Tú eres el Camino. La sed en busca de fuentes

Testimonio de Lisa, joven canadiense, peregrina de Toronto, de 20 años. Lleva tatuado en su brazo la cita bíblica Hb 12,2. «Los ojos puestos en Jesús». Sus uñas, pintadas con estrellas por una sobrinita, son los ideales que acompañan su camino. (Nos lo cuenta Marie Nöel, hospitalera cristiana en el Camino de Santiago).

1. Presentación PowerPoint

Imágenes de jóvenes, familias, peregrinos, gente moviéndose. Iconos de Jesús y frases. ¡Queremos ver a Jesús! ¿Tú quieres ver a Jesús? Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús es el regalo del Padre. El Espíritu nos empuja hacia Jesús. Caminamos al aire del Espíritu. Con María.

2. Símbolo

Unas personas llevan la Cruz, mientras se canta varias veces:

TÚ ERES EL CAMINO. TÚ ERES LA VERDAD. TÚ ERES LA VIDA

3. Acogida

Todos los participantes unen sus manos para expresar que queremos hacer un camino hacia la Pascua en comunidad. Somos peregrinos. Con la sed dentro, en busca del agua de la Vida.

Lectura del texto del Papa Benedicto XVI, nuestro hermano mayor, sobre el encuentro de Cristo con la Samaritana.

«La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna»: es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad». ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín».

4. Una imagen del día

Se proyectan en la pantalla Imágenes encontradas en los medios de comunicación de estos días: gentes con sed en busca de agua, pateras en busca de otro mundo, maremoto de Japón, guerras, jóvenes en camino hacia el encuentro con el Papa en la JMJ….

Acompañado todo ello con la música de El Nabuco.

5. Procesión de la Palabra

  • El narrador lleva en alto la luz.
  • El que va a hacer de Jesús va vestido de blanco y lleva en alto la Palabra.
  • La que hace de Samaritana lleva el cántaro.

Escenificación del evangelio de Juan 4, 5-42

Narradora: «En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua

Jesús:-Dame de beber.

Samaritana: -¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?

Jesús: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.

Samaritana: -Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo; ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

Jesús: -El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Samaritana: -Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».

6.- Comentario sapiencial de Juan 4,5-42

Vamos a hacer una catequesis, como ha hecho siempre la Iglesia en este tiempo de cuaresma. La pretensión de la catequesis es presentar a Cristo a la comunidad. Como si fuéramos catecúmenos, vamos de la sed al agua viva.

6.1.- Caminar para buscar agua

Vivimos en una ciudad -Burgos- que tiene la suerte de tener un río que la recorre y la embellece de este a oeste. Vivimos en una zona con abundancia de aguas subterráneas. Y a la vez estamos atrapados en una cultura que nos lleva a gastar toda el agua que queramos.

Pero en otros lugares de la tierra, en África por ejemplo, mujeres, niños y niñas tienen que caminar varios kilómetros para encontrar agua y así poder abastecer a la familia. Arriesgan su vida para ir a buscar el agua en un entorno hostil. Así habla Kabul, una joven de treinta años, madre de tres niños, que vive en Kibirizi (Congo): «Durante el conflicto del Congo, muchas mujeres fueron violadas en el camino que va al río y las hienas atacaron a los niños».

Por otra parte, en los naufragios en el mar, sobreviven los que no beben agua del mar. Quienes la beben, sufren un daño mayor y la sed no se mitiga.

6.2.- Somos agua. Somos deseo

Mas del 70% del organismo humano es agua. Por eso, si falta el agua, falta la vida, empieza la angustia, llega la muerte. No es de extrañar que tantos pueblos, torturados por la sed en todos los desiertos, abran las manos y levanten los ojos mientras tienen fuerzas.

La sed de agua es todo un símbolo del deseo o de los deseos que siente el hombre y que trata de satisfacerlos de un modo u otro. Somos un deseo que no se sacia con nada. Tenemos sed de infinito. Nada puede ser nuestro todo. «Lo que vale en el hombre es su capacidad de insatisfacción. Si algo divino posee es, precisamente, su divino descontento» (Ortega y Gasset). «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no descansa hasta que no te encuentra» (San Agustín).

6.3.- Un joven inquieto

«Un joven inquieto se presentó a un sacerdote y le dijo: «Dame a Dios».El cura le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia. Acabado el sermón, el joven marchó triste en busca de un obispo. Éste le leyó una pastoral que acababa de publicar en el boletín de la Diócesis, y el joven oyó la pastoral con gran cortesía, pero al acabar la lectura se fue angustiado al Papa a pedirle: «Dame a Dios». El Papa se puso a resumirle su última encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin poder contener la angustia. «¿Por qué lloras?», le preguntó el Papa, totalmente desconcertado. «Busco a Dios y solo me dan palabras, dijo el joven apenas pudo recuperarse. Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el Papa tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían de sed y que alguien trataba de socorrerles con un largo discurso sobre el agua».

