ENCUENTROS DE ESPIRITUALIDAD EN LA CUARESMA.
LLAMADOS A SER MISERICORDIOSOS
Comienza el encuentro con el canto de Taizé: La misericordia del Señor, cada día cantaré.
Animador/a: Buenas tardes. Bienvenidos a este encuentro de espiritualidad en la Cuaresma. Gracias por estar aquí.
Hacemos un momento de silencio. Visualizamos el rostro de una persona en la que hemos encontrado misericordia a lo largo de nuestra vida. Recordamos su nombre. Cerramos los ojos si nos ayuda. Dejamos que se despierten en nosotros sentimientos de agradecimiento.
Nos ponemos de pie. Acogemos a Jesús, Palabra de misericordia. Viene a contarnos un relato fascinante. Conocido por todos, pero, quizás, poco vivido, porque nos escandaliza tanta misericordia, nos rompe los esquemas.
Dos personas entran en la asamblea; una lleva el libro de los Evangelios, otra lleva una lámpara encendida. El que lleva el libro de los Evangelios, proclama, muy despacio, el Evangelio: Jn 8,1-11
«En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?’ Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.’ E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: ‘Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?’ Ella contestó: ‘Ninguno, Señor.’ Jesús dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.’
Toda la asamblea, como un coro, se hace eco del evangelio repitiendo una palabra de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO. Animador/a:
Vamos a mirar algunos pasos escenificados del Evangelio:
- Una persona, representando a Jesús, está sentado.
- Le ponen delante a una mujer sorprendida.
- Un grupo de personas tiene piedras en las manos.
Toda la asamblea, como un coro, se hace eco del evangelio repitiendo una palabra de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO.
Animador/a: Escuchamos ahora un texto de Jean Vanier, el fundador de las comunidades del Arca, en las que se cura a los enfermos con las miradas de amor:
«La alegría verdadera supone una libertad y ella misma implica que nombramos y asumimos nuestros miedos. El miedo de ser humillado es sin duda el más grande: tememos que los otros vean nuestra pobreza, nuestras incapacidades, nuestras impotencias, que nos consideren como si fuéramos nada. Este miedo es más profundo que el de la muerte. Tocamos allí lo inconfesable, la vergüenza, la culpabilidad, que pueden provenir de un rechazo vivido en la infancia» (Jean Vanier).
La asamblea se hace eco del evangelio repitiendo una palabra de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO.
Animador/a: La enseñanza nos la imparte Ezequiel García Rojo, carmelitas descalzo de nuestra comunidad. Acogemos sus palabras como un regalo. El título de su enseñanza: JESÚS, EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA
- Los caminos de la misericordia:
- a) Del corazón de Dios al hombre por medio de Jesucristo
- b) Del corazón del hombre a Dios por medio de los hermanos
- Jesucristo: rostro de la misericordia del Padre
- Jesucristo: el otro rostro
- Iglesia: rostro de Cristo en el mundo
- Respuesta del hombre a la misericordia de Dios
- El perdón: expresión cualificada de la misericordia
- A Dios le duele que sus hijos sean «infelices»
- Sólo Dios puede perdonar
La asamblea se hace eco del evangelio repitiendo una palabra de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO.
Animador/a: Vamos a orar con el himno del Jubileo de la Misericordia (PwerPoint).
La asamblea se hace eco del evangelio repitiendo una palabra de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO.
Animador/a: La mujer que ha escenificado la escena del Evangelio proclama la oración de acción de gracias de Santa Teresa:
¡Oh Dios mío y misericordia mía!, ¡y cómo las podréis mostrar ahora en vuestra sierva! Poderoso sois, gran Dios. Ahora se podrá entender si mi alma se entiende a sí mirando el tiempo que ha perdido y cómo en un punto podéis Vos, Señor que le torne a ganar. Paréceme que desatino, pues el tiempo perdido suelen decir que no se puede tornar a cobrar. ¡Bendito sea mi Dios! Recuperad, Dios mío, el tiempo perdido con darme gracia en el presente y porvenir, para que parezca delante de Vos con vestiduras de bodas, pues si queréis podéis (IV Exclamación)
Tres personas que expresen sus sentimientos orantes.
Animador/a: Cada uno de los presentes, al darnos el abrazo de paz, nos decimos estas palabras de Jesús: TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y EN ADELANTE NO PEQUES MÁS.