Danos hoy nuestro pan de cada día

Actitud:

Expresamos con confianza de hijos ante nuestro Padre Dios nuestras necesidades y las de nuestros hermanos. Después de haber hecho nuestros los grandes deseos de Dios y de haber aprendido a decir tú (tu nombre, tu reino, tu voluntad), le decimos al Padre que nos mire a nosotros, para que vea nuestras necesidades y les ponga remedio.

Palabra:

«No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo. no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?» (Mateo 6,25-26).

Comentario:

Jesús sabe de hambre, de sed, de cansancios y de cuánto los hermanos necesitan de pan. Sabe, sobre todo, de pan partido y repartido, de vida entregada para alimento de todos. Se ha hecho uno de nosotros hasta el fondo, por eso nos invita a dialogar con el Padre de esta realidad humilde y frágil como es el pan, y a construir en torno a él la comunión y la amistad. Jesús nos invita a presentar al Padre las necesidades más vitales que tenemos, lo que precisamos para vivir. Nos coge de la mano para no escaparnos ni al pasado ni al futuro. En el hoy se esconde el secreto de la vida. En el pequeño hoy. Lo que tenemos entre manos es tan importante y vital que no es bueno que lo echemos a perder considerándolo como penúltimo de lo que va a venir después.

El pan es sinónimo de alimento. Lo pedimos para el día de hoy, de tal modo que brote el abandono en la Providencia y vivamos el hoy sin la inquietud del mañana. Esta indica poca fe en la perfección del Padre, nace de una búsqueda de seguridad temporal que priva al discípulo de la serenidad y libertad necesarias para vivir el programa evangélico: Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia. Decimos «pan nuestro» en un mundo, donde la mayoría pasa hambre, mientras al resto le sobran las cosas, donde crece el individualismo y la indiferencia ante todo aquello que no sea el propio goce. El «pan nuestro» pone a prueba nuestra vida de cristianos, llamados a creemos unos a otros y a comunicamos la vida, en gesto de pan y vino (amor) compartido, es decir, de eucaristía.

Relato:

«¡Buenos días!, dijo el Principito. ¡Buenos días!, contestó el vendedor. Era un vendedor de píldoras que apagaban la sed. «Tomando una a la semana ya no se siente la necesidad de beber». – ¿Por qué vendes esto?, dijo el Principito. – Supone una gran economía de tiempo, dijo el vendedor. Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran 53 minutos a la semana. -¿Y qué se hace con esos 53 minutos? – Se hace lo que se quiere. – Yo, dijo el Principito, si tuviera 53 minutos para gastar, andaría despacio hacía una fuente».

Oración:

Padre nuestro. Danos el pan nuestro de cada día, danos trabajo y salud. Danos arrestos para trabajar la tierra y poder comer. No nos des Tú de comer, aunque todo, en último término, viene de ti. Danos espíritu de justicia para que repartamos lo que es de todos. Y danos… lo de cada día, no lo de mañana y pasado mañana, para que no pongamos nuestras seguridades fuera de ti, ni robemos lo de hoy a los demás para asegurarnos el mañana.

Compromiso:

No te guardes para ti los dones que el Padre te ha dado. Compártelos generosamente con los demás.

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