Haz silencio. Aprende a mirar en la noche

1.GOTAS DE SABIDURÍA.

«Si de noche lloras por el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas»

No le pidas a la vida lo que no te puede dar…

Todo lo que buscas fuera, lo tienes dentro.

En la vida necesariamente hay soledad, llanto, incomprensión… ¡En un año, todos los días no pueden ser primavera!…

Hoy en tu camino, encontrarás la vida tal cual es: luz y oscuridad; trabajo y descanso; comprensión y alegría, pero también soledad y dolor. ¡No importa!

Toma con decisión todo el material que te ofrezca esta nueva jornada y encárgate tú de darle sentido… sácale partido a todo. Sucede lo que tiene que suceder, no te resistas. Asume lo que llega y encontrarás la adecuada ubicación de cada cosa…

La felicidad no es destino, es la actitud con la que se viaja por la vida. La felicidad es lo que resulta de un buen manejo de la vida. «La persona madura es aquella que ha sabido reconciliarse con su pasado»

2. LA NOCHE OSCURA

«En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada» (San Juan de la Cruz).

  • ¿Qué te evoca el símbolo de la noche oscura? Silencio, oscuridad, encuentro, luz, dolor, rabia, belleza, descanso, soledad, paz, abandono, gozo, opción…
  • ¿Qué experiencia tienes de noche oscura? La noche oscura es una experiencia de dolor, que desafía a la existencia humana: la persecución o la calumnia, el cáncer, la opción por valores que no se llevan, los caminos desde el caos interior a la fe, la opresión de los poderosos, el sida, la situación de los que no tienen techo ni papeles, la oscuridad de la vida cotidiana, el paro, incapacidad de muchos pueblos para ver la aurora… La pasan, con diferentes matices, todas las personas y también las diferentes épocas de la historia.
  • ¿Qué haces en la noche? Ante una situación dolorosa puedes tener dos actitudes: rebeldía amarga o confiada aceptación. Jesús, que vivió su noche y la noche de todos sus hermanos y hermanas de todos los tiempos, a la espera del día de Dios, gritó al Padre: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», y se abandonó a su voluntad: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu».

3. AUNQUE ES DE NOCHE

«¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche!» (San Juan de la Cruz).

Cuando llega la noche oscura alcanza todo tu ser; se oscurece tu capacidad de comprender lo que estás viviendo, te sientes torpe para amar, no recuerdas los momentos de luz; tu vida parece un callejón sin salida.

La experiencia más dolorosa es pensar que Dios te ha abandonado, que se ha ido de tu vida su luz y su calor. «¿Qué respuesta dar a tantos interrogantes como se le presentan a uno? Una vez el maligno me susurró: ‘No existe Jesús, te has engañado, no le importas’. Me quedé estremecido de miedo, de temor, de espanto. Era lo último que me podía pasar» (F. Bellido)

Lo que en realidad sucede es que Dios interviene tu vida para hacer de ti una mujer o un hombre nuevo, renacido/a y conducido/a por el Espíritu, con más capacidad de esperanza, con una libertad que ninguna fuerza terrena puede arrebatar, con una serenidad ante el dolor y la muerte a la espera de una promesa eterna, con una entrega confiada al Señor de nuestras preguntas. Las necesidades fundamentales del ser humano, amar y ser amado, brotan con nueva frescura.

4. ¿QUÉ HACER EN LA NOCHE?

«En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía» (San Juan de la Cruz).

Ábrete confiado/a a lo que el Señor hace en ti. «Hasta de noche me instruye internamente» (Sal 15). «Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma…, en la que de secreto enseña Dios al alma y la instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo» (San Juan de la Cruz).

Espera pacientemente a que luzca el sol. La última palabra es siempre la vida. «La noche no interrumpe tu historia con el hombre; la noche es tiempo de salvación… La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección».

Aguarda en silencio y fortaleza la salvación. «Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!» (Sal 126, 2).

Invoca al Señor desde tu aflicción: «Sé de quién me he fiado». «Quédate, Señor, con nosotros, porque se hace de noche».

Persevera en la súplica y la confianza. Aguardo anhelante al Señor, espero en su palabra; mi ser aguarda al Señor más que el centinela a la aurora» (Sal 130, 5-6). «Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni les dejará de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor» (San Juan de la Cruz).

5. TESTIMONIOS EN LA NOCHE

«Puedo decir que, por desgracia, he tenido la suerte de estar enfermo y poder así vivir facetas de la vida que, mientras estaba sano, habían pasado casi desapercibidas: la debilidad, la limitación, lo irremediable, lo profundo radical, el dolor, la relatividad, lo importante y lo accidental, lo necesario y lo accesorio, lo superfluo y la densidad, lo que vale y lo inútil, el asumir la propia historia, el aceptarte como eres, la capacidad de autocrítica, la perspectiva del cambio, el asumir la muerte, el abrirte al futuro, la esperanza desesperada…¡Tantas veces!» (J.Burgaleta, teólogo).

«Hay quien me pregunta cómo puedo sentirme tan bien con todo lo que me ha tocado vivir. Yo lo tengo claro: mi fuerza la encuentro en esa fe alimentada, cuyo centro es la Eucaristía, el motor de mi vida. Creo que un cristiano de verdad nunca está solo y si confía en que el servicio a los demás es lo más agradable a Dios, ha de sentir la felicidad que yo siento. Siempre pienso: tienes una ayuda inmejorable; si se me cierra un puerta El me abrirá una ventana» (Felisa, una madre de familia, que desde la oscuridad cotidiana confía pesa a todo).

«Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado» (San Juan de la Cruz).


ORA

Padre, me pongo en tus manos. Sea lo que sea te doy las gracias. Lo acepto todo con tal de que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas.

TEXTOS PARA ORAR

En tu Biblia: Salmo 27: El Señor es mi luz. Salmo 121: Alzo mis ojos a los montes Salmo 123: A ti levanto mis ojos Salmo 131: Mi corazón no es engreído

En San Juan de la Cruz: Subida 2, 6,1-6: La fe, la esperanza y la caridad hacen oscuridad «en el alma»; Noche Oscura 2, 6,1-6: Sufrimientos en la noche.

En Santa Teresa de Jesús: Palabras de El en la noche: Vida 25,18-19; 25,17.

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