OBJETIVO:
Profundizar en el llamamiento a la vocación laical desde una dimensión comunitaria que enriquece el proyecto de vida espiritual y le hace vivir la fraternidad como signo de comunión en la Iglesia.
1. REFLEXIÓN: LA COMUNIÓN DON Y TAREA PARA EL MUNDO
En nuestro mundo abundan las situaciones de guerra, injusticia, violencia; unas conocidas, las menos, otras desconocidas para la opinión pública, las más. La distancia entre los países ricos y pobres sigue aumentando. Miles de niños y mujeres son explotados y oprimidos.
Las gentes del sur ven un mundo norte tan fascinante, que no dudan ni un instante en subirse a una patera y afrontar la muerte en el mar. La división de nuestro mundo se manifiesta en las relaciones entre las personas y los grupos, pero también a nivel de colectividades más amplias: Naciones contra Naciones y bloques de Países enfrentados en una afanosa búsqueda de hegemonía.
En la raíz de las rupturas no es difícil individuar conflictos que en lugar de resolverse a través del diálogo, se agudizan en la confrontación y el contraste.
Preguntémonos:
¿Tendrá salida nuestro mundo? ¿Habrá algún manantial escondido en el que brote agua limpia? ¿Qué noticias hay escondidas en los brotes de primavera o en los corazones de todos los niños de todos los pueblos? ¿Habrá caminos para la esperanza y la alegría?
¿Quién verá tanto dolor, quién oirá tanto clamor, y saldrá a su encuentro? ¿Será posible recorrer el camino de la comunión?
2. ILUMINACIÓN BÍBLICA: Mateo 5, 13-16.
«Ustedes son Sal y Luz del mundo». «Ustedes son la sal de este mundo». Pero si la sal deja de estar salada, ¿Cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. «Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, APRA que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo».
Para profundizar: A los fieles laicos van dirigidas también las palabras del Maestro cuando dijo: «Vosotros sois sal de la tierra y luz del mundo» (Mateo 5, 13-14).
Su vocación cristiana es impregnar con la fuerza del Evangelio su vida personal y penetrar con ella las estructuras temporales: la política, los medios de comunicación social, la ciencia, el trabajo, la tecnología, la educación, la industria y todo el quehacer humano. En este sentido podemos hablar de seglares colaboradores de Dios en el mundo.
3. VOCACIÓN Y MISIÓN:
Cada persona tiene una misión irrepetible que cumplir. La misión comenzó en el corazón de Dios. Nuestra misión es la de dejar huellas de Dios en todo cuanto nos rodea. Los ropajes y fachadas son cosa secundaria. Pero el amor con que cumplimos nuestra misión se manifiesta en poner al servicio de la misma todas las cualidades y medios posibles para hacer realidad la «comunión» a la que hemos sido llamados. Después de haber expuesto este tema, cada uno de los participantes expresa lo que más le ha llamado la atención sobre la vocación y misión del Laico
4. ¿POR QUE EL IDEAL DEL CARMELO ES LA COMUNIÓN?
Porque la comunión es la mejor manera de vivir el ideal cristiano de unidad y fraternidad. La Iglesia es una comunidad de hermanos, en ella, todos estamos llamados a recrear las situaciones de amor y comunión que caracterizan nuestros ambientes: familiares, laborales y de amigos, sobre todo en el servicio y la donación a los hermanos.
La comunión cristiana tiene lugar entre todos aquellos que viven y participan o comulgan la misma vida de fe, esperanza y caridad, es decir la comunión con un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por tanto nuestra vocación a la vida fraterna hunde sus raíces en la comunión trinitaria, y encuentra en la Iglesia, misterio de comunión, su expresión más profunda.
Francisco Palau y Quer, un apasionado (enamorado) de la Iglesia, se sintió llamado a entrar y vivir en comunión profunda con su amada la Iglesia, que para él eran: «Dios y los prójimos».
Palau es testigo y profeta de una experiencia de comunión, se convierte en un acontecimiento de gracia que desborda a la propia persona, la hace palabra evangélica y fecunda en las realidades del mundo de hoy.
Desde la fraternidad, muchos laicos que trabajamos junto a las Carmelitas Misioneras, en Misión Compartida o Carmelo Misionero Seglar, estamos llamados a ser «Comunión encarnada», para significar y hacer realidad entre los hombre este ideal de unidad. Ahí se cifra lo mejor de nuestra vocación dentro de la Iglesia y el mundo.
5. ALGUNAS PISTAS PARA VIVIR LA COMUNIÓN EN NUESTROS PROPIOS AMBIENTES:
- Descubrir las semillas de comunión que hay dentro de cada persona, de cada grupo, de cada religión, de cada pueblo. El Espíritu Santo nos ha dado dones, rostros diversos, voces y gestos inconfundibles y nos desafía a ponerlo todo en común para construir la civilización del amor.
- Prestar atención y acoger a cada ser humano con respeto, escucha profunda, mirada transparente. Cada persona es un manantial inagotable de vida. El Espíritu de Dios en todos habita.
- Aprender a dialogar. «El diálogo y la escucha, son los nuevos nombres de la caridad» (Juan Pablo II). El diálogo tiene mucho de gratuidad, de oferta de lo mejor que tenemos y de acogida de lo mejor que el otro nos ofrece.
- Abrir puertas y salir al encuentro. Como la Trinidad que está siempre en permanente éxodo hacia nuestro mundo para invitarnos a una experiencia de comunión en torno a una mesa donde se ofrece a todos el pan y el vino del amor. Salir, mirando el mundo con esperanza, yendo al encuentro de las gentes concretas de cada tiempo, tendiendo una mano a quienes están al borde del camino, haciendo nuestras las voces que antes no eran nuestras, dejándonos llenar por la presencia de los otros.
- Optar por los más pequeños y los más débiles, en quienes Dios pone especialmente los ojos. Los más pobres nos desvelan lo mejor del Evangelio, lo mejor del rostro de Dios. Por eso se dice, y con razón, que los pobres nos evangelizan. A través de ellos Dios nos muestra su rostro más humano. A nosotros nos toca dar un rostro humano a Dios.
6. COMPROMISO:
Cada grupo en donde se realiza el taller discernirá la mejor manera de realizar un compromiso que lleve a fomentar la comunión y la fraternidad entre sus miembros. Es conveniente que este compromiso salga de los mismos laicos.
7. POEMA: de Bertol Brecht
Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó: ¿Por qué llevas muletas?
Y yo le dije: «Porque estoy tullido».
«No es extraño», me dijo.
«Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!»
Riendo como un monstruo
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y sin dejar de reír,
las arrojó al fuego.
Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan solo a veces, cuando veo palos
camino algo peor por unas horas.