Última cena, sin cena. La mesa vacía. Ni siquiera una corteza de pan seco para distraer el hambre que ya te acecha. Una bolsa con algunas Pertenencias, apoyada en el portal de la entrada. Esta noche la pasarás al raso. Expulsada por no poder pagar «la plaza» del piso. Desorientada y atemorizada por si alguna autoridad te detiene indocumentada en tiempo de confinamiento.
Jueves santo. Última despedida de las compañeras sin compañeras. Te dieron la espalda. La soledad más absoluta de la noche, en una ciudad vacía y enferma. Te dormirás acurrucada en un portal o, con un poco de suerte, en un cajero. Y soñarás que un cirineo acaricia tu corazón adolorido y te lava los pies llagados por tantas horas de andadura vagando, a escondidas, por la ciudad.
Jueves santo. Pero no se detienen los días … El domingo de Pascua te espera. Te vendremos a encontrar.
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