1. «Danos hoy nuestro pan»
El Padre Nuestro es la oración característica del cristiano y la prueba de la piedad evangélica.
a. «Nuestro pan» de cada día
El «pan» es sinónimo de alimento en general (cf. Gen 31, 54; 37, 25; Job 42,11; Sal 147,9; Mc 3,20; Mt 15,2; Lc 14,1; Jn 13,18; 2Tes 2,8.12). La puntualización «nuestro pan» que cada uno de nosotros necesita cada día para vivir. Este es el don que pedimos al Padre celestial como hijos que confían en él (cf. Mt 7, 9-11). De acuerdo a la lógica interna del Padre Nuestro, pedimos «nuestro pan» como discípulos ya iniciados en los secretos del «reino» e implicados en su dinámica evangélica.
Para el discípulo que reza el Padre Nuestro, «cada día» equivale a un «hoy» en el que él se siente llamado a pedir a su Padre del cielo que le dé su pan para el día de hoy. Refleja su actitud orante de que se abandona, día a día, a la Providencia de un Padre sumamente generoso.
«No os inquietéis diciendo: ¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos? Esas son las cosas por las que se preocupan los paganos» (Mt 6, 31-32).
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