18. Emigrante con los emigrantes

Mirando a la vida

  • Los egoísmos humanos, la persecución de la verdad, la imposición de los dominadores, la carestía de la vida, el hambre… han provocado a lo largo de la historia un interminable desfile de exilios, deportaciones, persecuciones ideológicas, campos de refugiados, colonias de emigrantes, etc.
  • María, José, Jesús no fueron extraños a todo esto. También a ellos les tocó marchar con lo puesto a tierra extraña. Y hoy, en un mundo con tantos millones de refugiados, exiliados, perseguidos, emigrantes forzosos… no podemos dejar de pensar en ello. Porque en ellos también hoy Jesús sigue huyendo, emigrando, refugiándose, exiliándose… Da miedo mirar a nuestro alrededor, porque da miedo implicarnos en lo que vemos: «De los más de dos mil millones de niños que viven en el mundo,ocho de cada diez malviven… Al finalizar el milenio había en el planeta seis mil doscientos millones de habitantes. De éstos, tan solo mil doscientos viven en el mundo desarrollado. El resto, malvive en el subdesarrollo». Pero no puede haber justicia si no somos capaces de ponernos en lugar del otro.

Desde la vida

Relato: La ciudad del otro lado

Un ermitaño del monasterio de Esceta se aproximó al Abad Teodoro.
– Sé exactamente cual es el objetivo de la vida. Sé lo que Dios pide al hombre y conozco la mejor manera de servirlo. Y a pesar de eso, soy incapaz de hacer todo lo que debería estar haciendo para servir al Señor.
El abad Teodoro permaneció un largo tiempo en silencio. Finalmente dijo:
– Tú sabes que existe una ciudad al otro lado del océano. Pero aún no has encontrado el barco, no has subido tu equipaje y no has atravesado el mar. ¿Por qué estar hablando de ella, o de como debemos caminar por sus calles?
– Saber el objetivo de la vida o conocer la mejor manera de servir al Señor no basta. Pon en práctica lo que estás pensando y el camino se mostrará por sí mismo.

Texto Bíblico

«El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estáte allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle». El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes» (Mt 2,13-15).

Comentario

  • José y María compartieron totalmente el camino de su Hijo. No se rebelaron sino que se abandonaron y, en silencio y paz, comenzaron su viaje al extranjero.
  • José y María caminaron entre penumbras tras el rostro de Dios y sus designios. Creyeron con todo su ser y esperaron en silencio la Palabra que diera luz a su caminar.
  • En Egipto fueron desconocidos, uno de tantos extranjeros, sin tierra, sin sitio, sin casa. A la espera de que alguien compartiera con ellos la palabra, la sonrisa, el agua y la información adecuada.
  • Enséñanos, María, a mirar al desconocido con amor, a recibirle con nuestros brazos abiertos, desarmados.

Palabra de la Iglesia: «Peregrinación de la fe», en la que la «santísima Virgen avanzó», manteniendo fielmente su unión con Cristo… No se trata aquí solo de la historia de la Virgen Madre, de su personal camino de fe y de la «parte mejor» que ella tiene en el misterio de la salvación, sino además de la historia de todo el pueblo de Dios, de todos los que toman parte en la misma peregrinación de fe» (RM, 5).

Canto

MADRE DE NUESTRO PUEBLO LOS HOMBRES ABREN EL CORAZÓN: QUIEREN LLAMARTE MADRE EN SUS PALABRAS, EN SU CANCIÓN

Oración

Virgen de la reconciliación, muéstranos al Padre cada día y a Cristo que vive en los hermanos. Ayúdanos a comprender las exigencias del Sermón de la Montaña. Que seamos Sal de la Tierra, Luz del Mundo, Levadura de Dios para la historia. Enséñanos a vivir sencillamente la fecundidad de las Bienaventuranzas. Que seamos pobres y misericordiosos, limpios de corazón y serenos en la Cruz, hambrientos de justicia, hacedores de paz. Que gritemos en la calle: «Dios es nuestro Padre y todo hombre es nuestro hermano». Que asumamos sus angustias y esperanzas. Amén. (R.Schutz).

Compromiso

«Sed la expresión viva de la amabilidad de Dios; amabilidad en vuestro rostro, amabilidad en vuestros ojos, amabilidad en vuestra sonrisa, amabilidad en vuestra afectuosa manera de saludar. En los bajos fondos, vosotros sois la amabilidad de Dios hacia los pobres. Regalad siempre una sonrisa gozosa a los niños, a los pobres, a todos los que sufren y se encuentran solos. Dadles no sólo vuestros cuidados, dadles también vuestro corazón» (Teresa de Calcuta).

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