajo! (CSG 43-44).

– Mirar a Jesús. Él sufrió con tristeza, sin ánimos, no hay que asombrarse de experimentar las mismas reticencias que él ante el sufrimiento.

Hacer un planteamiento profundo a la persona, para que se conozca mejor y conozca mejor a los demás. Un buen resumen lo hace su hermana Celina: En lugar de intentar suprimir mis combates, destruyendo sus causas, me hacía mirarlos de frente. Poco a poco conseguía hacerme amable mi suerte, hacerme desear que las hermanas dejasen de tener miramientos y deferencias conmigo. En fin, me situaba en los sentimientos más perfectos. Luego, cuando esta victoria estaba ganada, me citaba ejemplos desconocidos de virtud de la novicia acusada por mí. Muy pronto al resentimiento le sucedía la admiración y yo pensaba que las otras eran mejores que yo (CSG 10).

Dinámicas orantes para personalizar esta enseñanza

Lectura de un texto de Teresita.

1. Ora antes de actuar, antes de hablar con otra persona. 
2. Realiza gestos sencillos y di palabras de verdad. Esto atrae al Espíritu.
3. No te contentes con otra cosa que no sea amor.
4. Ten en cuenta que una forma muy bella de evangelizar es hacer felices a los que te rodean.

Recuerda: Teresita confesó esto tan fascinante: Me parece que nunca he buscado más que la verdad.  ¿Qué puedes decir tú, aquí y ahora?

4.- MI VOCACIÓN ES EL AMOR

Oímos la canción que compuso Luis Alfredo Díaz para las palabras de Teresita. Cuarta rosa.

Teresita, muy amiga de los símbolos y de los detalles, grabó con un punzón en las tablas de la pared de su celda: Jesús tú est mon unique amour. Esto es lo esencial de su vida.

Reconocida por la Unesco. La organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha incluido a Santa Teresita de Lisieux en la lista de aniversarios para el bienio 2022-2023. ¿Por qué ha atraído la atención de la Unesco? Quienes la propusieron estaban seguros de que su mensaje tiene un alcance universal. Además, es una forma de responder al deseo de la misma Santa Teresita, de anunciar a Aquel que la hace vivir hasta los confines del mundo.

Para la Unesco, y para todo el mundo, Santa Teresita es un ejemplo de educación ciencia y cultura. Santa Teresa trabajó para estos tres pilares al mismo tiempo. Fue educadora de sus hermanas y particularmente de las novicias, a las que quiso enseñar la libertad interior para responder mejor a la llamada del Señor.

Del mismo modo, Teresa de Lisieux aporta al mundo una ciencia particular, la ciencia del amor, que plasmó en Historia de un alma. La ciencia del amor y la misericordia de Dios son también muy universales, hablan a cualquier hombre de buena voluntad. Además, con este título de doctora en ciencia del amor divino, Juan Pablo II nombró a santa Teresita doctora de la Iglesia el 19 de octubre de 1997.

También es una obra cultural que la Unesco haya honrado a Santa Teresa. Apasionada por la escritura, vio su primer libro, Historia de un alma, coronado de éxito desde su primera publicación. Ahora está traducido a más de 80 idiomas. También tiene una abundante correspondencia, más de 266 cartas sin contar sus respuestas, y ha escrito 54 poemas y 8 obras de teatro.  Las escribía, dirigía y también le gusta interpretar, es una verdadera artista.

En este apartado recordamos a Teresita, enferma que apenas puede sostener la pluma, plasmando en su manuscrito la más bella doctrina acerca del amor.

Búsqueda de su puesto en la Iglesia. Destacamos, en primer lugar, su intensa búsqueda por encontrar su puesto, su vocación, en la Iglesia. ¿Cómo serlo todo? Tengo vocación de apóstol… Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre y plantar tu cruz gloriosa en suelo infiel. Pero Amado mío, una sola misión no sería suficiente para mí. Quisiera anunciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas… Quisiera se misionero no solo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos…

El deseo la pone en actitud de búsqueda, confiada en quien ama. El Señor siempre me ha dado lo que he deseado, o mejor, me ha hecho desear lo que quería darme (Ms C 31rº).

