Jóvenes: Acoge y celebra la vida

I.- TITULO: TALLER DE ORACIÓN PARA JÓVENES

II.- OBJETIVOS:

Recrear las motivaciones de la acogida. Abrir espacios para los otros. Orar juntos

III.- CONTENIDOS:

La apertura de unos a otros es el camino para abrirnos a Dios Una acogida incondicional hace presente el amor gratuito de Dios ¿Cuándo comprenderemos que Dios está siempre donde está la vida? ¿Cuándo abriremos nuestros ojos y nuestros corazones para ver los milagros de la vida que se presenta diariamente?

IV.- METODOLOGÍA

1.- ACOGE LA VIDA:

a) Acogida y presentación de los participantes.

Dinámica: Se entrega a cada participante un trozo de papel junto con una tiza para que lo pinte del color que representa su sitio en la Iglesia. Se pone música de fondo. Cada uno dice su nombre y el por qué se identifica con ese color dentro de la Iglesia. Con los recortes de papel se va armando el puzzle.

b) Explicación del Taller:

Mística de los ojos abiertos
Mística de la indignación
Mística de presencias alentadoras

c) Realización
Comentario de textos del Evangelio en los que Jesús se asoma a la vida
Dos relatos de acogida
Una canción
Foto Palabra
Algunas noticias de periódicos

d) Trabajo de grupos

2.- CELEBRA LA VIDA:

  • Con el gesto
  • Con la Palabra
  • Con el compromiso

«Haznos vivir nuestra vida, no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula, no como un partido en el que todo es difícil, no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor» (Madeleine Delbrel).

1. Jesús se asoma a la vida

Saber mirar

Jesús se sentó frente a la puerta del tesoro del templo y miró la vida (cf Mc 12,41ss). Saber mirar le permitía hacer eficaz su predicación. El joven tendrá que aprender a colocarse en la vida de tal forma que pueda ver las transparencias de Dios, los gestos sencillos en los que se esconde la vida.

«Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 41-44).

Saber escuchar

Jesús va de camino. Está subiendo a Jerusalén, va a entregar la vida. Y sin embargo tiene los oídos abiertos para escuchar la fe convertida en grito de un ciego-mendigo, que al enterarse de que pasaba Jesús ha comenzado a gritar (cf Mc 10,46 ss). El joven va por la vida con los oídos abiertos para escuchar los gritos de los que están en las orillas de los caminos y entablar con ellos un diálogo de acogida y cercanía.

«Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo» Llamaron al ciego, diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó:»Maestro, que pueda ver» Jesús le dijo:»Anda, tu fe te ha curado» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino» (Mc 10, 46-52).

Saber compartir

Jesús ha proclamado la palabra a la multitud abundantemente. Pero las gentes de las aldeas tienen hambre de pan. Y los discípulos no tienen dinero. Pero un muchachito se ofrece, en su ingenuidad, y entrega los cinco panes y dos peces que lleva en su taleguito. Y con ese pequeño gesto comienza el gran milagro del compartir y sobran doce canastos para indicar que el compartir será la actitud permanente de la Iglesia para alegría de todos los hambrientos de la tierra (cf Mc 6,33ss).

«Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer. Él les replicó: Dadles vosotros de comer. Ellos le preguntaron: Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces». Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres» (Mc 6, 34-44).

Saber acompañar

Recordamos dos escenas de Jesús: una, en la sinagoga de su pueblo adonde llega con un discurso muy bien elaborado que quiere hacer llegar a sus paisanos. Las cosas no terminan muy bien (cf Lc 4,16ss). Otra, en un camino hacia Emaus, donde se hace el encontradizo con dos discípulos, desalentados por los acontecimientos vividos en Jerusalén. Jesús sabe meterse en la vida de los dos caminantes, sabe hablar desde dentro. El encuentro termina en eucaristía y en anuncio gozoso de Jesús a la comunidad (cf Lc 24,13ss).

«Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día…. a una aldea llamada Emaus. Mientras conversaban y discutían Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos… ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura… Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio» (Lc 24, 13-35).

Después de haber expuesto este tema, cada uno de los participantes expresa lo que más le ha llamado la atención.

