MOTIVOS PARA ORAR
(A ORAR SE APRENDE ORANDO)
Eusebio Gómez Navarro OCD * EDITORIAL DE ESPIRITUALIDAD * Triana, 9 – 28016 MADRID * www.editorialdeespiritualidad.com/ * http://www.eusebiogomeznavarro.org/
V.- DISTINTOS MEDIOS PARA ORAR
Cuando hay fe, todo lo que nos encontramos en la vida nos puede servir para orar; entre todos estos medios o lugares quiero destacar el orar: con la Palabra, ante Jesús sacramentado, con el rosario y con la naturaleza.
La Biblia es, sin duda, el libro más rico en experiencias de oración. Ella nos da bases para rezar y en ella podemos encontrar modelos de oración y de orantes.
Una de las oraciones más sentidas es la que se hace ante Jesús sacramentado. Ante el Sagrario se puede orar en silencio, con una simple mirada. A él se le pide, se le agradece, se le adora y, sobre todo, se le escucha. Jesús habla y escucha, de un modo especial, a los cansados y fatigados por el peso de la noche y de los años. Jesús es alimento, luz y fuerza para el caminante, quien pone los ojos en él, no camina a oscuras.
El Rosario es una de las oraciones más rezadas por el pueblo sencillo. Es una oración evangélica, al alcance de todos, que ha servido durante siglos a muchas almas para santificarse y para pacificar el alma y el cuerpo con la repetición del Avemaría.
Al alcance de todos está el libro abierto de Dios: la naturaleza. El agua, el viento, el árbol, todo nos habla de Dios cuando nuestros ojos son capaces de ver el rastro y el rostro del Amado.
Dios nos ha dado los sentidos para poder usarlos en la oración. Orar es simplemente mirar a Jesús, mantener los ojos en él y dejarse mirar por él.
La oración en la Biblia
Un astrónomo salía de noche a observar las estrellas. Una vez, cuando estaba absorto viendo el firmamento, no miró dónde ponía los pies y acabó en una zanja.
Uno que pasaba oyó sus gritos y corrió a sacarlo.
¿Cómo quieres descubrir lo que hay en el cielo si no eres capaz ni de ver lo que tienes ante tus narices?
La Biblia nos enseña a mirar hacia el cielo y caminar por la tierra.
No cabe duda de que a partir del Vaticano II, se ha despertado gran interés por la Palabra de Dios. Lo mismo ha sucedido con la oración personal como, la grupal, no tanto con la familiar.
La Biblia es el libro de oración. C. Maccise, en su libro Rezar con la Biblia en el contexto de la vida, nos da unas sugerencias útiles para rezar con la Biblia. La Biblia nos enseña a no desfallecer a pesar de las dificultades, a orar en todo tiempo (Hb 1,1-2). Las oraciones bíblicas reflejan la experiencia de fe de un pueblo.
Repasando las páginas de la Escritura encontramos que ella nos revela las bases para que podamos dialogar con Dios y hacerlo a través de oraciones.
Esas oraciones no son simples fórmulas del pasado. Son también, y sobre todo, oraciones nuestras porque: son Palabra de Dios viva y eficaz (Is 55, 8-9) y brotaron de la vida vista desde una fe que es también la nuestra.
El Concilio Vaticano II, presentó como un ideal de la vida cristiana el llegar a tener una actitud contemplativa que, a la luz de la fe y con la meditación de la Palabra de Dios:
- reconozca siempre y en todo lugar a Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,28);
- busque su voluntad en todos los acontecimientos;
- contemple a Cristo en todos los seres humanos, próximos o extraños;
- juzgue con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en sí mismas como en orden al fin de la persona.
La actitud bíblica orante es más que una experiencia interior e intimista. Es percibir la acción de Dios en la historia. La actitud bíblica orante pasa por la incertidumbre de la fe y necesita buscar siempre los caminos de Dios en la historia.
La Biblia brota del encuentro de Dios con su pueblo alo largo de toda la historia de la salvación. Para leer y orar la Biblia hay que hacerlo con los ojos de la fe. Por ésta podemos enfocar y encuadrar los acontecimientos de cada día. Es la Biblia la que nos enseña a dialogar con Dios y esto lo podemos hacer a través de oraciones. Así podemos:
- Pedir sabiduría para vivir conforme a la voluntad de Dios (Ef 3,14-19).
- Estar disponibles a esta voluntad, no quejarnos (Flp 1,1-2) y alabarlo.
Hay que tener en cuenta que la oración del Antiguo Testamento está escrita en un ambiente distinto al nuestro.
Cristo maestro de oración. Cristo es la revelación plena de Dios. No podemos orar si no tenemos delante al Jesús modelo y maestro de oración.
Jesús oraba asiduamente. Participaba como uno más los sábados en la Sinagoga. Pero también brotan de él oraciones espontáneas de su relación filial con el Padre.
Su oración está en conexión con la vida. Su experiencia de Dios (Lc 10,21).
En la soledad y desde la soledad oraba.
Jesús ora también en los momentos importantes de su vida: cuando es bautizado (Lc 3,21-22); en las tentaciones (Lc 4,1-13); cuando realiza milagros (Jn 11,41-42); en los momentos de prueba (Mc 14,32-36); antes de elegir a los apóstoles (Lc 6,12-13); en la transfiguración (Lc 9,28-31); en la última Cena, (Jn 17); en el huerto (Mc 14,32,36); en la cruz (Mc 15,34); antes de morir (Lc 23,46).
Los primeros cristianos se reunían en las casas para la fracción del pan (Hch 2, 46) y para orar en común (Hch 4, 23-30), eran constantes en la enseñanza de los apóstoles, vivían todos unidos (Hch 2,42-45) y se distribuían según lo que necesitaba cada uno (Hch 4, 34-35).
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