Abre las cartas de san Pablo con el fin de buscar una respuesta (llevaba siempre los evangelios en un bolso interior del hábito, para tenerlos siempre junto a su corazón). Y sus ojos se encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los Corintios. Y este es el resultado de su búsqueda apasionada. 

La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que, si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos los órganos; comprendí que tenía un corazón, y que este corazón estaba abrasado de amor; comprendí que el amor únicamente es el que imprime movimiento a todos los miembros, que, si el amor llegase a apagarse, ya no anunciarían los apóstoles el Evangelio, y rehusarían los mártires el derramar su sangre. Comprendí que el amor encierra todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares porque es eterno. Y exclamé en un transporte de alegría delirante: ¡Oh Jesús, amor mío, al fin he hallado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor! Sí, hallé el lugar que me correspondía en el seno de la Iglesia, lugar, ¡oh Dios mío!, que me habéis señalado Vos mismo; en el corazón de mi madre la Iglesia seré yo el amor… Así lo seré todo, así se realizarán mis anhelos (Ms A 3vº).  

Gloriarse en el Señor. Por el amor se convierte en un humilde reflejo de Dios, en su humilde instrumento, que quiere hacer resonar en la Iglesia. El Señor siempre se ha servido de sus creaturas como de instrumentos para realizar su obra en las almas. Si la tela pintada de un artista pudiese pensar y hablar, ciertamente no se quejaría de ser tocada y retocada incesantemente por un pincel y tampoco envidiaría la suerte de este instrumento, pues sabría que la belleza de que está revestida, no se la debe al pincel sino al artista que lo mueve (…) Por su parte, el pincel no podría gloriarse de la obra maestra hecha por él, pues sabe que los artistas no se inquietan, se ríen de las dificultades y a veces se dan el lujo de elegir instrumentos endebles y defectuosos… Yo soy el pincelito que Jesús eligió para pintar su imagen en las almas que me ha confiado.

El amor se hace concreto. El amor es en ella algo concreto, que sale de sí en actitud misionera, para llegar a quienes la rodean.  Cuanto más unida estoy a él, más amo a todas mis hermanas. Todo lo lleva a la práctica, porque, dice, no desprecio los pensamientos profundos que alimentan el alma y la unen a Dios. Pero hace mucho tiempo ya que he comprendido que el alma no debe apoyarse en ellos, ni hacer consistir la perfección en recibir muchas iluminaciones. Los pensamientos más hermosos son nada sin las obras (C 19v). Por eso en la vida es donde se da el verdadero abrazo a la Palabra de Jesús.

Hay en la comunidad una hermana que tiene el don de desagradarme en todo. Sus modales, sus palabras, su carácter me resultan sumamente desagradables. Sin embargo, es una santa religiosa, que debe de ser sumamente agradable a Dios. Entonces, para no ceder a la antipatía natural que experimentaba, me dije a mí misma que la caridad no debía consistir en simples sentimientos, sino en obras, y me dediqué a portarme con esa hermana como lo hubiera hecho con la persona a quien más quiero. Cada vez que la encontraba, pedía a Dios por ella, ofreciéndole todas sus virtudes y sus méritos. Sabía muy bien que esto le gustaba a Jesús, pues no hay artista a quien no le guste recibir alabanzas por sus obras. Cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas. Como ella ignoraba por completo lo que yo sentía hacia su persona, nunca sospechó los motivos de mi conducta, y vive convencida de que su carácter me resulta agradable. Un día en la recreación, me dijo con aire satisfecho más o menos estas palabras: «Querría decirme, hermana Teresa, ¿qué es lo que la atrae tanto en mí?

Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Pero, sobre todo, comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón. Nadie, dijo Jesús, enciende una lámpara en el candelero para meterla debajo del celemín, sino para ponerla sobre el candelero y que alumbre a todos los de la casa (C 12r).

Es Jesús. Tiene plena certeza de quién es el que ama en ella. Cuando soy caritativa, es únicamente Jesús quien actúa en mí. Yo sé, Señor, que tú no mandas nada imposible. Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección. Tú sabes bien que yo nunca podré amar a mis hermanas como tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí (C 12v).

Ella misma afirma: “Me parece que, si una florecilla pudiera hablar, diría simplemente lo que Dios ha hecho por ella, sin tratar de ocultar los regalos que él le ha hecho. No diría, so pretexto de falsa humildad, que es fea y sin perfume, que el sol le ha robado su esplendor y que las tormentas han tronchado su tallo, cuando está íntimamente convencida de todo lo contrario. Es decir, reconoce sus bellas cualidades y que ellas vienen de Dios.

Déjate amar. Cinco cartas a un misionero. Conservamos cinco cartas al P. Roulland, misionero, que son una filigrana del amor. En la primera (Ct 181) que es muy breve, porque al principio las palabras son fuente de malentendidos (Principito), hace una breve presentación de lo que desea. En la segunda (Ct 193) se vuelca materialmente con él. Le llama hermano, le dice que conserva su fotografía, que ha colocado el mapa de Sutchuen en el lugar de trabajo, mete la estampa que él le ha regalado en su corazón, le dice de muchas maneras que está con él. En la tercera (Ct 111), le comenta textos preciosos de Isaías («Ensancha el espacio de tu tienda» Is 54, 25; «El Espíritu del Señor está sobre mí» Is 61,1-2; «Desbordo de gozo con el Señor» Is 61,10-11); le pide las fechas más importantes de su vida, le asegura que la distancia nunca los separará. En la cuarta (Ct 221), tiene el humor de contarle con amplitud la divertida aventura de la langosta -no olvidemos que está en plena enfermedad-. En la quinta (Ct 226), Teresa le enseña el camino de la misericordia de Dios para responder a los miedos del misionero ante la justicia de Dios.

Dinámicas orantes para personalizar esta enseñanza

Lectura de un texto de Teresita:

1. Ora: Dame tu amor, Señor, consérvame en tu gracia ¡nada más que por hoy! (PN 6,6).  
2. No vayas a Dios caminando sino amando.
3. Vive la sinodalidad amando.

Gusta estos versos de Teresita:

Vivir de amor es darse sin medida,
sin reclamar salario aquí en la tierra.
Yo doy sin llevar cuentas, ¡muy segura
de que en el amor el cálculo no entra…!
Lo he dado todo al corazón divino,
pura ternura…; así, ligera voy
sin más carga que mi única riqueza:
¡VIVIR DE AMOR!

5.- ¡OH MARÍA!, SI YO FUERA LA REINA DEL CIELO Y TÚ FUESES MARÍA

Oímos la canción que compuso Luis Alfredo Díaz para las palabras de Teresita. Quinta rosa.

La oración de intercesión. Su familia levanta los brazos, como Moisés, para interceder por Teresita. Uno de los sufrimientos de Teresita fue una extraña enfermedad que la acometió cuando tenía unos nueve años de edad: No sé cómo describir una enfermedad tan extraña. Hoy estoy convencida de que fue obra del demonio, pero durante mucho tiempo después de mi curación creí que había fingido estar enferma, y eso fue para mi alma un verdadero martirio. Pues no es extraño que temiese haber fingido estar enferma sin estarlo de verdad, pues decía y hacía cosas que no pensaba. Parecía estar en un continuo delirio, diciendo palabras que no tenían sentido, y sin embargo estoy segura de que no perdí ni un solo instante el uso de la razón. 

Como resultado de la enfermedad, la ‘florecita’ languidecía y parecía marchita para siempre… Sin embargo, tenía un sol cerca de ella. Ese sol era la estatua milagrosa de la Santísima Virgen, que le había hablado por dos veces a mamá. 

