¡A pesar de todo, la vida es muy bella!
«Todas las angustian nocturnas y las soledades de una humanidad que sufre atraviesan de pronto dolorosamente este pequeño corazón mío. ¿Qué tengo, pues, intención de emprender este invierno? Más tarde viajaré por todos los países de tu mundo, Dios mío.
Siento en mí esta llamada que atraviesa todas las fronteras y que descubre en todas tus criaturas, tan diferentes y en mutuo conflicto unas con otras por toda la tierra, algo común a todas. Y quisiera hablarles de eso que tienen en común, con una pequeña voz muy suave, pero hasta el final y con convicción. Dame las palabras y la fuerza para decírselo.
Quiero, en primer lugar, estar presente en medio de los conflictos y entre los que sufren. ¿Será entonces, quizá, cuando tenga derecho a hablar? Esta intuición no cesa de brotar en mí y de caldearme el corazón, incluso en los momentos más difíciles de vivir: ¡a pesar de todo, la vida es muy bella!
Es un sentimiento inexplicable. Aparentemente, nada lo justifica en la realidad en que vivimos. Pero, a pesar de todo, existen otras realidades diferentes de aquellas de las que hablan los periódicos y de las que tratan las con-versaciones jadeantes de las gentes aterrorizadas.
Existe también la realidad de este pequeño ciclamino rosa y la de este inmenso horizonte, que siempre podemos descubrir detrás de los rumores y de la confusión de estos tiempos. Dame una sola línea de poesía por día, Dios mío; y si alguna vez no puedo escribirla, por no tener ni papel ni luz, la recitaré muy suavemente por la noche, con los ojos levantados hacia tu inmenso cielo«
(Etty Hillesum, Diario, 24 de septiembre de 1942)