- Si la imagen de Dios se deteriora y hay que purificarla, si la imagen del hombre y de la mujer se nos vuelve borrosa y tenemos que limpiar nuestros ojos para verla bien, ¿no habrá que hacer lo mismo con el Escapulario?
- El Escapulario, colocado al servicio de una ideología, la que sea, se niega a comunicarnos la belleza que lleva dentro, lo que significa. Sólo en un clima de gratuidad y limpieza, deja de ser un arma arrojadiza de unos contra otros, para convertirse en un espejo que nos muestra el don de María y la tarea que se deriva de él.
- Si no nos avergonzamos de necesitar ayuda en el camino cristiano, valoraremos el Escapulario. Si no hacemos de él un talismán o una forma barata de ganar el cielo, descubriremos que llevarlo implica un fuerte compromiso, que necesariamente tiene que llegar, como amor gratuito, a los que están cerca de nosotros.
«Dos son las verdades evocadas en el signo del Escapulario: por una parte, la protección continua de la Virgen Santísima, no sólo a lo largo del camino de la vida, sino también en el momento del paso hacia la plenitud de la gloria eterna; y por otra, la certeza de que la devoción a Ella no puede limitarse a oraciones y homenajes en su honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un ‘hábito’, es decir, una orientación permanente de la conducta cristiana, impregnada de oración y de vida interior, mediante la práctica frecuente de los sacramentos y la práctica concreta de las obras de misericordia espirituales y corporales» (Carta de Juan Pablo II sobre el Escapulario, 5).
PISTAS DE LUZ
- El Escapulario evoca la protección continua de la Virgen. Protección en la vida y en el momento del paso de la muerte a la vida, donde uno más solo y sin vida se encuentra. Es curioso que al final del camino tengamos que reconocer que somos frágiles, que podemos caer en la tentación de abandonar a Jesús. Es curioso, pero eso es lo que somos. Sobran las pretensiones de grandeza.
- El Escapulario evoca también una devoción que no se limita a los fuegos artificiales de días señalados. Sería una pena que sólo quisiéramos disfrutar del sol o de la brisa tres o cuatro días al año. ¡Es tan hermosa la presencia constante de María!
- El Escapulario es un hábito, lo que supone un estilo de vida, una opción por la santidad, alimentada por la oración y los sacramentos. Traducido todo en un compromiso de amor hacia todos, especialmente a los más pobres.