ADORA A LA TRINIDAD QUE HABITA EN TI

Tienes ante ti un precioso icono del misterio de la Trinidad. Recorre despacio este paisaje. Mira cómo se comunican las Tres Personas: hablan de lo que se oyen, dan lo que reciben, no se guardan para sí su tesoro sino que lo ofrecen a manos llenas. Es la fiesta de la gratuidad, el maravilloso intercambio de vida.

Puede que tengas grabados en tu corazón otros paisajes recogidos en las calles y en los medios de comunicación. Quizás te hieran las víctimas de tantas guerras, las periferias explotadas, los estilos de vida plurales pisoteados por las dictaduras, los rostros donde se ha escondido la belleza de lo humano. ¿Cómo hacer para integrar estas imágenes tan distantes dentro de ti? 

Primero, descálzate para escuchar este misterio de amor que habita el corazón del mundo. Haz silencio hasta que el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu te envuelva con su amor. No te alejes de esa intimidad con la Trinidad.

Segundo, teje con los hilos que tengas a mano la túnica de Dios, donde todos quepan, tengan palabra, estrenen dignidad. Con muy poquito florece la vida.  

Tercero, abre tu vida a la de otros hermanos y hermanas y haz con ellos experiencias de comunión. La Trinidad no es un pozo de aguas estancadas, sino un manantial de aguas limpias que dejan huellas de respeto, de dignidad, de justicia, de intercambio generoso de dones.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará”.

Sorpréndete ante el Misterio. Jesús te lo desvela. Antes de que te des cuenta la Trinidad ya tiene abiertos los brazos para acogerte. Entra sin miedo en esa fiesta de adoración y de silencio.

         Te hago sitio en mi vida, Dios mío.
Deja tu huella en mi corazón.
Escucho en silencio tu callado amor.

Adora el Misterio. Acalla los ruidos. Inclina tu corazón y abre los ojos para mirar esa comunicación de amor que no se acaba entre las Tres Personas.

         ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro!
Me asomo a tu Vida, como un niño, y quedo maravillado.
Al  mirarte, descubro la dignidad y belleza de todo ser humano.

Mira las experiencias comunitarias que conoces. Aquí, en la Trinidad, tienen su raíz. Mira también las experiencias en las que tantos seres humanos quedan fuera de los bienes vitales. Aquí, en la Trinidad, está la energía para tejer otro estilo de vida donde sea posible el compartir.

         Vida para todos, eso eres Tú, Trinidad Santa.
         Don y tarea, eso eres Tú, Trinidad Santa.
         Hasta que brote la paz y la solidaridad grande
         entre todos los que estamos en el mundo.

Aprende a vivir en comunidad, suave brisa en la que habla Dios.Ve por la vida recibiendo y dando, aprendiendo a dialogar, con las manos y el corazón dispuestos para crear una casa, grande como el mundo, abierta, con flores.

         Que la gente al mirar nuestra Iglesia,
         te vean a Ti, Trinidad, se vean a sí mismos,
         vean a todos los pueblos como una gran familia.

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