El Dios que nos regala su Misericordia

Quinto «Cuarto de Hora»

Reflexión:

¡No pesa, es mi hermano!

Estábamos de excursión muy felices cuando apareció a lo lejos un niño de 8 años que traía sobre los hombros a otro más pequeñito como de 3. Su rostro era ardiente, sonrojado como el de los campesinos del lugar y muy expresivo. Ocultaba un cierto cansancio producido sin duda por la distancia, lo difícil del lugar y el peso del niño.

Para dar calor humano y alimento a ese niñito pregunté con cariñosa cercanía: ¿qué amigo, pesa mucho? Y el con inefable expresión de cara y encogimiento de hombros que encerraban gran carga de amor, dice con fuerza y decisión: ¡No pesa, es mi hermano!, y agarrando más fuertemente al pequeño que sonríe y saluda con su manita emprende su camino.

Contenido Teresiano

Dios se manifiesta a Teresa a través de uno de los rasgos más profundos y delicados del amor incomprensible y poco entendible a la mente y al corazón humano: la misericordia. Es la expresión del enamorado que por la persona que ama sería capaz de todo. El perdón es una manifestación de la misericordia. Quien ama es capaz de perdonar todo, de disculpar todo, de esperar, de confiar.

Ser feliz es el reto de la criatura humana, ser feliz es la gran aventura que implica toda la vida. Vida que se entrelaza entre la búsqueda y el encuentro en lo cotidiano, en lo sencillo del amor. Es ahí donde se tejen las entrañas de misericordia.

Es al Dios misericordioso al que Teresa quiere que conozcamos a lo largo de todo lo que escribe y lo que hace, porque esa es su experiencia más profunda y sobrecogedora de amor.

«No parece, Dios mío, sino que prometí no guardar cosa de lo que os había prometido, aunque entonces no era esa mi intención. Mas veo tales mis obras después, que no sé qué intención tenía, para que más se vea quién Vos sois, esposo mío, y quién soy yo. Que es verdad, cierto, que muchas veces me templa el sentimiento de mis grandes culpas el contento que me da que se entienda la muchedumbre de vuestras misericordias». V. 4,3
 
«Porque si os pagara algo del amor que me comenzaste a mostrar, no le pudiera yo emplear en nadie sino en Vos, y con esto se remediaba todo. Pues no lo merecí ni tuve tanta ventura, válgame ahora, Señor, vuestra misericordia». V. 4,4

Canta: Ella baila sola

Yo te quiero regalar palabras
ser tu red para cuando caigas
tomarte de la mano al andar…
Y decirte cosas al oído
ser tu manta cuando tengas frío
y ser tu hombro para llorar…
 
POR TI MI VIDA EMPEÑO
POR UN MOMENTO DE VERTE SONREÍR
POR TI MI ALMA VENDO
A CAMBIO DEL TIEMPO
QUE NECESITES PARA SER FELIZ
 
Dejo todo por un beso tuyo
quiero ser tu espada y tu escudo
decirte que te quiero una vez mas
Quiero ser tus alas y tu cielo
quiero ser el mar y tu velero
el suelo y tus pies para caminar…

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