EL PUEBLO QUE CAMINABA EN TINIEBLAS VIO UNA LUZ GRANDE
Belén, hoy, es un muro, un gran muro que separa a unos seres humanos de otros. Ya no se ven cuevas como en tiempos de Jesús, tampoco se ven pastores, pero hay un muro en el que están dibujados los rostros de la desesperación y la impotencia, de la rabia. Belén es un muro que margina, rompe familias, alimenta odios, empobrece a una gran mayoría.
Ahí nace hoy Jesús, en todos los lugares donde hay puentes rotos, en todos los muros que cortan las palabras de uno y otro lado, en todas las situaciones humanas que congelan la sonrisa.
La «casa del pan», eso significa Belén, es hoy un horno donde se amasan rencores. Belén, a donde llegó Rut, la moabita de gran corazón, a recoger las espigas que dejaban los segadores en el campo de Booz, es hoy una ciudad de desbandada; son muchos, sobre todo cristianos, los que dejan su casa, su medio de vida, para marchar a otros lugares donde se amase el pan con más paz.
Ahí nace hoy Jesús, en los caminos que recorren los que emigran, en los pueblos que se quedan desiertos de juventud, en los barrios del bienestar donde se hacinan seres humanos.
Belén es la ciudad de David. Sus calles se estremecieron emocionadas ante los cantos y danzas del Rey al paso del Arca de la Alianza. Belén hoy tiene un aire de tristeza, como si se le hubieran escondido las canciones y solo hubiera, tras sus paredes de color de paja, un llanto contenido, recelos y desconfianzas entre pueblos. Belén es hoy una ciudad controlada policialmente.
Ahí nace hoy Jesús, en los hogares donde hay dolor por la violencia, en las vidas en las que no se asoma la alegría, en los pueblos que ya no se cruzan las palabras.
Belén, tierra fértil. Sus pequeños valles y laderas en terrazas estaban cubiertos de viñas, olivos, cultivo de cereales. Más tarde, sus gentes aprendieron, de los franciscanos, labores de artesanía en nácar, tallas de madera de olivo. Hoy se percibe en sus calles y en sus rostros la tristeza del hambre.
Ahí nace hoy Jesús, en los pueblos donde la gente muere de hambre, en las personas, cuya dignidad ha sido comprada con monedas, en la geografía tan esquilmada por los abusos de los poderosos.
Belén, pequeña aldea entonces, ciudad hoy de 50.000 habitantes, a la sombra de Jerusalén. Con un grupo de cristianos, venidos a menos, y una creciente presencia de musulmanes, con 60 mezquitas ya en la ciudad. Entonces no había sitio en las posadas para que naciera un niño, que tuvo que nacer en una cueva. Y hoy no hay sitio para que en esta ciudad nazca una flor.
Ahí naciste Jesús hace 2000 años, en un pequeño agujero de la tierra, para compartir nuestra condición humana .Ahí naces hoy Jesús, ahí apareces. En los lugares de oscuridad brilla tu luz. Tu sol acaricia nuestra piel adolorida. Alegras nuestra vida con tu beso. ¡Gloria a ti!