2. Acoge la vida que hay en estos relatos

«A un hombre se le concedió el deseo de ir a visitar, por unos instantes, el cielo. Quedó deslumbrado ante lo que contemplaron sus ojos. Nunca hubiera imaginado que pudiera ser de aquella manera. Los que le guiaban, le condujeron hacia las dependencias interiores de la casa de Dios, para enseñárselo todo. Al llegar al corazón de la misma, le dijeron: Ahora vamos a entrar en la habitación donde está el corazón de Dios; en ella se encuentran todos los mejores regalos que Dios ha hecho a los seres humanos, pero que le han sido despreciados y rechazados. Al entrar allí, vio que era tan grande o más que el Universo, y por todas partes podía ver personas con rostros muy felices. Pero por más que miró, no vio ningún regalo. Les preguntó a los que le acompañaban: ¿Y dónde están los regalos que los hombres han despreciado y rechazado? Sus acompañantes le dijeron: Ahí los tienes. Están ante ti. Son cada una de esas personas que ven tus ojos. Para Dios, cada ser humano es un regalo muy especial con el que ha querido enriquecer a la Humanidad. Dios ha querido que cada hombre y cada mujer sean un regalo para los demás. Pero muchos, llenos de sí mismos, en lugar de abrir ese regalo y ayudar a que salan a la luz las riquezas que encierra el corazón de los otros hermanos, se han dedicado a mantenerlo cerrado y oprimido, intentando ahogarlo con sus injusticias y egoísmos. Pero nadie puede ahogar la riqueza que encierra un corazón inocente. Lo que los hombres desprecian, Dios lo adora y vuelve a él como precioso regalo».

«Un hombre de Dios bajó al pueblo para anunciar a sus habitantes que el Espíritu Santo iba a ser derramado sobre todos ellos cuando volviera a amanecer. Aquella noticia les llenó de entusiasmo e hicieron todos los preparativos para recibirlo. Pero al llegar el momento indicado, sólo unos pocos lo recibieron y pudieron beneficiarse de todos sus dones; a los demás, les pasó totalmente desapercibido aquel Espíritu. Estos, viendo lo alegres que estaban los que lo habían recibido, se marcharon indignados en busca del hombre de Dios para protestar por lo ocurrido. El les dijo: De nada vale que venga la fuerza del viento, si las velas de vuestros barcos no están desplegadas para dejarse llevar por él. A esto contestaron irritados: Pero si nosotros no vimos venir ningún viento ni nada que se le pareciese. Sólo vimos salir el sol como todos los días y nada más. Y el hombre de Dios les respondió: El amor gratuito, al igual que el viento, no puede verse con los ojos, sólo puede percibirse desde el corazón. Y por lo que parece, vuestros corazones están cegados, porque no se dejan arrastrar por la fuerza del Amor que continuamente Dios está derramando sobre vosotros. Al escuchar estas palabras, le preguntaron: ¿Y cuándo dejaremos de estar ciegos? Y aquel hombre respondió: Cuando dejéis de ver salir el sol con la rutina de todos los días; cuando dejéis de dar por supuestas tantas cosas que os rodean, y que son un regalo gratuito del que sólo podréis disponer ese día. Entonces, y sólo entonces, estaréis preparados par ver y percibir al Espíritu que os sostiene y os envuelve cada día».

Con música de fondo se narran estos dos relatos. Después el grupo permanece un momento en silencio. Finalmente expresa en una palabra lo que le han sugerido los relatos. Oran aprovechando las sugerencias de los otros.

3. Acoge la vida que encuentres en esta canción

Gente que se despierta
cuando aún es de noche
y cocina cuando cae el sol;
gente que acompaña a gente en hospitales, parques;
gente que despide o que recibe
a gente en los andenes;
gente que va de frente,
que no esquiva tu mirada
y que percibe en el viento
como será el verano
como será el invierno.
 
Dos, tres horas para disfrutarte
y dos de cada siete días para darte
un pasaje en la más bella historia de amor,
dos, tres horas para contemplarte
y dos de cada siete días para darte.
 