Virgen de la sonrisa. Hombre de fe, el señor Luis Martin, al no encontrar remedio para la enfermedad de su hija, mandó celebrar una novena de misas en la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, en París, pidiendo a la Santísima Virgen por su curación. Teresita comenta: Se necesitaba un milagro, y fue Nuestra Señora de las Victorias quien lo hizo. Ese milagro ocurrió durante el auge de una crisis en la cual ella parecía no reconocer a sus hermanas que, junto a su cama, rezaban fervorosamente a la Virgen Santísima pidiendo su curación. La pobre Teresita, al no encontrar ninguna ayuda en la tierra, se había vuelto hacia su Madre del cielo, suplicándole con toda su alma que tuviese por fin piedad de ella. De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rosto respiraba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la ‘encantadora sonrisa de la Santísima Virgen’. En aquel momento, todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de pura alegría. ¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído! ¡Qué feliz soy! [53]. Teresita estaba curada.

La respuesta a la gracia. La respuesta a tanta gracia, todo es gracia, se le asoma en la sonrisa. La sonrisa es la forma que tiene de contar a Dios a todos, de saberse amada. Es  la manera que tiene de evangelizar, de comunicar una presencia que la recorre por dentro. La sonrisa es el perfume que ella pone en medio de todo.

Su manera de ver a María. Teresita afirmaba que no le gustaban las vidas «imaginadas» de María. No puedo alimentarme más que de la verdad.

Entre los capítulos más originales de su ciencia espiritual conviene recordar la sabia investigación que Teresa realizó sobre el misterio y el camino de la Virgen María, llegando a resultados muy cercanos a la doctrina de la doctrina del concilio Vaticano II en el capítulo VIII de la constitución Lumen Gentium y a lo que yo mismo expuse en mi carta encíclica Redemptoris Mater» (Juan Pablo II. Carta apostólica Divini Amoris Scientia, por la que se declara a Teresita doctora de la Iglesia Universal).

¡Cuánto me hubiera gustado ser sacerdote para predicar sobre la Santísima Virgen! Una sola vez habría bastado para decir todo lo que pienso sobre ella. Ante todo, hubiera hecho ver qué poco se conoce su vida. Para que un sermón sobre la Virgen me guste y me aproveche, tiene que hacerme ver su vida real, no su vida imaginaria; y estoy segura de que su vida real fue extremadamente sencilla. Nos la presentan inaccesible, habría que presentarla imitable, hacer resaltar sus virtudes, decir que ella vivía de fe, igual que nosotros, probarlo por el evangelio, en el que leemos: “Ellos no comprendieron lo que él les decía”. Sabemos muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del cielo y de la tierra, pero es más madre que reina.

Por eso, cuando en su poema mariano nos diga todo su pensamiento sobre la Virgen no se apartará ni un ápice del relato evangélico. No hay que elucubrar sobre María al margen de los evangelios. Presenta a María humana, cercana a nosotros, de nuestra misma condición. Resalta los lados de su vida que la unen a nosotros, más que los que la separan. Ve a María como su inspiradora e indiscutible modelo.

Si yo te contemplase en tu sublime gloria,
muy más brillante sola
que la gloria de todos los elegidos juntos,
no podría creer que soy tu hija,
María, en tu presencia, bajaría los ojos…
Meditando tu vida
tal como la describe el Evangelio
yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres,
como yo. (PN 54).

Testimonio. Esta Teresa, ahora, acompaña a un anciano. Y quiero dar testimonio de esto, quiero dar testimonio, porque ella me ha acompañado, en cada paso me acompaña. Me ha enseñado a dar los pasos” (Papa Francisco). Que hoy, en cada uno de nosotros, se cumpla esto: Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas.

                                          Pedro Tomás Navajas, OCD

https://youtu.be/xChbHrlGSXE

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