Oración de intercesión

(Con esta sencilla motivación, te invitamos a dedicar todos los días unos minutos a interceder ante Dios por otras personas, por lo que sucede en el mundo, por la Iglesia…).

Intercesión y alabanza son dos alas para volar en el Espíritu hacia el corazón de Dios, llevando allí a muchos. La intercesión nace de la percepción de la pobreza humana. La alabanza de la percepción de la grandeza divina.

Interceder es orar: ¡Venga tu Reino! (Mt 6,9s). El Reino viene en cuanto los hombres aceptan el proyecto de Dios, se someten al señorío de Jesús y se abren a su Espíritu… De ahí la necesidad de perseverar en la oración… Muchas veces, en nuestra oración, presentamos alegremente al Señor las cargas de la humanidad. Pero Jesús busca amigos para edificar su Reino evangelizando y, sobre todo, orando (cf Jn 15,15). A éstos Jesús invita más que a ser presentadores, a arrimar el hombro y ayudarle a llevar las cargas, necesidades y aspiraciones de los hombres ante el trono de la misericordia (cf Hb 4,15s). ¡Y las cargas pueden pesar…! Para ese fin Jesús les da su Espíritu (cf Jn 20,21s). Y el Espíritu otorga sus carismas (1Cor 12,7; Ef 4,7.11s). El carisma más valioso es el de la intercesión universal, pues ensancha el corazón del intercesor haciéndolo capaz de acoger a innumerables personas, a la Iglesia y al mundo entero… y orar desde ellas y en favor de ellas.

Condiciones básicas para interceder:

  1. Unión vital con Cristo Jesús (cf Jn 15,5), pues él es el único mediador o intercesor (1Tim 2,5; Rm 8,33s). Incorporado a Cristo, el bautizado participa de su sacerdocio (cf 1 Ped 2,9); puede orar como intercesor (cf Hb 4,16). Cuando el cristiano, a pesar de sus miserias ora por otros, Dios le defiende y regala vestidos preciosos (cf Zac 3, ls).
  2. Seguir el camino de la Encarnación. Jesús se vació de lo suyo y asumió lo nuestro (cf Flp 2,7; 2Cor 5,14s.21). La intercesión es tierra santa (Ex 3,ls); al pisarla hay que descalzarse de juicios, ideas, méritos… propios; identificarse en lo posible con otros… iglesia, mundo.
  3. Vivir la comunión de los santos en fe viva y amor (cf Mt 18,18s); en fe y perdón (cf Mc 11,24-26; Col 3,13).
  4. Perseverancia. Con fe pobre, que confía totalmente (cf Lc 18,1-8). La intercesión modélica es la que se hace con pocas palabras, con mucho amor al prójimo y confianza en Dios sin límites. Un ejemplo es María en las bodas de Caná y al pie de la cruz (cf Jn 2,3; Jn 19,25) y las hermanas de Lázaro (cf Jn 11,3). La intercesión ideal se da cuando la vida entera se convierte en una intercesión ininterrumpida (cf Col 1,24), cuando se une la alabanza y la intercesión (cf Ef 1,12). Los asuntos del Reino se tratan mejor en el lenguaje de Dios, que es lenguaje de amor y silencio contemplativo, más allá de ideas y palabras. Cuando el intercesor se preocupa de veras por los intereses del Reino, el Señor se ocupa, y muy bien, de los asuntos del que intercede (cf Mt 6,33).

Como Amigos de Orar te invitamos a orar este mes los acontecimientos que todos estamos viviendo:

  • la paz,
  • los terroristas
  • las víctimas y sus familiares
  • la unión y el diálogo en las familias

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