Jesús está en medio de todos como el que sirve
- Desde tu necesidad de ser amado/a y de amar
- Desde tu deseo hondo de Dios
- Desde tu anhelo profundo de ser eucaristía…
Abre tu corazón a Jesús
Es el Ungido por el Espíritu. Está lleno de ternura y de amor entrañable. Es el enviado del Padre para dar la buena noticia a todos los que sufren y están en las orillas de la vida. Es el que trae la gracia a manos llenas para la humanidad, el que cambia el luto en fiesta y pone canciones en el corazón (Cf. Is 61,1-9).
Siéntate a la mesa de Jesús
Jesús elige una comida festiva para hablar de lo que es central en el Reino: los últimos son acogidos y tienen un lugar preferente. «Muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos» (Mc 2,15).
Jesús se hace Eucaristía, bendición de Dios para la humanidad, amor entregado, partido y repartido para todos. «Tomó el pan y, pronunciada la bendición, se lo dio» (Mc 14,22).
Jesús llama a celebrar y a vivir su amor fiel y entrañable, entregado libremente a la humanidad. «Haced esto en recuerdo mío» (Lc 22,19).
«Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1)
«Ha llegado la Hora» de la Pascua, la hora del amor, que se compromete hasta el extremo. Otro gesto desconcertante de Jesús, otro más, rompe todos los esquemas, abre los ojos de esa nueva humanidad que está naciendo. Jesús se levanta de la mesa, se quita el manto, toma la toalla, lava y seca los pies de los discípulos, dialoga, explica lo que hace e invita a realizar lo que él ha hecho.
Pistas de luz para tu camino
- Abre tu corazón a Jesús y adórale en la Eucaristía. Que sus sentimientos sean tus sentimientos.
- Sienta a la mesa de tu amistad y de tu tiempo a alguna persona que excluyes habitualmente.
- Recrea en tu vida el mandamiento del amor: donde no hay amor pon amor.
Oración
Gracias, Jesús, por tu Eucaristía.
Gracias, Jesús, por cada sacerdote.
Gracias, Jesús, por el amor fraterno.
Gracias por lavarnos los pies
Amén.