5.- Para cruzar tu mirada con la Suya

Este relato, que recoge José Luis Martín Descalzo, puede ayudarte a ir al Sagrario, a asomarte a su Corazón y dejar que tu mirada se encuentre con la Suya.

«Raúl Follerau solía contar una historia emocionante: visitando una leprosería en una isla del Pacífico se sorprendió que, entre tantos rostros, muertos y apagados, hubiera alguien que había conservado unos ojos claros y luminosos que aún sabían sonreír y que se iluminaban con un ‘gracias’ cuando le ofrecían algo. Entre tantos cadáveres ambulantes, sólo aquel hombre se conservaba humano. Cuando preguntó qué era lo que lo mantenía a este pobre leproso tan unido a la vida, alguien le dijo que observara su conducta por las mañanas. Y vio que, apenas amanecía, aquel hombre acudía al patio que rodeaba la leprosería y se sentaba enfrente del alto muro de cemento que la rodeaba. Y aparecía durante unos cuantos segundos otro rostro, una cara de mujer, vieja y arrugadita, que sonreía. Entonces el hombre comulgaba con esa sonrisa y sonreía también. Luego el rostro de mujer desaparecía y el hombre iluminado, tenía ya alimento para seguir soportando una nueva jornada y para esperar a que mañana regresara el rostro sonriente. Era -le explicaría después el leproso- su mujer. Cuando le arrancaron de su pueblo y le trasladaron a la leprosería, la mujer le siguió hasta el poblado más cercano. Y acudía cada mañana para continuar expresándole su amor. Al verla cada día, comentaba el leproso, sé que todavía vivo»

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