El Dios que nos sufre y se hace a nuestra condición

Tercer «Cuarto de Hora»

Es increíble pensar que Dios pueda sufrirnos, pero es una realidad. Teresa también tuvo esta experiencia, Jesús la sufrió mucho tiempo.

Hablamos de un sufrimiento amoroso, es decir, quien mucho te ama mucho te sufre, porque en el amor siempre hay una carga fuerte y profunda de dolor. Pensemos en una madre de sufre la enfermedad de su hijo, que sufre el no poder pasar los tragos amargos o difíciles que toda persona humana tiene que pasar.

Jesús sufría a Teresa porque en su constante búsqueda por la verdad, por la vida, por la felicidad, Teresa tuvo que vivir situaciones difíciles de oscuridad, de miedo, de angustia, de limitación y de vulnerabilidad. Jesús se hizo a su condición, se hizo niño, joven, etc, etc.

Jesús pasó todo esto a su lado y como una madre no pudo evitarle a Teresa este camino doloroso pero necesario.

¿Quién te sufre hoy?, ¿a quién haces sufrir por amor?, ¿Por quién sufres?

Lo que Jesús quiere hoy de ti y de mí es que vivamos de cara a nuestra misión en la vida y que no dejemos nada por hacer. El quiere que vivamos la experiencia de estar cerca de El cara a cara, y que nadie nos aleje de esa experiencia que será sin lugar a dudas, la experiencia más fuerte y profunda del amor de Dios.

Paréceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí ¡Bendito seáis Vos, Señor, que tanto me habéis sufrido! V. 2, 8

¡Cuan cierto es sufrir Vos a quien os sufre que estéis con él! ¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya. ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido! V. 8,6

Cara a cara

Solamente una palabra, solamente una oración
cuando llegue a tu presencia oh Señor.
No me importa en qué lugar de la mesa
me hagas sentar
o el color de mi corona si la llego a ganar.
 
Solamente una palabra, si es que aún me queda voz
y si logra articularla tu presencia
no te quiero hacer preguntas, sólo una petición
y si puede ser a solas mucho mejor.
 
Sólo déjame mirarte cara a cara
y perderme como un niño en tu mirada,
y que pase mucho tiempo y nadie diga nada
porque estoy viendo al maestro cara a cara.
 
Que se ahogue mi recuerdo en tu mirada
quiero amarte en el silencio y sin palabras
y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada
solo déjame mirarte cara a cara.
 
Solamente una palabra, solamente una oración
cuando llegue a tu presencia oh Señor.
No me importa en qué lugar de la mesa
me hagas sentar
o el color de mi corona si la llego a ganar.
 
Solo déjame mirarte cara a cara
aunque caiga derretido en tu mirada
derrotado y desde el suelo tembloroso y sin aliento
aún te seguiré mirando mi maestro.
 
Cuando caiga entre tus plantas de rodillas
déjame llorar pegado a tus heridas
y que pase mucho tiempo
y que nadie me lo impida
que esperado este momento toda mi vida.

Libros recomendados:

Post recomendados:

Viva el evangelio como nunca antes:

Recibe nuestras reseñas literarias:

Únete a nuestra comunidad literaria para recibir reseñas semanales de libros  de tu interés por e-mail. Es gratis y disfrutarás de precios más bajos y regalos en nuestras editoriales con tu cupon de socio.