La bendición de tu mirada

LA MIRADA ES UNA BENDICIÓN CUANDO BROTA DEL CORAZÓN.

Ambientación

Hay un lenguaje no verbal, que a menudo dice mucho más que las palabras. ¡Cuánto nos dicen las miradas! ¡La mirada de un niño! ¡La mirada de los que se quieren! ¡La mirada perdida de quien no se siente querido!

La mirada es una bendición cuando brota del corazón. Jesús mira con el Corazón. Su mirada expresa compasión cuando se encuentra con multitudes sin saber a dónde ir. Su mirada expresa la ternura de su Corazón cuando acaricia a los niños. Su mirada manifiesta dolor cuando ve que los poderosos pisotean la dignidad de los pobres en nombre de Dios. La mirada le sangra cuando ve la negación y traición de sus amigos.

¡Cuántas miradas de Jesús puestas cada día en nuestras vidas! Si queremos mirar como Jesús tenemos que pedirle que nos conceda un corazón nuevo, porque sólo se ve bien con el corazón.

Parábola

«Un hombre de negocios va rumbo al cielo. No iba muy tranquilo, pues era usurero. Llegó al cielo. No vio a nadie y quedó asombrado al ver tantas maravillas. De sala en sala llegó al despacho de Dios. Sobre el escritorio había unos anteojos. No pudo resistir la tentación de ponérselos y al ponérselos le dio vértigo.

¿Qué claro se veía todo! Los intereses de los economistas, las intenciones de los políticos, etc. Entonces se le ocurrió mirar lo que estaba haciendo su socio, el de la financiera. El muy cretino estaba estafando a una viuda. Al ver aquello, su alma sintió un deseo de justicia.

-Tanta injusticia no puede ser, dijo. Y agarrando un taburete lo lanzó con tan buena puntería, que dejó espatarrado a su socio. En esto, todo el cielo se llenó de algarabía. Era Dios que volvía de paseo con sus ángeles. Sobresaltado el usurero, dejó los anteojos y trató de esconderse. Pero ya Dios le estaba mirando con el mismo amor de siempre. El usurero trató de disculparse.

-No. No, dijo Dios. Solamente quiero que me digas qué has hecho con el taburete que había aquí.

-Bueno, yo entré, vi los anteojos y me los puse.

-Está bien, eso no es pecado. Yo quisiera que todos miraran el mundo como lo miro yo. Pero, ¿qué pasó con mi taburete? Ya más animado, el usurero le contó lo que había visto y lo que había hecho.

-Ahí te equivocaste, le dio Dios. Te pusiste mis anteojos, pero te faltaba tener mi corazón. Imagínate si yo tiro un taburete cada vez que veo una injusticia, en la tierra no alcanzarían todos los carpinteros del universo para proveerme de proyectiles. No, ojo, no. Hay que tener cuidado de ponerse mis anteojos, si no se está seguro de tener mi corazón.

Vuelve a la tierra y en penitencia reza esto durante cinco años: Jesús, manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.’ Ahí fue cuando se despertó: había sido un sueño» (Martín Descalzo).

Soliloquio

«Anoche me sorprendí al cruzarme con tu mirada. Tenía tanta ternura, que me sentí desconcertado… Imagen por imagen repasé toda la jornada: No había mucho para sentirse orgulloso… ¿Por qué tu mirada era tan cercana? Ponías paz en mi corazón y en mis deseos esperanza. ‘Abre las manos -dijiste- y Yo las llenaré de gracia’. ¿Qué alegre me dormí! Pensé: ‘Que al caer de la tarde, me falte todo, menos la bendición de tu mirada».

Texto Bíblico

«Al desembarcar, vio Jesús un gran gentío, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas» (Mc 6,34).

Comentario sapiencial

Jesús mira a la gente, va por la vida con los ojos abiertos. ‘Ojos que no ven, corazón que no siente’, decimos. Los ojos bien abiertos preparan la compasión del corazón. La compasión abre la puerta al amor para que éste salga a raudales. A Jesús le duele ver a tanta gente excluida, sin sentido en la vida. Cuando contemplamos esta mirada compasiva de Jesús, nos va doliendo lo que les pasa a los emigrantes, a los presos, a los drogadictos, a todos los orillados de la tierra, y se pone en marcha en nosotros una corriente imparable de solidaridad y cercanía hacia los más caídos y abandonados. Jesús mira y cura con la mirada. ¡Qué hermosa enseñanza para nosotros!

Peticiones de perdón

  • Por las veces que no me he dejado mirar, encontrar y perdonar por la mirada del Corazón de Jesús.

    SEÑOR, TEN PIEDAD.

  • Por las veces que no he tenido hacia los demás la mirada de cariño y compasión que el Corazón de Jesús tiene para conmigo.

    CRISTO, TEN PIEDAD.

  • Por las veces que no he reconocido la mirada del Corazón de Jesús en la mirada de los hermanos, sobre todo, de los más pequeños.

    SEÑOR, TEN PIEDAD.

Pensamiento

«Dios ha grabado su imagen en ti para que la imagen visible hiciese presente en el mundo al creador invisible; y te ha puesto en la tierra para que actuases en su lugar, para que una posesión tan amplia como es el mundo, no estuviera privada de un enviado del Señor» (Pedro Crisólogo).

«¿Por qué grabas en estelas de piedra el nombre de los defectos de los demás, y los tuyos te conformas con escribirlos en la arena?» (Nguyen Van Thuan).

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