La interpretación de Camino de perfección como un camino de búsqueda es una lectura teológica que me ha sido propuesta para el II Congreso Teresiano Internacional de Ávila de este mismo año. Para mí es como la culminación de un camino de estudio, paralelo a mi propio camino de búsqueda en el Carmelo, pero que se ha ido abriendo paso cada vez con mayor luminosidad. Dos hechos recientes han sido determinantes.
El primero fue el discurso memorable que en su visita a Francia (12 de septiembre de 2008) pronunció Benedicto XVI en el Collège des Bernardins de París ante el mundo académico francés. En él proponía el quaerere Deum, la búsqueda de Dios, como clave de lectura del monacato y fuente de la cultura occidental. Algo así como el hilo conductor que, hoy como ayer, permite una visión unitaria de la experiencia humana y de todas sus expresiones.
El segundo hecho ha sido el congreso celebrado en Ávila (21 de julio de 2009) dedicado al estudio de este discurso. En él se desarrollaron múltiples perspectivas del quaerere Deum: bíblica, teológica, religiosa, antropológica, cultural… Una de ellas fue precisamente el estudio dela tradición espiritual carmelitana a la luz del quaerere Deum. Tuve así la oportunidad de descubrir la riqueza que encierra esta clave de lectura para la espiritualidad del Carmelo teresiano. Desde esta perspectiva desarrollé la vida de Teresa como un camino de búsqueda, que ella misma relata en el libro de la Vida y cuya lectura hizo prorrumpir a Edith Stein – incansable buscadora de la verdad – en esta exclamación: «¡Aquí está la verdad!»
La búsqueda no es sólo un hecho religioso, sino que responde a la inquietud más honda del ser humano esencialmente buscador. Camino de perfección traza el itinerario de esta búsqueda. Señalo algunas características siguiendo el desarrollo de Caminoy el de mi propio camino de búsqueda:
a) Es una búsqueda que brota de lo más hondo del corazón humano y de la historia; así la plantea Teresa en los capítulos iniciales.
b) No es una búsqueda en solitario sino en comunión, formando una comunidad arraigada en «grandes virtudes», con su característico estilo de vida y su propio lenguaje de grupo.
c) No es tampoco un repliegue psicológico en el oasis de la contemplación, sino una brega permanente en la vida; es la conquista del yo personal, pero abierto a lo absoluto y a lo infinito, en una relación dialógica con el Otro, Dios, percibido en el centro de la vida.
d) Tiene caminos de interioridad y de recogimiento, pero se da también en el camino del servicio evangélico; la contemplación no es el único camino para llegar a la unión; la esencia de la unión radica en el amor y en el servicio evangélico, que se desdobla en un doble camino: el de la acción servicial y el de la contemplación gozosa, figurado en el Evangelio por las dos hermanas de Betania, Marta y María.
e) Requiere una «determinada determinación», pero todo se resuelve en la dinámica de la entrega y del amor: «darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en la suya»; es darse del todo al que del todo se nos da.f) Es centrarse en Cristo, centrar la mirada en él, acogerse a él, a su presencia, a su compañía, pero al mismo tiempo es ‘entrar dentro de sí’, en el templo del propio espíritu.
g) Es la revelación de grandes verdades, que quedan como esculpidas en el alma, de manera que ya nunca perderá la ‘memoria de Dios’; se le revelan también grandes secretos del mundo, que parece los ve en el mismo Dios.
h) Se consuma en la unión con Dios, meta del contemplativo y de todo buscador, pero no es idilio o remano amoroso, sino también lucha y trabajo, en unión o conformidad de voluntades; ella no desea otra unión para sí y para sus hijas que esta conformidad de voluntades; es dar nuestra voluntad del todo, para que Él haga la suya en todo.
i) Es, en definitiva, una experiencia de salvación, la experiencia de salvación orada en el Padrenuestro, que experimenta la comunión con el Padre por su Hijo Jesucristo y el don del Espíritu, y al mismo tiempo el perdón de los pecados; responde a los anhelos profundos del hombre: es el Dios misericordioso que perdona los pecados, el Señor que nos libera de todos los males y preserva de las pruebas, que no somos capaces de combatir.
j) Esta búsqueda de salvación es el deseo más ardiente del ser humano, como liberación del mal y de los pesos inhibidores de la vida, que experimentamos como culpa, miedo/angustia y preocupación; responde a la perspectiva psicológica y sanadora de la salvación que se desprenden del encuentro con Dios.
k) Pero la experiencia plena de salvación no es la simple liberación del mal sino la comunión con el bien absoluto y con el amor encarnado, que es Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro, tan vivamente evocado por Teresa en su comentario a las primeras peticiones.
l) Por eso la oración teresiana y, en particular, la oración cristiana por excelencia, el Padrenuestro, expresa un camino de búsqueda evangélica, que responde a los anhelos más hondos del corazón humano de salvación y de comunión, pues Dios ha revestido al hombre de trascendencia, le ha hecho capaz de Él y portador de su imagen.
Ciro Garcia, ocd