«La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza» (CIC 2637).
1. Agradecer
Agradecer es mostrar sentimientos de gratitud; movernos a estimar los beneficios recibidos y a corresponder a ellos de alguna manera. Esta experiencia se hace oración sólo cuando detrás de este sentimiento se percibe, se nombra, se alude al TU personal de Dios; una fuente de dones y valores netamente gratuitos. El orante sabe que todo cuanto tiene es puro don. Y sabe sobre todo que el mismo Dios se ha hecho don.
La gratitud es un sentimiento tan arraigado en la conciencia humana que hasta Jesús se extrañó de que, de diez leprosos que acababa de curar, sólo uno volviese a darle gracias. Desde pequeños nos enseñan a dar las gracias, y nada puede haber más degradante que llamar a alguien con verdad desagradecido.
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