6.4.- Un pueblo torturado por la sed

¿Tenemos sed?

Salimos a la calle y nos fijamos. Hay muchos que tienen sed de satisfacciones, de diversiones, de encuentros. Tienen sed de cosas, de posesión, de seguridades, de tener. Tienen sed de evasión, de victo4ia, de ideales. Tienen sed de dinero, de bienestar, de riqueza. Tienen sed de saber, de verdad, de cultura, de superación. Tienen sed de salud, de vida, de paz, de fuerza, de juventud.

¿Llevamos dentro también nosotros estas manifestaciones de la sed?

6.5.- La sed y el agua. Un encuentro junto al pozo

Un Jesús cansado y sediento sentado en el brocal del pozo. Está cansado del camino, cansado de tantas disputas encontradas en los caminos, porque todo lo que no es amor cansa. Una mujer con sed que acude con su cubo a sacar agua. Dos sedientos y con el agua en el pozo. Sedientos los dos de agua. Pero posiblemente, los dos sedientos de algo más que agua. Un Jesús sediento de llenar de agua viva aquel corazón lleno de maridos. Una mujer sedienta posiblemente de ago más que apagase la sed que sus maridos no lograban apagar. Jesús, está sentado y una mujer camina hacia el manantial con su sed a cuestas, desconocedora todavía que, junto a aquel hombre cansado, va a recuperar el sabor de la vida.Todos la conocemos como la «mujer samaritana». Podemos ser cualquiera de nosotros.

Comienzan hablando del agua, de la sed, del pozo. Jesús comienza como el débil sediento que se atreve a pedir agua. La mujer muy tiesa se siente dueña del pozo, del agua y del cubo. Y los dos terminan olvidándose de la sed, del agua, del pozo y del cubo. Y los dos terminan metiéndose el uno en el otro. Un Jesús que se va haciendo camino para llegar al fondo de aquel corazón. Una mujer, distraída de la vida, que se resiste pero que tampoco puede ceder a la curiosidad. Un Jesús que la va desnudando por dentro, descubriendo sus profundos vacíos. Una mujer que va sintiendo cómo su corazón se encuentra con su verdad.

Un Jesús, que se va olvidando del pozo de Jacob y va abriendo un pozo nuevo en aquel corazón de mujer. Una mujer que se olvida del agua y del cubo y regresa al pueblo gritando lo que su corazón ha encontrado.

Las cosas no se imponen. Basta abrir el apetito. Jesús no se impone a nadie. Se ofrece, abriendo el apetito y la sed de nuestro espíritu. El Dios que se impone, termina quedando en la epidermis de nuestras vidas. El Dios que se descubre y acepta, termina transformándonos interiormente. Todos tenemos demasiadas capas escondiendo lo que llevamos dentro. Todos llevamos dentro demasiados maridos escondidos que no logran llenarnos. Por eso, el camino de Dios comienza por insinuarse, hacernos reconocer esos maridos y vacíos ocultos. Será desde esos vacíos del alma que sentiremos su necesidad.

Hoy se habla de los cambios climatológicos. Hoy todos vivimos con la escasez del agua como horizonte y preocupación. Recién descubrimos lo que vale cuando comienza a escasear. Pero también asistimos a otro cambio climatológico del espíritu sobre el que no queremos detenernos a pensar. El agua que ofrece Jesús sigue todavía abundante, porque Dios no sufre las escaseces de la climatología. Dios es abundante, pero nuestro problema puede ser el de la no sed de Dios, una sed oculta que no queremos reconocer.

Jesús está ahí como agua viva, tenemos el agua al alcance pero puede que nos falte sed. ¿Quién tiene hoy sed de Dios? ¿Quién tiene hoy sed del agua viva que nos ofrece Jesús? ¿No preferimos ahogar esa sed en otras fuentes? Es posible que cada uno de nosotros tenga sus propios pozos, unos más disimulados que otros. Nos sacian de momento, pero al cabo de un rato nos dejan con más sed.

Puede que esos pozos y esa sed escondida sean también el camino para hacer aflorar esa otra sed, escondida, negada, disimulada. Porque al corazón se le puede traicionar, pero no se le puede engañar. Allá en el fondo, mezclado con otras aguas, puede que esté brotando la sed del agua definitiva que es Dios. Este puede ser el momento de ofrecer a nuestros vacíos esa agua que quien la bebe ya no vuelve a tener más sed. El que está inapetente, necesita que se le abra el apetito. La belleza de cada ser humano está en el pozo escondido en su desierto.

