Décimo octavo Domingo del tiempo ordinario

Lectura orante del Evangelio: Lucas 11,1-13

Dios se alegra de ser Dios para poder darse como Dios (San Juan de la Cruz).

‘Guardaos de toda clase de codicia’. 

No es esta una palabra menor de Jesús; es una palabra muy necesaria para ponernos en verdad, desenmascarar la insensatez y no correr en vano por la vida. La codicia es la verdadera tentación que acecha al ser humano. Pero el vacío y la inseguridad no se curan con la codicia. La vida no depende de los bienes; la vida se recrea en otra fuente, la del amor gratuito e incondicional de Dios. Jesús nos invita a salir de la nada, del sinsentido, de la insensatez, que es adonde lleva la codicia. El ambiente que nos rodea nos hace propuestas contrarias a las de Jesús, nos lleva a una insolidaridad cruel. ¿Qué voz escucharemos? La oración, no pocas veces, es un tiempo de lucha, de discernimiento. Escuchamos tu voz, Jesús.

‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. 

Se agrandan los graneros, pero no el corazón. Los grandes almacenes, donde se guarda lo que sobra para después tirarlo, manifiestan la estrechez del corazón humano. Las reservas acumuladas no alivian la experiencia interna de escasez ni dan de comer a los pobres. Jesús dice que vivir ambicionando bienes de la tierra es un simulacro de vida. La alegría solidaria va por otros caminos, brota de la profundidad de nuestro ser y no de la superficialidad de nuestro tener y tener. Entra en nuestro corazón, Jesús, y cámbianos.

‘Tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida’. 

Esta es la mentalidad reinante en nuestra sociedad, disfrutada por unos pocos, deseada por muchos. Jesús no envidia esta manera de vivir, al revés, la ve como insensata, como un fracaso. Cuando el ego ocupa todo el espacio, no hay corazón, ni solidaridad, ni alegría. ¿Dónde están los otros: los pobres de la tierra? Han sido descartados. ¡Qué injusto! Lo de Jesús es de otra manera: las necesidades disminuyen –puedo vivir con menos-, la austeridad compartida es una fiesta, los otros existen, hay espacio para la ternura. Enséñanos, Jesús, a plantear nuestra vida a tu manera.  

‘Esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?’ 

La insensatez tiene consecuencias; lo ve quien sabe mirar. Vivimos en la contingencia, no podemos olvidarlo. ¿Quién puede llenarnos la vida? ¿Por qué no comenzamos otra manera de caminar? Estamos a un pensamiento, a una opción, de cambiar nuestra vida. Si atendemos el amor está siempre naciendo (Pascal). Libéranos, Jesús, de la falsedad.    

‘Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico para Dios’. 

El ego no es el centro; eso es un engaño. También lo es acumular méritos ante Dios. ‘Sal fuera y gloríate en tu gloria’, allí donde se escuchan los susurros más hermosos de la vida. La verdadera vida está en el encuentro con Jesús, en sabernos amados gratuitamente por él. Jesús es nuestra riqueza. Si caminamos con él y con todos, ya somos ricos para Dios. Ser rico ante Dios es vivir en solidaridad, es gastar la vida amando. Es hora de escuchar al corazón, ahí nos habla Jesús, ahí los pobres tienen sitio. Una nueva humanidad es posible. Jesús, tú eres nuestra riqueza.    

Con los jóvenes. ¡FELIZ DOMINGO! Desde el CIPE – julio 2022

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