Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
Actitud:
Nos ponemos ante el Señor con el perdón por delante. Pueden ser muchos los que a lo largo de la vida nos han hecho algo malo. Hoy empezamos dándoles el perdón.
Palabra:
«Si, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mateo 5,23-24)
Comentario:
Jesús puso verdadero empeño en dar a conocer a lo largo de su vida al Padre de las misericordias. Dios es Padre de ternura perdonándonos. Todos tenemos pecado y frecuentemente el pecado nos deja heridas en el corazón. Por eso, Jesús nos invita a pedir confiadamente el perdón del Padre, como único remedio para curarnos y vivir la paz y el gozo en todo nuestro ser.
La novedad de Jesús está en decirnos que también nosotros, como imagen y semejanza que somos de Dios por ser sus hijos, somos también portadores de un perdón, que libera y restaura a los hermanos.Y nuestra oración no es auténtica si al pedir el perdón al Padre no lo damos generosamente a los hermanos.
Al acercarnos al Señor cada día y ejercitarnos en el perdón va surgiendo en nosotros una capacidad para minimizar agravios, para no manosear ni comentar demasiado con los demás lo que nos han hecho otros, porque va creciendo en nosotros la conciencia de lo que infinitamente más que nos ha perdonado el Padre. No solo necesitamos pedir a Dios el perdón y darlo gratuitamente a los demás; también es muy importante perdonarnos a nosotros, no echarnos encima el peso de la culpabilidad permanente. El perdón de Jesús es liberador. Es muy importante que aceptemos el hecho de que somos aceptados y queridos por el Padre.
La paz irá entrando en nuestro interior, el desprecio que sentíamos por nosotros mismos irá desapareciendo y nuestro yo se reconciliará consigo mismo. Entonces podremos decir de verdad que la gracia ha venido a nosotros.
Oración:
Señor haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que yo ponga amor.
Donde haya ofensas, que yo ponga perdón.
Donde haya discordia, que yo ponga unión.
Donde haya error, que yo ponga verdad
Donde haya duda, que yo ponga fe.
Donde haya desesperanza, que yo ponga esperanza.
Donde haya tinieblas, que yo ponga luz.
Donde haya tristeza, que yo ponga alegría.
Haz que no busque tanto el ser consolado como el consolar, el ser comprendido como el comprender, el ser amado como el amar.
Porque dando es como se recibe.
Olvidándose de sí mismo es como se encuentra a sí mismo.
Perdonando es como se obtiene perdón.
Muriendo es como se resucita para la vida eterna»
(Francisco de Asís)
Compromiso:
Cultiva actitudes, que son como un espacio ecológico donde florece el perdón: no lleves cuenta de¡ mal, no te irrites, disculpa, fíjate en lo bueno, cree y espera en los otros. Y «donde no hay amor, pon amor y sacarás amor» (Juan de la Cruz). Dar apoyo a la campaña «deuda externa, deuda eterna» que dará la libertad a millones de personas. o te guardes para ti los dones que el Padre te ha dado. Compártelos generosamente con los demás.