El pasaje evangélico es bellísimo y sugerente, lleno de sentido. ¿A qué atendemos más: a la sed o al agua, a la mujer del cántaro o al hombre que pide de beber? Ese hombre cautiva, tiene sed y ofrece agua, está cansado y libera de las cargas, pregunta cosas y lo sabe todo, parece un extraño y se mete en el corazón. En Él se concentra toda la sed del mundo, todos los deseos y los interrogantes de la mujer, pero en Él están todas las respuestas y todos los manantiales.

6.6.- Cinco pasos para potenciar el encuentro

Primer paso: Reconocer y aceptar nuestra propia verdad. Como hizo la Samaritana. En la mirada de Jesús descubre su intimidad herida. Pero no se siente rechazada. Percibe que es profundamente comprendida y amada por Jesús. Al final del diálogo esta mujer está transformada desde la raíz. Para acceder al agua viva necesitamos la sinceridad con nosotros mismos. Todos tenemos nuestra forma de mentirnos a nosotros mismos. Todos tenemos miedo a nuestra verdad desnuda.

Segundo paso: reconocer en dónde buscamos seguridad. El marido de la Samaritana es un símbolo de las seguridades en las que queremos hacer pie. Todo aquello a los que nos atamos buscando un refugio a nuestra debilidad y mediocridad termina por decepcionarnos. Cuando Jesús la pone en contacto con su propio corazón habitado por Dios, entonces se siente una mujer libre, alegre, segura.

Tercer paso: abrirnos a Jesús y pedirle el agua viva. Después de haber alimentado la vida con espejismos de oasis inexistentes y de haber buscado agua en cisternas agrietadas, pedimos, como la samaritana, a Jesús el agua viva. Y en viniendo la vida, no queda ni rastro de la muerte. Donde antes había cansancio del alma, se asoma ahora la alegría. «Dame de beber». Como millones de seres humanos que necesitan el agua para beber, el pan o el arroz para comer, el vestido y la casa para encontrar un poco de calor y de acogida, la salud y la libertad para caminar cantando.

Cuarto paso: Encontrar dentro la fuente. Jesús no condena nuestras pobres alegrías y nuestros pequeños amores. Nos propone algo mejor. Nos hace su propuesta. Nos habla de un agua misteriosa que quita la sed y brota desde dentro. Jesús no está fuera de nosotros, sino muy dentro, habitando nuestro pozo en la hondura. «El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial de vida». El Espíritu es el manantial de vida que está dentro de nosotros.y vivir conforme a esa verdad, cuando actuamos en espíritu y en verdad.

Quinto paso: vivir en espíritu y en verdad, anunciar a Jesús. Junto a Jesús, la fuente de aguas limpias nace en el corazón un río de solidaridad, que mana vida y sacia toda sed. Así comienza una danza interminable en los brazos de la gracia, una tarea por dar el agua gratis a quien tiene sed.

6.7.- Catequesis catecumenal, bautismal de san Justino (160 d.C.)

Tiene como objeto presentar a Cristo a los que nos preparamos a vivir la Pascua.

«A cuantos se convencen y aceptan por la fe que es verdad lo que nosotros enseñamos y decimos, y prometen ser capaces de vivir según ello, se les instruye a que oren y pidan con ayunos el perdón de Dios para sus pecados anteriores, y nosotros oramos y ayunamos juntamente con ellos. Luego los llevamos a un lugar donde haya agua, y por el mismo modo de regeneración con que nosotros fuimos regenerados, lo son también ellos: en efecto, se someten al baño por el agua, en el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, y en el de nuestro Salvador Jesucristo y en el del Espíritu Santo. Porque Cristo no dijo: «Si no volviereis a nacer, no entraréis en el reino de los cielos» (Jn 3,3). Y también está dicho por el profeta Isaías: «Lavaos, volveos limpios, quitad las maldades de vuestras almas y aprended a hacer el bien» 8Is 1,16). Este baño se llama iluminación, para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas. Y el que es iluminado, se lava también en el nombre de Jesucristo, el que fue crucificado bajo Poncio Pilato y en el nombre del Espíritu Santo».

Algunas personas se acercan para ser lavadas, para beber…

Canto: EL AGUA DEL SEÑOR SANÓ MI ENFERMEDAD. EL AGUA DEL SEÑOR JESÚS.

El que quiera y tenga sed, que venga y beba gratis. El que quiera y tenga sed, beba el agua de la vida.

 

El que beba de esta agua, jamás tendrá sed. El que beba de esta agua, jamás tendrá sed.