Me acomodo en un rincón de tu corazón
gente que pide por la gente en los altares
en las romerías;
gente que da la vida, que infunde fe,
que crece y que merece paz;
gente, que se funde en un abrazo en el horror
y que comparte el oleaje de su alma.
 
Gente, que nos renueva la pequeña esperanza
de un día vivir en paz,
para vivir así en miradas transparentes,
recibir su luz definitivamente.
 
Nubes van y van y van pasando
pero aquella luz nos sigue iluminando;
que fresca es la sombra que ofrecen,
que limpia el agua dulce de sus miradas.
 
Es por ti que empiezo un nuevo día
hay ángeles entre nosotros.
 
Nacho Mañó

Se escucha la canción En un segundo momento cada participante subraya una frase que le ha llamado la atención y que le parece importante para el tema de la acogida.

4. Orar con el periódico y las noticias

Morir en éxtasis Es duro tener que recordarlo; pero el éxtasis, o lo que sea, no es el responsable verdadero de ninguna muerte. Antes que otros, el responsable es el definitivamente afectado. Si es menor de edad, no están exentos de responsabilidad sus padres, que le toleran entrar en tales atolladeros. Mucho más que los organizadores de festejos y que la música ambiente. Algo también la policía, pública o privada, que se preocupa más de los inmigrantes que de los trapicheos. Y, desde luego, la persecución de la droga, que la mitifica, la encarece, la adultera y la facilita a escondidas… Para luchar contra ella, la liberación sería el primer paso; la información, el segundo. (Antonio Gala, «La tronera»).

Safiya Husseini: «Los que me apoyan me han dado confianza» «La gente que me apoya en todo el mundo me ha dado confianza. Espero ser liberada». Así habla Safiya Husseini, la campesina nigeriana analfabeta acusada de adulterio, cuyo caso ha suscitado centenares de miles de adhesiones. Pero si hoy no lo impide el tribunal islámico de apelaciones del país africano, será condenada a morir lapidada. Su caso ha conmocionado a la comunidad internacional y asociaciones en defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional han emprendido una intensa campaña en prensa, radio e Internet para pedir el apoyo de los españoles y conseguir su absolución. Mas de 400.000 personas se han sumado con su firma a su intento de frenar la barbarie.

Día de la mujer ¿Qué mundo es éste, en el que la diferencia entre hombres y mujeres es tan radical como definitiva? Y no hablemos de los países subdesarrollados, sino de los que consideramos cultos y ejemplares. No sólo en el trabajo, donde se cumple una igualdad de tareas con retribuciones muy distintas, sino hasta en el amor y la compañía, es decir, en la equilibradora intimidad del sentimiento. No hay día sin muerte y sin sangre, en este campo, entre nosotros. Y quienes vigilan y quienes juzgan y quienes legislan siguen haciendo acepción de sexo y de persona. Mientras esto subsista no ya la civilización, hasta la humanidad quedará lejos de nosotros. Antonio Gala, «La Tronera».

