Mira que alegre y amable
te viene la vida, cuando tu,
por dentro,
le dices amén a todo lo que te invita.
Hasta el sufrimiento
se duerme en paz
mientras te respira.
Sabe que la aridez
por dónde transitas,
es terreno adobado
por la confianza
que te alimenta.
Llegarán los frutos,
a destiempo y, quizás,
debilitados por este clima loco,
profanado a manos nuestras.
Pero los verdaderos frutos
estarán dentro de ti,
cuando ya nada enturbie
la serenidad del alma
ni el deseo de amor
que te conduce a la esperanza.
Decir amén a la vida
y que este amén sea
agradecimiento y siembra
de vida nueva,
que siempre llega.
Mar Galceran