Vengo cansado de la vida, del agobio de las cosas, del ruido interior del pecado, hacia una fuente que mana y corre. Jesús, tú eres mi fuente. Junto a ti descanso de todas mis fatigas. A tu lado respiro el aire nuevo de tu Espíritu.

Si conocieras el don de Dios… Con mi cántaro vacío voy a Ti, que eres fonte escondida do mana el agua pura, para que sacies la sed que llevo en mis adentros.

Te bendigo, Jesús, con mi alegría. Después del encuentro contigo, tomo mi vida agradecidamente.

Jesús es la fuente. Así lo entendieron y cantaron los santos del Carmelo:

«¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre aunque es de noche» (San Juan de la Cruz).

 

«Está tan contenta de solo verse cabe la fuente, que aun sin beber está ya harta. No le parece hay más que desear» (Santa Teresa, Camino 31,3).

Audición de la Canción: Su nombre: Cristo – Jesús, de Fabiola Torrero

(Proyección de imágenes en la pantalla)

Me dijeron de ti, que fuiste un hombre extraño,

luchador por los hombre, humano.

Me dijeron de ti, que incluso diste la vida

por salvar a esos hombres que tú llamaste hermanos,

que Tú llamaste hermanos y que te condenaron, (bis)

Y fuiste pobre entre pobres, enfermos, niños, y ancianos,

hombre del todo libre esclavo de ideales altos.

Esclavo de un amor al hombre,

razón de tu vivir y llanto. (bis)

SU NOMBRE ES CRISTO JESÚS

SU LEY FUE EL AMOR: AMÁOS TODOS

SU GRAN PASIÓN EL PERDÓN: ENSÉÑANOS

SU AMBICIÓN LA PAZ. (bis)

Me dijeron de ti que incluso diste la vida

por salvar a esos hombre que Tú llamaste hermanos…

Y fuiste pobre entre pobres…

Yo quiero decir de ti, que fuiste un hombre extraño,

luchador por los hombres, humano, humano, humano.

7. Testimonio: Marisol

Una mujer de a pie con sed dentro, buscadora de Cristo, enamorada.

Cristo no quita nada, lo da todo.

Marisol ama a su familia (maridos y dos hijos) desde su búsqueda apasionada de Cristo.

Con la sed en los adentros sigue buscando fuentes. Pregunta a los que encuentra por los caminos que la ayuden a encontrar al Amado de su alma, a Cristo.

Hoy cuando parece que no hay fuentes sigue habiendo gente con sed, dispuesta a decir conMaría: «Aquí estoy. Hágase».

8. Momento de oración

Salmo 41: Mi alma está sedienta de Ti

Como busca la cierva

corrientes de agua,

así mi alma te busca

a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,

del Dios vivo:

¿cuándo entraré a ver

el rostro de Dios?

 

Las lágrimas son mi pan

noche y día,

mientras todo el día me repiten:

«¿Dónde está tu Dios?»

Recuerdo otros tiempos,

y desahogo mi alma conmigo:

cómo marchaba a la cabeza del grupo,

hacia la casa de Dios,

entre cantos de júbilo y alabanza,

en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío».

Cuando mi alma se acongoja,

te recuerdo

desde el Jordán y el Hermón

y el Monte Menor.

 

Una sima grita a otra sima

con voz de cascadas:

tus torrentes y tus olas

me han arrollado.

De día el Señor

me hará misericordia,

de noche cantaré la alabanza

del Dios de mi vida.

Diré a Dios: «Roca mía,

¿por qué me olvidas?

¿Por qué voy andando, sombrío,

hostigado por mi enemigo?»

Se me rompen los huesos

por las burlas del adversario;

todo el día me preguntan:

«¿Dónde está tu Dios?»

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío».

9.- Oración (dicha por todos)

(La mujer que ha representado a la Samaritana está con el cántaro).

Señor, estoy en tu Presencia.

Creo que me amas, me miras y escuchas mi oración.

Vengo ante ti con sed de vivir más plenamente,

con sed de despertar a la vida que sólo Tú puedes dar.

Vengo con el ardiente deseo

de dar un nuevo paso hacia Ti,

y de que tu amor me alcance y me transforme.

 

Derrama sobre mí tu Espíritu Santo,

torrente inagotable,

manantial de aguas vivas,

lluvia que empapa mi tierra,

rocío de la mañana,

mar inmenso en el que nazco a la vida,

río que fecunda mis campos yermos.

Derrama sobre mí tu Espíritu:

que Él guíe mis pasos a la fuente de tu Palabra viva.

Que mi fe se sacie en ella.

Que mis fuerzas se renueven en ella.

Que mi amor se encienda en ella.

Que mi esperanza se apoye y se sostenga en ella. Amén.

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