1. CUARESMA: TIEMPO PARA ABRIR LAS MANOS
Abre las manos se llenarán, cuando las cierras, no pueden recibir ni dar!
Busca ideas para tenerlas bien abiertas durante la semana.
Benedicto XVI Cuaresma 2011
El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida.
Evangelio del 1er domingo de Cuaresma: Mc 1, 12- 15
A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»
ORACIÓN
Jesús te retiraste al desierto
para escuchar y encontrarte con tu Padre.
Allí te esperaba Satanás para tentarte,
pero con la fuerza de Dios le venciste:
Pasaste la vida haciendo el bien,
anunciando el Reino, la Buena Nueva.
Quiero acercarme a ti,
mirarte cara a cara,
ver tu rostro.
Quiero abrir las manos para acoger,
vivir y anunciar la Buena Nueva.
2. CUARESMA: TIEMPO PARA ESCUCHAR
¿Os dais cuentas que las orejas las tenemos siempre abiertas?
Oímos muchos ruidos en la calle, en casa, en el colegio pero no siempre escuchamos. Cuando escuchamos prestamos atención, nos abrimos a lo que se nos dice, nos fiamos.
Durante esta semana procuremos estar atentos, prestemos atención, Dios nos habla.
Benedicto XVI
El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5).
Evangelio del 2º domingo de Cuaresma: Mc 9,1- 9
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.» Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
ORACIÓN
Qué bien se está aquí Señor,
dijeron tus amigos.
Nosotros queremos subir contigo
a la montaña, descalzarnos
y entrar despacito, en silencio,
de puntillas, pisar esta tierra santa
donde hablas y revelas tus secretos.
Ábrenos el oído para escucharte,
los ojos para verte.
3. CUARESMA: TIEMPO PARA AMAR, PARA VOLVER A LAS FUENTES
Cuando amas es cómo si tuvieras un fuego en el corazón, una fuente de agua viva que brota en ti. ¿Sabes dónde arde el fuego del amor? ¿Dónde tiene la fuente su manantial?
En el corazón de Dios. Sí nuestro Dios es como un sol que quiere calentar nuestra casa, si le abrimos las ventanas, entra nos alegra y calienta a todos.
Cómo tengo las ventanas de mi casa? ¿Recibo y comparto el amor de Dios?
Cuando me enfado, soy violento, no comparto, no escucho, es como si cerrase las ventanas de mi casa me quedo envuelto en la oscuridad y el frío. Es como si tapase la fuente con tierra y arena.
Pero si abro las ventanas y dejo corre el agua allí me encuentro de nuevo con Jesús, la luz, el caudal inagotable, la fuente de agua viva que sacia la sed. Como le sucedió a la Samaritana
Benedicto XVI
La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14):
Evangelio Jn 4, 5-42
Jesús llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.»
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió:
«Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»
ORACIÓN
Estamos cansados, como después de
una larga marcha en el desierto,
sin encontrar el manantial.
Nos pesa la mochila, nos duelen los pies
¿Dónde está la fuente?
Tenemos sed del agua viva,
la que brota de tu corazón, Jesús.
Venimos con nuestro cubo vacío y tú te acercas.
Siempre nos esperas en el brocal del pozo.
Gracias Jesús por estar allí.
Danos de beber,
llena nuestro cubo de agua,
llénanos de tu vida.
4. TIEMPO PARA ABRIR LOS OJOS, TIEMPO PARA MIRAR
Mirar como Jesús, con benevolencia, sin juzgar por las apariencias.
Los hombres juzgan por las apariencias, pero Dios juzga el corazón (1Sam. 16, 7).
Durante este tiempo de Cuaresma podemos pedir a Jesús que abra nuestros ojos a la fe en Dios. Como el ciego, queremos recobrar la vista ver el rostro de Jesús.
Benedicto XVI
El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38)
Durante este tiempo de Cuaresma pedimos a Jesús que abra nuestros ojos a la fe en Dios. Como el ciego, queremos recobrar la vista ver el rostro de Jesús. Mirar como Jesús, con benevolencia, sin juzgar por las apariencias.
Los hombres juzgan por las apariencias, pero Dios juzga el corazón
Evangelio Jn 9, 1-41
Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Jesús escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo. Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece.» Pero él decía: «Soy yo.» Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?» El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: «Vete a Siloé y lávate.» Yo fui, me lavé y vi.»
ORACIÓN
Jesús,
como el ciego quiero verte.
Quítame las vendas de los ojos.
Veo todo borroso, sácame el polvo
Limpia todo lo que me impide ver claro
Quiero mirar a los demás
como tú siempre nos miras
5. TIEMPO PARA PONERSE DE PIE
YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Jesús devuelve la vida a Lázaro
Eres un hombre de pie, bien vivo, sigues a Jesús
Abres: las manos para dar y recibir; los oídos para escuchar y prestar atención, el corazón para amar,los ojos para ver y mirar como Jesús.
Benedicto XVI
Jesús devuelve la vida a Lázaro
Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27).
Evangelio Jn 11, 1-45
Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
«Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él, entonces.
Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.
«Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él.
Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»Viéndola llorar Jesús se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»Jesús se echó a llorar.
Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»
ORACIÓN
Jesús,
¡Cuanto querrías a tus amigos!
Te gustaba ir a verles,
a descansar con ellos
Lloraste con ellos,
entiendes de nuestras penas
y sufrimientos.
Jesús eres la Vida verdadera
el que cree en ti y te sigue
vivirá para siempre.
Quiero fiarme de ti,
aumenta y fortacele mi fe, mi confianza.
ERES LA VIDA Y LA RESURRECCIÓN