5º Domingo de Cuaresma

. Tienes delante un precioso relato que, si lo lees con atención, puede decirte muchas cosas acerca de Jesús, de ti, del trato a los demás. . En él hay símbolos, rostros, gestos que hablan de odio y de paz, de condena y de perdón, de dureza de corazón y de amor entrañable. . El centro del relato es Jesús, que deja sin argumentos a los acusadores y que embellece y levanta a la mujer pecadora con su mirada de amor. . Ojalá que en tu camino hacia la Pascua, pongas los ojos y el corazón en Jesús y tengas un encuentro, cara a cara, con él. Tu vasija agrietada se llenará de vida y de gozo.

<*>LEER EL TEXTO: Juan 8, 1-11En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: -«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: -«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. » E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: -«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: -«Ninguno, Señor.» Jesús dijo: -«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más. » <*>ENTRAR EN EL TEXTO Algo sobre este texto.Es hoy opinión corriente que este relato es inserción posterior en el evangelio de Juan. El lenguaje no es el mismo que hay en el cuarto evangelio. Falta en los manuscritos antiguos. Encaja más en la línea de las parábolas de la misericordia; es como una aplicación de la parábola del hijo pródigo. Algunos lo colocan después de Lc 21,38. Con todo, el relato es canónico, es decir, forma parte del Nuevo Testamento inspirado, conserva el recuerdo de un episodio de Jesús y es una joya literaria y religiosa. Jesús les enseñaba. Nos parece estar escuchando uno de los sumarios de Lucas (cf Lc 5,15-16), en los que se resume la actividad que Jesús realiza un día cualquiera. Ora retirado en el monte de los Olivos, de madrugada se presenta en el templo, todo el pueblo acude a él, y les enseña sentado, con calma. Jesús transmite a todos la vida que el Padre le regala. En el relato que sigue vamos a ver cómo Jesús regala la vida a una mujer. A la sobriedad con que el narrador cuenta estas cosas debemos responder los lectores deteniéndonos respetuosamente en cada una de las cosas que hace Jesús. Una mujer sorprendida en adulterio.Es el primer cuadro. Este relato pone una vez más de manifiesto la dialéctica entre Jesús y los fariseos en relación con los pecadores. Mientras enseña en el templo, un grupo de perfectos le presentan un caso legal práctico, con intención capciosa, para tener de qué acusarlo. La ley decreta pena de muerte para la adúltera (Lv 20,10), pena de muerte por lapidación para la prometida o desposada infiel al hombre a quien legalmente pertenece aunque todavía no conviva con él (Dt 22,21). En el plano simbólico muchos textos del AT presentan a Yahvé como el esposo que perdona y reconcilia consigo a la mujer infiel (Os 2; Is 1,21; Ez 16). Quizás como una excusa, allí está la mujer, en medio, como un desierto sin agua, a falta de una mirada que le devuelva la vida y sople sobre ella el aliento de la esperanza. La mujer acusada representa a todos los reos de la historia que esperan la sentencia de muerte de muy diversas maneras. ¿Qué dices?Los letrados y fariseos preguntan a Jesús qué es lo que piensa de la ley. ¿Qué debe prevalecer, la ley o la misericordia, la justicia o el perdón? Esto presupone que los interlocutores han visto a Jesús distanciarse de la ley y perdonar pecados. No les importa tanto el pecado o la situación de la mujer, sino lo que diga Jesús. Le han tendido una trampa. Cualquier solución que proponga le perjudicará. A quien realmente quieren lapidar es a Jesús, pero Jesús sabrá salir airoso. El profeta Isaías había dicho al pueblo: “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo. Mirad que realizo algo nuevo. Ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Is 43,18-19). ¿Dónde muestra Jesús la novedad? La va a realizar en un episodio lleno de ternura hacia una mujer acusada y condenada, a la que quiere convertir en una mujer nueva. Escritura en el suelo.A Jesús le han preguntado qué hacer con ella. En voz alta culpabilizan a la mujer. Jesús, en vez de responder enseguida, escribe en el suelo. Responde y sigue escribiendo. Este es el único pasaje de los evangelios en que se dice que Jesús escribió algo. ¿Qué escribe Jesús? Quizás escribe la sentencia, quizás garabatea en el suelo indicando que no le interesan aquellas disquisiciones, quizás dice con el gesto que Dios escribe a los pecadores en el polvo, que El es quien juzga. Así es la historia de Dios con la humanidad: un progresivo abajamiento para escribir en el polvo palabras de salvación y no de condena. El que esté sin pecado que tire la primera piedra.La sentencia es única y está formulada de un modo inolvidable. La piedra, a causa de su increíble abundancia en Palestina, se halla siempre presente en la mano y en la mente de los judíos. Las utilizaban para defender la ley, para defender la santidad, para defender a Dios. A los que tienen piedras en las manos les dice Jesús que se detengan y se miren por dentro para descubrir si su conciencia les asegura que son dignos de ponerse a juzgar. También ellos están necesitados de la gracia. Solo cuando todos ellos se vean mirados por la gracia, serán capaces de mirar de forma nueva a la mujer que está en el suelo. Ninguno se atreve a tirar piedras, todos se van avergonzados, empezando por los más viejos. Tal vez se alude aquí al relato de Susana, en la que dos ancianos la intentan seducir y un niño desenmascara su mentira y su crimen. Solo Jesús, con la mujer.Es el segundo cuadro. Esta escena entre Jesús y la mujer está descrita con un lenguaje y fuerza insuperables, sin ninguna palabra de más o de menos. Jesús se incorpora y habla por primera vez a la mujer. El que está sin pecado no condena. Lo mejor que le ha podido pasar a la mujer es caer en las manos de Jesús, que son las manos del Padre, las manos de la misericordia. Jesús encarna el espíritu del Padre de la parábola de la misericordia y se muestra paciente, comprensivo, lúcido, generoso, compasivo. Entabla con ella un diálogo de amor, no de condena. La sonríe, la levanta. Siente una compasión inmensa. A pesar del viento y de la marea, se ha hecho presente la ternura del Padre. Hay alegría honda en ese tú a tú. Jesús está recreando una vida. Está abriendo el presente casi apagado de una mujer, tapado por tantas miradas acusadoras, a nuevas posibilidades. No peques más.Jesús recrea a la mujer, le da un vestido nuevo y un nombre nuevo. La embellece con el perdón. Ahora es una mujer nueva. Lo malo es que los fariseos ya se han marchado y no han visto la ternura de Jesús. Ha quedado claro que no hay más ley que la misericordia.

¿A qué tipo de personas juzga hoy con más dureza nuestra sociedad? ¿Cuál es nuestra referencia: los criterios de la sociedad o los de Jesús? ¿Qué rostro del Padre presenta Jesús al perdonar a la mujer adúltera? ¿Cómo puede la iglesia mostrar el rostro misericordioso del Padre?

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