Nació en Asís, una ciudad de Toscana (Italia) en 1182, de padres burgueses, mercaderes en paños finos. Después de una primera juventud, vivida entre los idealismos caballerescos, el trabajo y la frivolidad dilapidando la fortuna paterna y el fruto de su trabajo de mercader, Francisco se convirtió a Cristo que le habla en el camino de Espoleto y le invita a seguirle como Señor abandonando la milicia de los siervos.
Otro día le sugiere reparar su Iglesia, y él, ingenuamente, se pone a restaurar la iglesia de San Damián, donde le habló el Crucificado. Y después vendrá la conversión definitival otro Cristo, el encarnado en los enfermos leprosos, especialmente los pobres, humildes y enfermos, todos los marginados en la sociedad de su tiempo. El seguimiento de Cristo le obligó finalmente al despojo total, al desclasamiento social, la renuncia a la herencia paterna, la vida en pobreza abso-luta que vivió en la mendicidad itinerante, confiando sólo en Dios providente.
El ejemplo de Francisco fue un revulsivo para la sociedad burguesa de su tiempo y pronto su grandeza humana y su santidad, su modo evangélico de vida no sólo fue admirado y seguido por hombres y mujeres de Asís y su contorno, sino de Italia y del mundo entero. El franciscanismo como forma de vida que nace de san Francisco es una de las corrientes de espiritualidad más caudalosas y fecundas de toda la historia. De esa fuente primordial nacieron inicialmente tres familias religiosas, los Hermanos menores (1209), las Pobres Hermanas de San Damián (Clarisas, 1212, con la ayuda de santa Clara), y los Penitentes terciarios (1221), federación laical. A todos ellos les dio una Regla tejida con textos del Evangelio.
El mismo se convirtió en misionero itinerante, en «heraldo» del grana Rey, Cristo. Murió en Asís en 1226, como un crucificado después de haber recibido los estigmas de la pasión en 1224 y sufriendo las transformaciones y divisiones que se iban introduciendo en las fraternidades franciscanas. Fue canonizado en 1228 y aclamado por las multitudes. Es patrón principal de Italia y patrón de los ecologistas (1979), entre otros títulos. SU PENSAMIENTO San Francisco de Asís es uno de los personajes mejor conocidos y con un mensaje más universal y aceptado por todas las gentes. Después de su muerte, su figura se agigantó y se hizo «popular».
Su biografía real, pronto se convirtió en hagiografía, en una personalidad tejida de mitos y leyendas. Francisco se entregó del todo al pueblo, se hizo hermano universal y el pueblo se lo pagó con una devoción sin límites. Daniel de Pablo Maroto, ocd
SU ESPIRITUALIDAD
Su espiritualidad es una proyección de su estructura anímica y su vida evangélica. El biógrafo amigo y compañero, Tomás de Celano, hace la primera radiografía del santo. «Hombre plácido por naturaleza, afable en la conversación… sereno de mente, dulce de ánimo… sencillo en todo… de as-pecto jovial y rostro benigno… manso con todos los hombres».
Su «camino cristiano» se funda en un profundo sentimiento de la presencia de Dios que se hace Providencia; de Cristo que se encarna en el seno de María y, se teofaniza en todas las cosas creadas: los animales, las plantas, los seres inanimados. Algunas le recordaban con mayor evidencia a Cristo: el cordero, la luz, el fuego, el agua, las rocas y los peñascos, los gusanos, los árboles, los papeles y pergaminos, sobre los que se escribían las palabras de Dios, y, sobre todo, los pobres, los mendigos, los enfermos, los marginados. Una piedad aparentemente inocente y trivial, pero llena de profunda trascendencia.
Esa percepción sacral del universo creaba en él un sentimiento de fraternidad universal: todos eran para él «hermanos», los seres animados y los inanimados, hasta las bestias más feroces. En Francisco de Asís se evidencia la utopía de los tiempos mesiánicos en los que no habrá guerra ni llanto ni dolor. Daniel de Pablo Maroto
ORACIONES
SAN FRANCISCO en ORACIÓN. Un cristiano tan profundo y evangélico oraba como un testigo cualificado de Dios, lo más cercano al orante Jesús. Como Cristo oraba a Dios porque lo sentía cercano, lo experimentaba como Padre y Providencia. Era puro ejercicio de vida teologal. Por la oración Francisco se abría a un mundo de trascendencia.
Oraba su cuerpo y su alma y contagiaba a los que pocos privilegiados que lo observaban. Ver a Francisco puesto en oración, como a Jesús, debió ser uno de los espectáculos más fascinantes y aterradores que un testigo puede observar, porque en él se revelaba la divinidad de Dios Hijo, sino su Humanidad doliente. Francisco orante se transfiguraba en un Cristo crucificado. He aquí algunas breves fórmulas de oración, reliquias preciosas de sus breves «escritos».
1. – Oración de petición. «¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento».
2. – Oración de alabanza. «Altísimo, omnipotente, buen Señor. Loado seas, mi Señor por el hermano sol… Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas… Loado seas, mi Señor, por el hermano viento… por la hermana agua… por el hermano fuego… por nuestra hermana, la madre tierra. Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación… Loado sea, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal… Load y bendecid a mi Señor y dadle gracias y servidle con gran humildad».
3.- Oración contemplativa. «¡Santísimo Padre nuestro, creador, redentor, consolador y salvador nuestro!… Santificado sea tu nombre. Clarificada sea en nosotros tu noticia para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la altura de la majestad y la hondura de los juicios».
4.- Oración a la Virgen María. «¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María virgen hecha iglesia! … ¡Salve, palacio de Dios!… ¡Salve, vestidura de Dios! ¡Salve, esclava de Dios! ¡Salve, madre de Dios».
5.- Bendición de san Francisco. «El Señor te bendiga y te guarde; te muestre su rostro y tenga piedad de ti. Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz. El Señor te bendiga, hermano».