Monet y el detective.Por la ventana veo el prunus, que ha florecido estrepitosamente, como siempre. En su afán de apresurar la primavera, las flores adelantan a las hojas, y se adueñan del árbol. Sólo veo sus enjambres rosados, en torno a las ramas oscuras. Mi mirada se vuelve al interior. Estoy tomando un whisky. Tengo frente a mí un vaso con licor, agua y unos cubitos de hielo. Me sorprende la belleza del espectáculo. El cristal brilla, aparece y desaparece, es blanco, luz, gris, incoloro. Su fulgor rachea. A mis años, no me he acostumbrado todavía al prodigio del cristal, a su aire limpio de manantial detenido, a su riguroso anonadarse para dejar ver. Diáfano significa eso: lo que permite que la luz alumbre a través suyo. En el agua dorada, los trozos de hielo imitan al cristal, con su transparencia consistente, y fragmentan el color. El vaso está ligeramente empañado, anublado, neblinoso. Si lo miro con ojos de pintor, tengo frente a mí un bodegón minúsculo, cotidiano e inagotable. «Les hablo de esto mientras preparo una conferencia sobre Monet, que voy a dar en el Museo Thyssen. Comentaré un cuadro suyo: El deshielo en Vètheuil. En enero de 1880, tras días de un frío tan intenso que heló el Sena, las temperaturas subieron y se produjo la debacle. El agua, vuelta a su ser, arrastró bloques de hielo que el pintor se apresuró a pintar. Los pintores impresionistas -y en especial Monet- nos han enseñado a mirar. En su época se los comparaba con los detectives. Andaban husmeando por las calles y descubrían espectáculos, colores, encuadres interesantes en cualquier esquirla. Estaban allí, al alcance de todos, pero sólo ellos los veían. Esto me recuerda la respuesta que un colega mío, Sherlock Holmes, dio a Watson, cuando este le reprochó con envidia que fuera capaz de ver cosas invisibles: «Invisibles no, Watson, sino inobservadas. Usted no supo dónde mirar y por eso se le pasó por alto todo lo importante. Si yo lo he descubierto es porque lo andaba buscando». He aquí una enseñanza utilísima. Hay una mirada inerte, pasiva y aburrida, que se deja llevar por la rutina, y pasea lánguidamente por las cosas como un caracol. Y hay miradas inventivas, descubridoras, iluminadoras. La actitud acaba creando el fenómeno. Monet quiso buscar las variaciones que la luz provocaba en las cosas. Al final llegó a la conclusión de que el paisaje no existía, que cada cambio de color alumbraba un paisaje nuevo, y vivió maravillado por esa emergencia incesante de realidad. Por eso pintó una y otra vez, durante más de treinta años, el mismo paisaje: los nenúfares de su jardín. Le parecieron continuamente bellos. En la vida diaria todos nos enfrentamos con la repetición, que es el pantano en que nos empantanamos. El perspicaz Séneca lo describió con desesperanza: «¿Hasta cuándo las mismas cosas? Me despertaré, me dormiré, tendré apetito, me hartaré, tendré frío, tendré calor. No hago nada nuevo, no veo nada nuevo; a fin de cuentas, esto da náuseas. Muchos son los que piensan que no es ácida la vida, sino superflua». No es posible una oposición más radical: Séneca el aburrido contra Monet el deslumbrado. La raza de los rutinarios y la raza de los descubridores. Nos conviene aprender de los maestros del mirar creador. Mi reproche a los clásicos españoles es que estaban muertos de tedio y de escepticismo. «Todo lo cotidiano es mucho y feo», gemía Quevedo. Y Gracián, otro aburrido, escribió: » … Esta es la ordinaria carcoma de las cosas. La mayor satisfacción pierde por cotidiana, y los hartazgos de ella enfadan la estimación, empalagan el aprecio». Hay estados afectivos, por ejemplo, el enamoramiento, que reciben su encanto, precisamente, de que dotan de novedad a lo permanente: todo resulta nuevo, interesante y desacostumbrado. Después, la desidia uniforma todo y acaba haciéndolo insoportable. «Encuentra bello todo lo que puedas», decía el conmovedor Van Gogh. ¡Qué buen consejo! Para seguirlo, quiero aprender de los impresionistas su entusiasta manera de mirar el mundo. Su capacidad de encontrar interesante casi todo lo que ven. Los creadores han sabido siempre renovar su mirada. Neruda mira una cebolla. ¿Y qué ve? «Luminosa redoma,/ pétalo a pétalo/ se formó tu hermosura J escamas de cristal te acrecentaron.» Todos ellos son detectives de lo hermoso escondido, de lo sorprendente oculto por nuestro desánimo. Descubrieron las huellas de la novedad y de la belleza en las cosas cotidianas, y deberíamos agradecérselo. Yo al menos quisiera ser su discípulo y su colega. Por eso voy a mirar mi prunus florecido, atentamente, amorosamente, como si fuera a pintarlo, como si tuviera que hacer su retrato, captar su individualidad, el gesto de sus ramas y sus flores, la interminable historia que me está contando. Adiós. (José Antonio Marina).

Cada uno lee en silencio las noticias, subrayando aquello que le parece más sugerente.

5. Fotopalabra

Se colocan las FOTO PALABRAS en el suelo cada uno mira y escoge una. Ora con ella Después comparte al grupo el por qué.

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