Tú que te quedaste asombrada
al ver las grandes catedrales en tu viaje a Italia
y que navegaste a velas desplegadas
por los mares de la confianza y del amor,
cómo habrás gozado al ver ya desde lejos
las agujas espléndidas de nuestra catedral,
y al pisar las mismas huellas
que hace ya varios siglos pisara
tu querida madre, Teresa, la de Jesús,
la que fundó en nuestra ciudad
el último de sus palomarcitos de la Virgen.
Tú que te sentiste amada y que dijiste
aquello tan hermoso de que
«cuando se ama no se calcula»,
cómo te tiene que alegrar vernos
aquí estos días, formando un gran corro de amigos,
dispuestos a encender la lámpara
porque el «amor no debe quedar escondido».
Ante ti, Teresa, que supiste de sonrisas,
¿recuerdas, cómo te sonrió la Virgen cuando niña?,
y de cómo te fue creciendo por dentro la paz
hasta asomarse limpia en tus ojos verdosos,
ante ti, Teresa, ponemos las violencias de nuestro mundo,
el rencor escondido en tantos corazones, la falta de paz.
Con los niños, jóvenes-mayores vamos a tu encuentro,
¡qué bien se está contigo!
Con esta familia carmelitana que te abre el corazón…
vamos a ti para hallarnos con la verdad,
que tú vivías siempre a flor de piel.
Y dónde tú estás, está Jesús,
el gran amor de tu vida.
Y donde tú estás, está la Iglesia,
en cuyo corazón te gustó siempre ser el amor.
Y donde tú estás, estamos todos:
pecadores, encarcelados, perdidos
en las mil encrucijadas de la vida…
Para todos hay sitio junto a ti,
porque descubriste que para todos
hay siempre sitio en el corazón amoroso de Dios,
que acaricia a sus hijos con más ternura que una madre.
Gracias, Teresa, por venir como peregrina a Burgos.
Gracias por querer pasar tu cielo haciendo el bien.
Gracias por tus pétalos de rosa, por el buen perfume
de tu vida joven, ofrecida a Dios y por ello fecunda.
Los pétalos de rosa…
¿Te han gustado nuestras flores?
Nuestras flores son en estos días
nuestras vidas ofrecidas a Jesús.
Nuestro aplauso quiere ser
un sencillo detalle de cariño y alegría.
Es un gozo compartir estos días
contigo nuestro amor a Jesús.
Bienvenida, Teresa de Lisieux
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- septiembre 25, 2006
- 12:00 am