¡Aleluya!
¡Cristo ha resucitado!
Ya no está en el sepulcro,
está en el corazón de todo.
Todo lleva su huella y hermosura.
Su resurrección reclama la nuestra.
Su danza despierta nuestra danza.
Su amor recrea nuestro seguimiento.
Su vida nos abraza; huye la muerte malherida.
Le respondemos, abrazando su voluntad,
sin miedo a la libertad.
El mundo está a la espera de testigos.
¡Gloria a ti, Señor, Jesús resucitado!
¡Aleluya!